Bocacalle

La gestapillo de Aguirre y las historias de Moa y Camps

Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid y próximo a los que la lideresa Aguirre califica de hijoputas en el entorno del alcalde Gallardón, prestó declaración como testigo ante el juez que investiga el supuesto espionaje a que fue sometido en 2008 por personal de la Comunidad de Madrid. Se montó una gestapillo, dijo Cobo, sin importarle que unas anteriores declaraciones suyas en contra de doña Espe le hayan valido una suspensión de militancia en el Partido Popular, algo que jamás le va a ocurrir a lideresa por rastreras que sean sus descalificaciones hacia quienes interfieren en sus ambiciones políticas dentro del PP. Resulta desolador que en la izquierda no haya alternativa para sustituir en Madrid a una presidenta y a un alcalde tan mutuamente enfangados en esa oscura y contumaz lucha por el poder.

Mientras eso no surja y los madrileños quieran, la lideresa Aguirre va a seguir haciendo honor a las declaraciones de Cobo calificando de vomitivos ciertos procedimientos de doña Espe y de gestapillo el espionaje al que el vicealcalde fue sometido. Vayamos por ejemplo al detalle de un curso de historia, promovido por la Comunidad de Madrid este mes y dirigido a profesores de Enseñanza Secundaria bajo el epígrafe Cuestiones sobre la España de 1931 a 1939, esto es, la España de la segunda república, nuestro primer periodo político plenamente democrático. (No olvidemos que para el gobierno valenciano de Francisco Camps (PP) esa etapa fue sólo una época de "quema de edificios religiosos y asesinatos", según  un resumen de la historia de España y la Comunidad Valenciana recogido en un manual de acogida para emigrantes editado por la Generalitat).

Uno de los ponentes del aludido curso, cuya influencia esperemos no se deje notar en los jóvenes alumnos que escuchen las disertaciones de los profesores asistentes, se ha caracterizado por haber expuesto públicamente las siguientes opiniones: Comparar a Zapatero con Hitler, defender el fusilamiento legal de las Trece Rosas (jóvenes militantes comunistas, alguna menor de edad), asegurar que la República salvó el Museo del Prado para entregarlo a la URSS y proclamar que Franco, además de ser el político de mayor envergadura en la España de los dos últimos siglos, no aniquiló a los rojos, los escarmentó.

En efecto, se trata de Pío Moa, ex terrorista del GRAPO, cuyo protagonismo como seudo historiador revisionista viene teniendo gran acogida entre la carcundia más obstinada de la sociedad española. Le acompañarán en el curso, que se celebrará a lo largo de este mes en un instituto de Madrid, reconocidos colaboradores de la FAES, la fundación neoconservadora del Partido Popular, y del periódico electrónico Libertad Digital, afín a la lideresa y al sector más retrógrado de la derecha. Sólo Gabriel Tortella, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Alcalá de Henares, se desmarca un poco de esa tendencia, quizá para compensar un poco la definida tendenciosidad sectaria del evento.

Habla Cobo de gestapillo y de procedimientos vomitivos en relación con Aguirre y sus ambiciones de poder. Si ciertamente resulta nauseabundo que la política sea esto en el interior de un partido que aspira a gobernar España y posiblemente lo consiga otra vez por deméritos del vigente gobierno, ¿qué calificativo puede merecer el que desde gobiernos regionales y democráticos se promuevan esas enseñanzas para conocimiento de las jóvenes generaciones y los inmigrantes? ¿Pretenden acaso reivindicar el franquismo después de que España en su Parlamento y la Unión Europea en el suyo -con la excepción del Partido Popular y otras formaciones minoritarias de ultraderecha- lo condenaran?

En verdad, Cobo, las gestapillos son de vómito. No sólo porque haya quien las ponga en práctica, sino porque no faltan quienes históricamente las justifican y valoran como lecciones a impartir.

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