El desconcierto

El submarino morado del PSOE bis

A medida que se recorre la cuenta atrás hacia Vistalegre II, el periscopio del submarino morado del PSOE bis se hace cada vez más presente en Podemos. Durante este fin de semana, por ejemplo, el propio Pablo Iglesias ha manifestado su deseo de que Errejón no emerja como su capitán, mientras otros, como el dibujante Peridis, buen conocedor del PSOE oficial, manifestaba en la Sexta Noche todo lo contrario, al expresar su gran esperanza en Errejón. Si el dirigente podemita le teme, el intelectual socialista le desea. Pese a ser una especulación, este submarino está tan a la vista como aquel Yellow Submarine; pese a que nadie, desde dentro o fuera de Podemos, lo haya podido detectar en las aguas movedizas de Vistalegre II, cuando tan sólo faltan apenas una quincena de días para el comienzo de las votaciones de casi medio millón de inscritos.

Ambas esperanzas contrapuestas son compartidas en el entorno de Iglesias y de Peridis. Asesores, consejeros y políticos de Podemos lo expresan incluso con mucha más contundencia que el propio secretario general. No digamos en Prisa y en los restantes grupos mediáticos de la derecha, que insinúan un día sí y otro también la inclinación prosocialista de Iñigo Errejón, sin una solo prueba que lo corrobore. La lógica de la prueba, básica en todo juicio, es mal sustituida por la prueba de la lógica, según la cual este contraste de pareceres en la formación morada lleva a los "moderados" a navegar en el submarino morado PSOE bis. Más allá de los indicios, es todo un juicio de intenciones por unos y otros fiscales de la acusación. No son más que fuegos fatuos que dispara tanto la artillería amiga como la enemiga.

Convertir las distintas interpretaciones, sobre la negativa anterior de Podemos a la investidura del Gobierno Rivera-Sánchez o sobre las tácticas parlamentarias actuales en el grupo parlamentario morado, en una versión actual del motín del Caine, es sencillamente disparatado. Así las cosas, los mal llamados pablistas y errejonistas, que alimentan esta intoxicación, son más papistas que sus respectivos Papas. En cuanto a los podemólogos que la nutren, es su trabajo y para eso se les retribuye bastante bien. Entre el sectarismo de los primeros y el amarillismo político de los segundos, que se retroalimentan, intentan botar ese submarino PSOE bis que dicen ver navegar por los agitados mares de la política española sin que ningún sonar lo haya todavía detectado. Ese PSOE bis no es, hoy por hoy, más que una pesadilla de Iglesias y un deseo de Peridis.

Porque es bastante evidente que este submarino morado PSOE Bis, que en teoría pretendería navegar en paralelo con el PSOE oficial, no podría ni siquiera flotar. Tanto Toxo como Alvárez, líderes sindicales con muchas horas de navegación, lo han advertido al comunicar a Ferraz que no están dispuestos a colaborar, si los socialistas los traicionan luego para hacerse la foto bipartidista con Rajoy, como ha ocurrido con el salario mínimo interprofesional. La bitácora posibilista es hoy día imposible. Sin la doble presión combinada, la parlamentaria y la de la calle, no hay oposición sino decorado de arte y ensayo bipartidista. Ni en lo económico, social, territorial e institucional apenas hay margen para el gradualismo. Salvo, claro está, que en la cartografía marina pueda aparecer un paquebote hundido o a punto de hundirse que podría ser el PSOE.

No es así ni lo será. Es verdad que este partido marcha a la deriva. Fueron muy torpes al dar el golpe de Estado contra Pedro Sánchez, pero lo fueron más al devolver el voto a los militantes. Es sabido que los golpes no se dan a medias. Si a los seis meses de aquel brutal acto de fuerza, para defenestrar a un secretario general elegido, se convocan primarias, carece de todo sentido que se lleven las manos a la cabeza ante la reaparición del ayer defenestrado. O se rompen los estatutos o no se rompen. No vale romperlos sólo  por una de las puntas. Pero los poderosos no van a dejarse arrebatar una sigla que, como bien dice Iglesias, es hoy el mejor ministerio de maquillaje social de Rajoy. Conviene anotar bien que se ha convocado el congreso sin que se haya publicado las normas que lo regulan. Un simple cambio de éstas, que el líder sea elegido por los delegados en lugar de los militantes, sería la última arma de los burócratas.

Sus razones tendrá Errejón para no despejar tanto los temores propios como los deseos ajenos. Su brillante discurso, su excelente dialéctica, finalmente nunca desemboca en una propuesta política concreta sobre la actual política de alianzas de Podemos. Autocalificar sus tesis como ganadoras, transversales y seductoras no ayuda nada a encontrar el bosque político que esconden sus árboles verbales. Parece tan necesario que marque también al PSOE como bien marca las distancias con Izquierda Unida. No hay mejor momento para manifestarlas que Vistalegre II. El casi medio millón de inscritos de Podemos demanda que termine ya con la ambivalencia con la que casi siempre logra envolver sus argumentos. Tanto si confirma las esperanzas de  José María Peridis como las de Pablo Iglesias, es necesario para Podemos saber si Pablo e Iñigo marchan juntos, por separado o contrapuestos. ¿Cómo votar si no se sabe lo que se vota?

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