El desconcierto

El disputado voto del señor Sánchez

Tristeza socialista, alegría del IBEX-35. La subida de la Bolsa, tras conocerse la decisión del comité federal del PSOE, refleja muy bien la existencia de un comité paralelo, anexo a los poderosos, manejando directamente los hilos de la política española. Nada de informal e implícito, sino convenientemente formalizado y explícito. No les gusta arremangarse y entrar en faena, al fin y al cabo son unos caballeros exquisitos amantes de las sutilezas, pero era necesario actuar pronto para que no se consolidase un PSOE ajeno a sus intereses. No es casual que haya sido el 23 de octubre, la fecha fijada por Sánchez para celebrar primarias, el día elegido por los golpistas para intentar consolidar su golpe de estado. Pero aún no lo han conseguido. El resultado de esta votación del domingo es bastante claro: Susana gana, Sánchez vence.

Noventa mil firmas de militantes, la mitad de todos los integrantes del PSOE, exigen una consulta a las bases, un cuarenta por ciento del comité federal en contra de la abstención, ocho federaciones demandan solo once abstenciones necesarias para llevar al jefe de la Gürtel a la Moncloa; todo ello configura una respuesta democrática veinte días después de la defenestración de Sánchez. Es indudable, a la vista de todos estos datos, que de no haberse producido una intervención ajena a los intereses del socialismo, este mismo comité hubiese ratificado el "no es no" a la mafia del PP, y mañana o pasado mañana Pedro Sánchez habría denunciado desde la tribuna del Congreso de los Diputados la brutal política de recortes sociales implícita en los próximos Presupuestos del Estado.

Acierta Sánchez cuando en un tweet señaló la necesidad de la reconstrucción de un PSOE autónomo, alejado del PP, donde las bases decidan. De hecho, existe un PPSOE, tan ligado a los intereses de los poderosos mediante las puertas giratorias y la burocracia corrupta, que prohibe el derecho de los militantes españoles a decidir sobre la política socialista que ejercieron, por ejemplo, todos los militantes alemanes del SPD a la hora de apoyar a Angela Merkel. E incluso violentan la Constitución al imponer el mandato imperativo y negar la objeción de conciencia a sus diputados. Ferraz es ya hoy un cuartel ocupado por los sargentos chusqueros, calificados así por Borrell, que reciben órdenes de ese estado mayor instalado en Prisa. Pese a esta ocupación y al lobby de El País, la resistencia de los militantes, cuadros y diputados socialistas preocupa a estas llamadas élites agazapadas tras el golpismo.

La batalla gira ahora en torno a la abstención. Tras haber roto la disciplina de partido, al haber conspirado en la oscuridad de los despachos contra el anterior secretario general, las llamadas disciplinarias de Javier Fernández–mero eco de Susana– carecen de autoridad, legitimidad y moralidad. Ese desfile nada marcial y bastante amoral de todos los 85 diputados socialistas anunciando voz en alto su apoyo al gobierno Rajoy, no otra cosa es la abstención, sería, de producirse, un vídeo electoral muy letal para el socialismo español. De ahí que los dispuestos de motu propio a marcar el paso de la oca de Gürtel, una minoría, necesita que no se permita a nadie romper filas. Si no se prohibiese, sería evidente la contraposición política de dos actitudes, las indecentes y las decentes.

Justamente por ello, la gestoría Fernández busca tensar la relación entre el PSOE y el PSC, tratando de utilizar el clisé catalán contra la postura de Miquel Iceta. No es un problema territorial el que plantean  los socialistas catalanes, sino político y social contra la derecha del PP y Ciudadanos. A los golpistas les inquieta el mal ejemplo del PSC, cuando tropiezan con otros diputados rebeldes a la abstención y, sobre todo, el efecto llamada de la federación catalana contra el caciquismo de la andaluza, bien visible en el firme llamamiento de las ocho federaciones contra la obligatoriedad de la abstención. Así, en lugar de discutir ahora sobre una política socialdemócrata buscan una discusión territorial ajena por completa a lo que hoy plantea el socialismo catalán. De este modo, el PPSOE trata al PSC de la misma manera que el PP a Cataluña.

Pero la gran preocupación del gestor y sus poderosos clientes es, parafraseando la novela de Delibes, el disputado voto del señor Sánchez. Tras el tweet, la pregunta es ¿qué votará Sánchez? Si aquel "no es no" vuelve a resonar de su boca este fin de semana en el Congreso de los Diputados, un próximo congreso extraordinario del PSOE– aunque lo retrasen como ordinario a finales de 2017– bien podría ser el del triunfo definitivo de ese PSOE recuperado del que habla el defenestrado secretario general. De ahí que la gestoría de Fernández presione para que haga su particular viaje a Canossa, humillándose, y que sus leales le pidan que siga con su compromiso electoral y militante. Esta disputa por su voto es lógica dado que en la opción del no incrementaría su capital político tanto como lo disminuiría en cualquier otra decisión.. La correlación de fuerzas internas le es mucho más favorable que antes del primero de octubre salvo, claro está, que sus enemigos han ocupado Ferraz. Son los que quieren terminar de enterrarle con su voto como sudario. En sus manos está enterrarse o atrincherarse.

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