Bocacalle

Reparación a las víctimas de Franco y ETA

Si se suman los años de la dictadura franquista y los años de actividad terrorista de ETA, el total viene a ser similar, pero el balance de víctimas es obviamente mucho mayor a favor del régimen que represalió duramente a los vencidos en la Guerra Civil. Durante casi cuarenta años, la paz de Franco fue una guerra contra todos aquellos que se opusieron a su victoria y también contra todos aquellos que pretendieron enfrentarse a su dictadura. Lo que nunca llegamos a imaginar fue que, llegada la democracia y transcurridos más de treinta años desde su instauración, los hijos de las víctimas del franquismo enterradas sin nombre en fosas y cunetas a lo largo y ancho del país estarían pendientes de la reparación y dignidad debidas a sus muertos.

Acabamos de saber que un grupo de ocho presos históricos de ETA, distantes ahora de la organización terrorista, han suscrito una carta en la que plantean nuevos pasos para que sea posible un proceso de paz en el País Vasco que silencie para siempre las armas. Entre esos pasos no podía faltar la necesidad de reconocer y reparar los daños causados a las víctimas del terrorismo. Según el libro Vidas Rotas, presentado el pasado mes de febrero en Madrid, son 857 las víctimas mortales ocasionadas por la banda desde 1968.

Con toda seguridad, el criterio de esos presos no coincidirá con el de quienes al frente de ETA pretenden seguir manteniendo una lucha armada tan inútil como exangüe. No se dan cuenta de que el clima de violencia en que pretenden seguir dándose algún sentido ya no tiene caldo de cultivo posible en la sociedad vasca. Bastaría sólo un poco de inteligencia para que lo comprendiesen, pero ya sabemos que eso es difícil cuando lo que prima es el fanatismo y la irracionalidad.

A la vista de la vergonzosa suspensión cautelar del juez Baltasar Garzón por haber abierto la primera causa penal a los crímenes del franquismo y la radical oposición del Partido Popular a la Ley de Memoria Histórica, estoy por asegurar que este país nuestro sólo dará los pasos definitivos hacia una convivencia política en paz y concordia democrática cuando la Iglesia deje de tener bajo su cruz el sepulcro de Franco y el Estado dé sepultura como debe a las víctimas del dictador. Es muy difícil sostener una concordia cívica sobre un arsenal de muertos/desaparecidos sin paragón en el mundo e inimaginable en la Unión Europea.

+@Diario del Aire

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