El desconcierto

Por qué Rajoy nunca investigará a Rajoy

Le ha costado trabajo, se ha resistido, pero al final, a contras y barrancas, Rajoy ha votado ayer en el Congreso de los Diputados la creación de una comisión de investigación sobre la financiación ilegal del Partido Popular. Pero, no hay que engañarse, no es más que una votación obligada por el espléndido aislamiento parlamentario en el que se encuentran los populares. Ha preferido votar para no quedarse, una vez más, en soledad. Al fin y al cabo sólo ha entregado un voto a cambio de una comisión que únicamente podrá comenzar a funcionar, si es que funciona, allá por el otoño. Ha ganado seis meses, que en la coyuntura actual son más o menos casi una eternidad, en los que buscará la mejor forma de torear a los investigadores, si es que antes no da carpetazo a la misma comisión. Porque lo que debe estar claro es que Rajoy nunca investigará a Rajoy.

12 sumarios, 167 procesados, entre ellos 5 de los 6 tesoreros del PP, no son más que la punta del iceberg corrupto compuesto por algunos altos funcionarios del Estado, golfos profesionales y matones extremistas. Ministros, secretarios de Estado, presidentes de varias Comunidades autonómicas, alcaldes, concejales aparecen en la Gürtel y la Púnica. Nunca la corrupción en España había llegado a estar tan institucionalizada. Ni  aún siquiera bajo Francisco Franco, del que son herederos directos. Bajo la argamasa del nefasto capitalismo de amiguetes del Colegio El Pilar, nacido de la privatización de las empresas públicas habidas con Aznar, el Partido Popular es hoy el principal nido de corruptos que asolan a toda la sociedad española. El PP es hoy la expresión política de esa fusión del capitalismo monopolista con el Estado.

No va a ser un hábil registrador de la propiedad, como es Rajoy, quien vaya a desentrañar como funcionó su Caja B, ni a vincular el dinero negro recibido con los contratos públicos a quienes, mientras predicaban ayer la libre competencia, hacían buenos negocios con esa mano invisible del mercado que es la Moncloa. Si algún optimista piensa que el presidente del Gobierno podría comparecer mañana en dicha comisión de investigación, si es que se pone en marcha, para explicar el por qué y para qué de los sobres que Luis Bárcenas regalaba por los despachos de Génova, ya puede esperar sentado. No ha votado la citada investigación para combatir a los corruptos, bastante bien claro lo ha dejado con su actitud reacia al voto, sino únicamente porque hoy, conviene subrayar este hoy, políticamente le era necesario.

Bastante rápido vamos a ver en el Senado a Rajoy socializando la corrupción. Aprovechando su mayoría, el PP se dispone a investigar la financiación de los restantes grupos parlamentarios sobre la base de los infundios que su brigadilla políticosocial junto con su Brunete Mediática, bien instalada en los medios de comunicación, lanzan sobre la oposición. Tiene razón Aitor Esteban cuando señala que esto va a ser un pim-pam-pum de unos contra otros, aunque la pierda este portavoz del PNV cuando ha sido arrastrado a ir a votar la citada comisión de investigación, porque el Cupo no vale ninguna Misa Negra del PP. Mostrarse equidistante entre la corrupción real, que tiene su estado mayor en la Moncloa, y la corrupción ficción, con la que se  intenta manchar al resto de los partidos, podría ser interpretado como el primer pago por los favores recibidos.

En ese contraataque del PP encaja como anillo al dedo de Rajoy que Albert Rivera presida la comisión de investigación sobre la Caja B del PP. Si así fuera, sería tanto como poner a la zorra al cuidado del gallinero. No va a ser el único partido montado desde, por y para el IBEX, que tanto tiene que ver con la corrupción del Partido Popular, el que precisamente ayude a investigar los trapos sucios de sus socios populares, ni mucho menos las amistades peligrosas de sus banqueros y empresarios con los comerciales del PP en Madrid y Convergencia en Barcelona. La comisión de investigación sería un aborto si el ciudadano Rivera fuera elegido para presidirla. Más allá del puro paripé que Ciudadanos necesita vender para no aparecer como la Caja B política del Partido Popular, no dará un paso más.

Salvo que estén dispuestos a romper la Gran Coalición– Rajoy los va a tener más agarrados que nunca a partir del 3 de mayo con el chantaje de las urnas–, no se entiende bien la razón por la que Ciudadanos y Susana Díaz, con la gestora por poderes, denuncian justo ahora la corrupción de quien apoyan. No votaron o se abstuvieron en la investidura de Rajoy engañados, ni las prácticas corruptas de hoy son mayor que las de ayer. Ellos saben que Rajoy nunca investigará a Rajoy, tanto como Rajoy sabe que Albert Rivera y la lideresa Susana Díaz sólo lanzan un brindis al sol. El primero por rehacer la muy deteriorada imagen de Ciudadanos, la segunda por afrontar unas primarias del PSOE en la que aparece como la gran candidata de Rajoy.  Si consiguen ambos objetivos muy difíciles, sobre todo el aval de los militantes socialistas, esta comisión de investigación será barrida por lo que el viento se llevó.

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