Pese al ángel Marcelo que le guarda de noche y de día, revestido en esta ocasión de gestor del PSOE, Jorge Fernández Díaz, cogido in fraganti en sucias tareas de espionaje a partidos democráticos por el diario Público, no ha podido hacerse con la presidencia de la comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados. Dos tuits, uno de Pedro Sánchez a las 9 de la mañana, recordando a los que hoy okupan Ferraz que un socialista nunca puede ni debe votar a un sujeto de su catadura, y otro de Pablo Iglesias, apenas media hora más tarde, proponiendo al morado Bustinduy como candidato alternativo, obligaban a la lideresa Susana Díaz a rectificar su decisión de facilitarle la presidencia de la citada comisión votando en blanco. Reprobado ayer como espía, con el voto incluido del perrito faldero ciudadano de la Moncloa, vetado hoy como presidente de la comisión de Exteriores.

Esta secuencia va a ser la de la XII Legislatura que hoy se inaugura, si es que dura más allá de mayo cuando Mariano Rajoy podría convocar nuevas elecciones legislativas. Un gobierno en minoría sin más muleta que la de Ciudadanos, la compraventa de los cinco escaños del nacionalismo vasco y un PSOE de la gestora Fernández que quisiera reeditar la abstención sin poder reeditarla como acaba de ocurrir en el parlamento. La oposición es desde hoy un tren con una locomotora, Podemos; un revisor, el PSOE de Sánchez y un viajero desnortado, el PSOE de derechas que no puede desenganchar su vagón. Ayer se vio con bastante claridad. Bastó que Iglesias diera el botón de alarma para que Sánchez revisara el voto socialista y Susana Díaz empezara a cantar por bulerías cuando ya cantaba por soleares, que es lo que había acordado con el guitarrista Rajoy.

Es una cuestión de higiene democrática. Pésimo debe ser el olfato de la lideresa cuando no ha sentido el fuerte tufo que exhala Fernández Díaz. Decía su portavoz Hernando, otro profesional que vende su voz a todas las direcciones posibles, que no era plato de su gusto el espía en cuestión, pero que así se había acordado con el PP y, por lo tanto, se imponía votar en blanco. Ahí está el quid pro quo del problema. Porque si la impresentable abstención a Rajoy es el prólogo de otras cesiones vergonzosas de Susana Díaz– nunca hay que engañarse con gestoras taparrabos– apañado  va el PSOE oficialista. Tanto es así que empezó a bailar la yenka en cuanto el muerto de Pedro Sánchez dio señales de gozar de bastante buena vista política, como se pudo ver en el tuit que marcó el cambio de voto del grupo parlamentario socialista.

No fue el PSOE de Susana Díaz, como reza hoy el titular del diario oficial de la coalición PPSOE, quien impidió que Fernández Díaz se hiciera con la presidencia de la citada comisión sino el PSOE de Sánchez que, junto con Podemos, obligó a desdecirse a los que habían pactado con el PP . Si Pablo Iglesias no se hubiese mantenido firme en su negativa a limpiar la imagen de quien ha estado espiando a dirigentes democráticos, Sanchez no hubiera podido recordar a sus compañeros que nunca cabía votar a un indecente justo cuando se le acaba de coger en la indecencia del espionaje. Es una muy buena conclusión para el conjunto de la izquierda que el PP vea que todo pacto con los gestores que ocupan el PSOE es papel mojado. No por la voluntad de quienes lo han firmado– el trío Susana Díaz, Antonio Hernando y Javier Fernández– sino por la acción combinada de Sánchez e Iglesias.

La lección de esta experiencia indica que Sánchez, desde fuera del parlamento, tiene muchas más probabilidades de poder intervenir en la vida del PSOE que encadenado y bien encadenado en las galeras del Congreso de los Diputados. Ha bastado un tuit para lograr la rectificación de sus compañeros en función del miedo que le tienen los gestores. Mientras no anulen las primarias y coopten por las bravas a la presidenta de la Junta Militar, que es como llaman en Andalucía a la gestora de Susana Díaz en Madrid, cada nueva cesión que necesiten dar a Rajoy va a desarrollarse bajo la mismas secuencia de ayer. Alerta de Pablo Iglesias, revisión de Pedro Sánchez y rectificación de la gestora. Más le valdría a Rafael Hernando negociar con Sánchez que con Antonio Hernando. Que se lo pregunten a Fernández Díaz al que habían asegurado que lo suyo estaba hecho.

Que este infumable papel del PPSOE haya sido roto en mil pedazos– Sánchez tirando desde una mano e Iglesias desde la otra– es un buen ejemplo de lo que puede conseguir una oposición basada en la unidad de la izquierda. Cuando el PSOE de Pedro  Sánchez emerja, es cuestión de tiempo dada la agenda antisocial del gobierno Rajoy, podría encabezar junto con Podemos la necesaria lucha social y parlamentaria contra la alianza de todas las derechas del estado español en orden a la elaboración de una alternativa de todas las izquierdas. Que el PSOE, una vez finalizados estos tiempos turbios que hoy padecen, pueda girar a la izquierda es una muy buena noticia justo cuando se intenta empujar al resto de la izquierda hacia la derecha. El entierro político hoy del gran hermano Fernández Díaz puede preludiar que mañana se abra una alternativa basada en la premisa: con el PSOE, Unidos Podemos.