El desconcierto

Las tres derechas y los cinco generales

Ya son cinco los generales que se presentan hoy encabezando candidaturas de Vox. Es la principal novedad, por el momento, que ofrece la nueva formación nacionalpopulista. No es, desde luego, la primera vez que se presentan como candidatos antiguos mandos militares; pero sí es la primera que lo hacen desde una opción que cuestiona la España de las Autonomías. Es decir, se sobrentiende que apoyarían una contra reforma de la Constitución de 1978, que recentralizara el estado español como vienen propugnando, con algunos matices, Pablo Casado, Albert Rivera y, sobre todo, Santiago Abascal. De las tres derechas hemos pasado a los cinco generales.

Convertir a Vox en la voz de las Fuerzas Armadas es la intención que subyace en estas candidaturas. No se enuncia, pero se sugiere. El problema de esta propuesta es que las FFAA son constitucionales y tendrían que dejar de serlo para que esa conversión se concretara. Que unos profesionales militares, con una acreditada hoja de servicios, encabecen este planteamiento, chirría con la misión constitucional de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire dirigidos por el ministerio de Defensa. Aunque, claro está, en su calidad de ciudadanos civiles, ahora mismo son únicamente unos militares en la reserva, tienen perfecto derecho a suscribir el programa de Vox. La interrogante es ¿por qué han dado este paso?

Casado y Rivera, dos insensatos políticos con más ambición que inteligencia, van a remolque de la línea coherente de Santiago Abascal. El discurso de la traición de Sánchez a España, eje del discurso de las tres derechas, lleva a asumir el programa de Vox. Si España se rompe, en Cataluña mandan los traidores y en  la Moncloa, los cómplices de la actual descomposición del estado español, ¿qué otra alternativa queda que no sea la que ahora encabezan los cinco generales? Vox va a empezar a recoger el próximo 28 de abril todo lo sembrado por el Partido Popular y Ciudadanos.  De la abierta teoría preconstitucional del PP y Cs, a la propuesta preconstitucional del quinteto militar de Vox.

El desafío de la Generalitat, junto con el riesgo de desintegración de una Unión Europea según el modelo de disolución de la vieja Unión Soviética, alimentan la doble pulsión del nacionalismo español. En Cataluña, para defender a España del enemigo interior; en Berlín, del potencial enemigo exterior. Atención a la visita a la capital polaca de Santiago Abascal donde se ha entrevistado con el dirigente Jaroslaw Kaczynski, uno de los actuales promotores de la renacionalización de los estados europeos, el enemigo público número uno de toda las derechas elitistas del viejo continente. El nacionalpopulismo, que en la Europa del Este encauza toda la cuestión social, puede también encauzarla en la Europa del Sur, como ya sucede en Italia con Salvini.

El quinteto de Vox se ajusta como un guante a la mano militar de la literalidad del artículo octavo de la Constitución, que establece como misión de las Fuerzas Armadas  la defensa de su integridad territorial. Redactado durante una complicada transición, este artículo no tiene otro precedente directo que el artículo 37 de la Ley Orgánica del Estado de 1967, aprobado por las Cortes de la dictadura del general Franco. La similitud redaccional tuvo que ser matizada en el debate constituyente con la clara afirmación de una intencionalidad diferente. No existe, desde luego, ningún articulado homólogo en nuestro constitucionalismo histórico, ni en las restante constituciones occidentales se recogen  formulaciones iguales o parecidas a las de nuestro texto político fundamental.

La pregunta bastante obvia, ¿quién dirige las Fuerzas Armadas?, es respondida a medias. Según el artículo 97 de la Constitución de 1978 corresponde al Gobierno, según el artículo 62 corresponde al Rey el mando supremo de las FFAA. Aunque no cabe deslindar con claridad esta facultad efectiva del presidente del Gobierno con el mando del Jefe del Estado, nunca ha existido ninguna interpretación conflictiva en estos últimos cuarenta años;  pero ese binomio muy inquietante, tres derechas y cinco generales, necesita ahora una contundente contestación electoral de la supremacía del poder civil, que emane de la soberanía popular  a través de las urnas del 28-0. En definitiva, un resultado que implique la continuidad inequívoca de la mayoría progresista de Sánchez.

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