Bocacalle

El Retiro no es Hyde Park

Una semana antes de que dos furgonetas de policía se presentaran anteayer en el parque del Retiro de Madrid para identificar y hostigar a los ciudadanos reunidos en torno al Palacio de Cristal, integrantes de la Coordinadora 25S y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, había tenido oportunidad de asistir a una de esas reuniones. En ellas se debate de política, paciente y pacíficamente, con el objeto de hacer de la política algo en lo que el ciudadano tenga participación y sentido, dejando de ser el sujeto pasivo a que lo reduce el vigente régimen.

Pensé entonces en los speakers corner de Hyde Park, esa esquina del parque londinense donde oradores desconocidos exponen y debaten sus ideas con el público asistente desde 1855. De ese año data tan constructiva costumbre, que se gestó con ocasión de los disturbios que tuvieron lugar en ese escenario para oponerse a una ley que prohibía comprar y vender los domingos, único día libre de la semana entonces. Marx frecuentó el lugar, como Lenin, Orwell o William Morris.

Es muy probable que la señora Cifuentes haya visitado Londres en alguna ocasión y hasta se haya sentido muy complacida al asistir a uno de esos mítines espontáneos. De hecho, la visita a Hyde Park para escuchar a los speakers viene a ser una cita casi obligada en la agenda de cualquier turista. Esto, durante la dictadura franquista sobre todo, era algo que a los españoles nos hacía envidiar mucho más el horizonte de libertades del que se gozaba en los países democráticos, totalmente inimaginable en el nuestro.

El pasado domingo, sin embargo, la delegada del Gobierno en Madrid consideró que el parque madrileño no es Hyde Park y que la política, como con Franco, no se debe ventilar al aire libre. Por eso la policía, como con Franco, acordonó e identificó a los reunidos, que han denunciado tal proceder por vulneración de la intimidad de las personas que se encontraban allí reunidas con la finalidad de discutir cuestiones políticas. Según los artículos 540 y 542 del vigente Código Penal, está penado todo comportamiento por parte de la autoridad o funcionario público que prohiba una reunión pacífica o que impida a una persona el ejercicio de otros derechos cívicos reconocidos por la Constitución y las leyes.

En El Retiro madrileño se han vulnerado los derechos de expresión y reunión, dado el carácter pacífico de la convocatoria, que en ningún momento –según me costa- impedía el tránsito por el parque ni constituía ninguna amenaza para la seguridad de quienes lo disfrutaban. Como con Franco, desde la Delegación del Gobierno de Madrid se está pretendiendo amedrentar mediante este tipo de actuaciones preventivas y dictatoriales a un movimiento crítico de protesta ciudadana cuya única arma es la palabra. Si el objetivo es desmovilizarlo utilizando esos viejos métodos, es probable que esa palabra crítica contra la democracia que no nos representa se multiplique y cobre mayor fuerza.

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