Bocacalle

Garzón y los abogados de Atocha

Quienes vivieron de cerca aquellos días recordarán la máxima tensión que se respiraba en Madrid el 24 de enero de 1977 y siguientes, con un riesgo de involución política permanente. En esa fecha fueron asesinados en un despacho laboralista del Partido Comunista, en la calle de Atocha, Luis Javier Benavides, Ángel Rodríguez, Enrique Valdevira, Javier Sauquillo y Serafín Holgado.

Aquel fue un crimen franquista, realizado por un comando de ultraderecha, cuyos inductores máximos -según los abogados encargados de la acusación particular- no llegaron a sentarse nunca en el banquillo por la lamentable instrucción que hizo del caso el juez Rafael Gómez Chaparro. Anotaba Bonifacio de la Cuadra, en un artículo publicado hace un par de años, que fue el magistrado José Antonio Martín Pallín quien calificó aquel juicio como el primero y el último contra el franquismo, vista la imposibilidad de que la vía judicial abierta por Baltasar Garzón para investigar los crímenes y las desapariciones durante la dictadura contara con el apoyo del ministerio fiscal.

Paradójicamente, un bienio después y el mismo día en que se cumplen 35 años de ese último crimen franquista que marca los albores de la Transición, es el juez Garzón quien se sienta en el banquillo, acusado de prevaricación por  un pseudosindicato de ultraderecha y Falange Española de las JONS, organización esta última de las más caracterizadas en la represión franquista durante la Guerra Civil.

Creo, si mal no recuerdo, que fueron 300.000 las personas que asistieron a la manifestación de duelo que se celebró en Madrid con motivo del atentado de la calle de Atocha. Quienes estuvieron presentes no la olvidan por la intensidad, emoción y fervor democrático que se respiró en la masiva convocatoria que colmó la Plaza de Colón.

No hubo gritos entonces, sino un impresionante silencio, aunque todos los concurrentes podrían haber coreado a una sola voz el verso de Paul Eluard que ayer sirvió de lema en el homenaje celebrado en la sede de Comisiones Obreras en memoria de los abogados asesinados: Si el eco de su voz se debilita, pereceremos. Veremos qué hace la justicia con la voz de Baltasar Garzón, sentada hoy en el banquillo.

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