¡Eureka!

"España votará por Internet en dos años"

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Pere Vallès, consejero delegado de Scytl.

Por EDUARDO ORTEGA

La noche duró más de un mes. La jornada electoral más larga que se recuerda en Estados Unidos. Una "pesadilla" -la palabra que se apoderó de los medios norteamericanos aquellas semanas- inimaginable. El 7 de noviembre de 2000, tras cerrar los colegios electorales, Florida se disponía a dirimir el pulso entre el gobernador de Texas, George W. Bush, y el vicepresidente saliente, Al Gore, por ser el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Miles de personas alertaron de que habían incurrido en un error al votar porque las papeletas con forma de mariposa eran confusas, mientras que otras miles de papeletas estaban marcadas de manera irregular, amén de otras denuncias. Esto, unido a la ínfima diferencia entre ambos candidatos en este Estado, llevó a que recontaran de forma automática y manual los sufragios, entre acusaciones de "pucherazo" por parte de los demócratas. Un proceso a golpes. Ahora sí, ahora no, en función de lo que sentenciaran los distintos tribunales tras una lluvia de demandas por ambos bandos.

Treinta y cinco días después de que millones de residentes de Florida acudieran a las urnas, la victoria fue adjudicada al hijo díscolo de Bush padre por una ventaja cercana al medio millar de votos. Esta historia más propia de un filme de Alan J. Pakula fue el embrión de Scytl, fundada en Barcelona por Andreu Riera en 2001. "La democracia más avanzada del mundo había fallado con el modelo tradicional. Se comprobó que éste tenía una serie de limitaciones importantes y que el futuro tenía que ser electrónico. Con nuestro sistema no hubiera habido dudas", afirma Pere Vallès (Barcelona, 1970), consejero delegado de la multinacional española de voto por Internet.

Pasados catorce años desde aquel calvario, el voto electrónico ha avanzado en muchas zonas del planeta. Scytl, líder mundial en su negocio, ha organizado decenas de miles de procesos electorales por Internet desde 2004, cuando Suiza se convirtió en el primero en atreverse con este sistema. "Es un país muy diferente, tiene una democracia muy directa. Se requiere la participación de los ciudadanos en referéndums para un montón de cosas, por lo que tiene varias consultas al año. Ha implementado las nuevas tecnologías de manera muy rápida y, además, tiene una climatología muy adversa. Todo eso hizo que fuera un lugar ideal para introducir el voto por Internet", ensalza Vallès.

"Por el contrario, España no tiene esa tradición participativa. La sociedad reclama que se cambie el actual sistema y que la democracia sea más directa, así como unas listas abiertas que permitan tener un representante que esté más vinculado a su electorado que al partido político, como ocurre en Reino Unido". Desde que el país helvético levantara el telón, su negocio no ha hecho más que expandirse: trabajan en 36 estados en lo que ellos llaman "proyectos de modernización electoral", mientras que 18 utilizan sus soluciones de voto electrónico. Entre ellos, Reino Unido, Francia, Canadá, Australia y, por supuesto, EEUU, donde poseen la mayor parte de su negocio, entre un 20 y un 25%. De hecho, Scytl, se encargó de gestionar buena parte del proceso en los últimos comicios presidenciales norteamericanos y de contar millones de sufragios.

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Partidarios de Gore, durante el recuento en Florida, en 2000. REUTERS

No se ha rendido, sin embargo, nuestro país a los encantos de esta tecnología: una mayor participación -cinco puntos más de media- y, sobre todo, importantes ahorros en los costes de organizar las elecciones.

-¿Cuánto ahorro supone el voto electrónico en comparación con el tradicional?

Varía mucho porque el importe cambia mucho según la zona. En general, los países en vías de desarrollo tienden a gastar más por elector que los desarrollados. El promedio, según estudios de la ONU, es que cada estado desembolse en cada elección unos cinco dólares por votante, lo que incluye todo: el registro, la logística de organizar los comicios, el recuento, la consolidación y la difusión de los resultados. En España, que tiene aproximadamente unos 36 millones de votantes registrados, el coste de unos comicios es de 180 millones de dólares. Si usamos nuevas tecnologías, estimamos que el ahorro puede rondar un 30%, o sea, cerca de 50 millones de dólares.

-Si se pueden reducir los costes en tiempos de crisis, ¿por qué no adaptar también unas elecciones a las nuevas tecnologías?

El sector público siempre es complicado. Tradicionalmente se mueve de forma muy lenta, es muy conservador y no quiere riesgos. La reducción de costes es un gran aliciente para muchos gobiernos, pero cuesta mucho cambiar las dinámicas y tradiciones. Donde más, allí donde hay una mayor tradición democrática, porque llevan muchos años gestionando la sociedad de la misma manera. Los países en vías de desarrollo están más abiertos a introducir nuevas tecnologías y tenemos más facilidades.

La multinacional ha mantenido conversaciones con los distintos gobiernos españoles, aún sin frutos pero con ciertos avances. "Hemos detectado bastante interés por su parte y una voluntad para introducir el voto por Internet para los residentes en el extranjero. Creemos que dentro de entre dos y cuatro años será un hecho", aventura. ¿Puede ser este el primer paso para implantarlo de manera general en España? "Sí. Lo que ocurre, por lo que hemos visto en otros países, es que suele haber cierta reticencia hacia lo desconocido y preguntas de a quién puede beneficiar. Siempre hay un cálculo político".

Es nuestro país un sector muy minoritario para Scytl: sólo representa alrededor de un 2%. Trabajan con varias universidades, colegios profesionales o empresas cotizadas del Ibex 35 y tienen también como uno de sus clientes a la Generalitat catalana, que usa su sistema para gestionar la logística de los colegios electorales. Cuando Mas y sus socios prometieron una consulta soberanista -por ahora fallida-, el Govern se puso en contacto con la compañía, y ésta le presentó su tecnología y experiencia en otros países. "Estamos totalmente a favor de que haya cuantas más consultas y procesos participativos posibles. Trabajamos con gobiernos de todo el mundo y, por tanto, tenemos mucho cuidado de no expresar ningún tipo de opinión. Nuestra política es ser neutrales en cualquier debate".

Scytl crece a un ritmo del 70% anual desde hace años y tiene 570 trabajadores y 16 oficinas en todo el mundo; la mayor en Barcelona, donde cuenta con 230 empleados. Entre sus accionistas se encuentra uno de renombre: Paul Allen, cofundador de Microsoft, que invirtió 30 millones de euros en la última ronda de financiación de la empresa, el pasado mes de abril. "Me contó que su principal motivo fue que nos dedicamos a promocionar la democracia y a hacerla más segura y más participativa, y él está muy interesado en eso. Es una persona muy agradable y normal, y además nos da mucho prestigio y credibilidad".

-Su techo está muy lejos.

En los países en los que estamos presentes, los temas que tocamos son muy pequeños en comparación con el gigantesco potencial que tiene este mercado, que actualmente está infraexplotado.

-Explicado fácilmente, ¿cómo vota una persona por Internet?

Es muy sencillo. Te conectas a una página web y hay un mecanismo de identificación que varía según el país. En el caso de España, lo más lógico es que se haga a través del DNI electrónico, que tiene un chip y que está protegido por una contraseña. Se necesita un lector de 'smart card' que cuesta cinco euros; lo conectas al ordenador y con eso te identificas. Tras esto, se te presentan las distintas opciones, emites el voto y ya está. Y lo puedes hacer desde cualquier tipo de dispositivo, ya sea un ordenador, un móvil o una tablet.

-¿Dejaría de existir el voto nulo?

No creas, es un entorno muy regulado. Hay países en los que por ley tiene que ser posible el voto en blanco y el voto nulo. Hay que dar la posibilidad al elector de que pueda escribir lo que quiera.

-¿Qué medidas de seguridad utilizan para evitar el fraude?

Usamos medidas criptográficas que permiten al votante verificar que el voto cifrado que ha recibido y almacenado el servidor contiene realmente la opción que ha seleccionado (de forma secreta, por lo que no compromete su privacidad). También le permiten constatar que su voto ha estado presente en el proceso de descifrado y recuento sin que haya sido manipulado. Si detecta que el sufragio recibido por el servidor no contiene su intención (ya sea por un error involuntario o por un intento de manipulación deliberado), él mismo puede anularlo y votar de nuevo. De esta manera se garantiza que nunca se contabilizará un sufragio que no tenga su intención.

Por otro lado, el proceso de descifrado anónimo y el recuento de los resultados generan también pruebas de que los contenidos no han sido manipulados durante este proceso. Por lo que los auditores independientes pueden verificar que todos los contenidos de los votos descifrados y contabilizados se corresponden exactamente con los contenidos de los sufragios cifrados emitidos por los electores. Todo ello sin comprometer su privacidad y de forma totalmente transparente y abierta. Las pruebas que se generan son consideradas matemáticamente irrefutables, por lo que estadísticamente se estima imposible que alguien pueda generar una prueba que pueda engañar a los auditores o los mismos votantes.

-Aún poniendo todas las medidas de seguridad, ¿alguien puede votar por otras personas?

La pregunta no debería ser si es factible o no, sino si es detectable para evitar que este intento de fraude surta efecto. En nuestro caso las medidas que implementamos aumentan considerablemente la detección de cualquier intento de fraude, hasta el punto de que incluso las posibilidades de detección son mayores que en los procesos tradicionales. Si hablamos de voto presencial, es muy difícil la suplantación, al poder utilizar tecnologías como el DNI electrónico para identificar a las personas. También disponemos de censos electrónicos sincronizados que permiten detectar si alguien ha intentado votar en distintos sitios.

Si nos referimos al voto remoto y comparamos la posibilidad de suplantación con la del voto por correo, de nuevo la posibilidad es mucho menor con el uso del DNI electrónico. Además, tenemos mecanismos de distribución de credenciales (para los casos en los que no hay DNI electrónico) que permiten al elector detectar si alguien ha accedido antes que él y pedir una nueva tras anularla.

-¿Qué proporcionan? ¿Se encargan de todo el proceso, de principio a fin?

Tenemos una plataforma con 24 aplicaciones y cada una sirve para un proceso concreto dentro de la elección. Hay tres categorías. Por un lado, la del día antes de los comicios, donde tenemos, por ejemplo, las mesas electorales o el registro. Luego tenemos las aplicaciones de la jornada de los comicios, como el voto por Internet y otras. Por último, están las del día después de las elecciones, entre las que se encuentran el recuento, la consolidación o la auditoría.

Por tanto, se trata de un menú. Se puede elegir introducir todo o ir paso a paso, de forma gradual. Por lo que hemos visto, los gobiernos suelen elegir la segunda opción: empiezan por aquellas áreas que les dan más problemas y después, poco a poco, introducen nuevos productos.

-¿Mantienen la previsión de cotizar en Nasdaq en 2016?

Sí. Hicimos una ronda de financiación hace dos meses en la que obtuvimos 80 millones de dólares y entraron cinco inversores nuevos. El objetivo de salir a Bolsa es, por un lado, dar liquidez a los accionistas -ocho fondos de capital riesgo- que tenemos. Tienen una permanencia temporal en el accionariado y buscan lo que ellos denominan un evento de liquidez: bien la venta de la compañía, bien una salida a Bolsa. Nosotros consideramos que lo mejor era la salida a Bolsa para poder dar continuidad al proyecto.

Por otro lado, está la credibilidad. Nosotros vendemos tecnología muy compleja a gobiernos que tienen una aversión al riesgo muy alta para procesos como las elecciones. Entonces, es muy importante para nosotros ser una empresa que tiene accionistas con mucha credibilidad detrás, y cotizar en Nasdaq contribuye a ese objetivo.

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