El desconcierto

Los renglones retorcidos de Sánchez e Iglesias

Nada más normal que la negociación del PSOE con Podemos para la consecución de un pacto político entre las dos formaciones de izquierda. Salvo la impaciencia de los que buscan abortarlo, en ambos partidos, todo transcurre con el tira y afloja habitual en este tipo de intercambios. Conjugar los intereses personales de los líderes con los colectivos de las organizaciones, en medio de una muy seria crisis del Estado, no es una tarea fácil de cara, además, a una investidura. Ni tampoco puede tener nada de extraño las posiciones de partida, tan distantes como en cualquier otro proceso negociador. Pero, por el contrario, lo que si es excepcional son los renglones retorcidos de la derecha que acompañan esta polémica de la izquierda.

Puede que Dios escriba con los renglones torcidos, como solía decir Francois Mauriac, pero lo que sí es seguro es que el Dios de las finanzas escribe con los renglones retorcidos. Basta observar hoy el reparto de papeles de los principales medios de comunicación, unos sosteniendo a Podemos contra el PSOE, otros empujando al PSOE contra Podemos, para entender que todos buscan la ruptura de Pedro Sánchez con Iglesias.  No sólo se retuercen sus posiciones sino que además se les azuza para que se destrocen. En esa dirección tanto La Caixa como el BBVA o el Santander, del que dependen los grupos de presión mediáticos, llegan tan lejos que a veces algunas cabeceras parecen órganos del PSOE o de Podemos.  Esta enorme capacidad de manipulación sobre líderes y partidos, bien evidente estos días, puede convertir en antagónicas sus contradicciones.

Que medios oligárquicos recuperen una fraseología socialfacista contra el PSOE, ajena a lo que es Podemos, o la propuesta contra natura de la coalición PSOE-Cs, muy ajena al currículum de Pedro Sánchez, es sintomático. Nada las define mejor que esa tentativa, justo en medio de una tensa negociación, de recuperar lo peor de la historia de cada familia de la izquierda para quebrar la unidad de la izquierda. La reciente e impresentable experiencia de Madrid, donde el enfrentamiento cainita de Podemos ha desembocado en la pérdida de la alcaldía, y en el fracaso de recuperación de la Comunidad robada por el tamayazo de la derecha, estimula esta perversión política de la oligarquía.

Justo porque Rivera defiende la autonomía de Ciudadanos contra sus promotores financieros, sus críticos son 4 dirigentes frente a los 24 de su líder, no tienen más salida política que la ruptura del PSOE con Podemos para evitar una alternativa programática progresista. Derrotado el acoso externo, por la firme negativa de Albert Rivera, se impone el acoso interno, movilizando mediáticamente a las minorías antimoradas del PSOE contra Pablo Iglesias, al mismo tiempo que a las minorías antisocialistas de Unidas Podemos contra Sánchez. Nada les interesa más que  desembocar en un PSOE socioliberal alejado de la socialdemocracia y un Podemos bien anclado en la impotencia como lo estuvo el PCI durante cuatro décadas hasta su desaparición.

Si Sánchez e Iglesias no perciben esta envolvente mediática están perdidos como líderes de izquierda y está casi perdida la izquierda. Pueden sobrevivir en la impostura e impotencia, pero habrían allanado el camino de la Moncloa a las tres derechas. Seguir la estela de El País o La Vanguardia conduce al doble suicidio de las fuerzas de progreso. Fracasado el proyecto de Errejón, que hubiera resituado Podemos, a la vez que el proyecto de  Garicano, que pretendía resituar Ciudadanos, los poderosos necesitan que Sánchez e Iglesias se machaquen en el Congreso de los Diputados para gozo y beneficio de los grupos de presión. Porque sin Pablo, Pedro no es más que un cero a la derecha y sin Pedro, Pablo no es más que un cero a la izquierda.

La sombra de Cibeles no debería proyectarse más sobre la Moncloa. Sánchez e Iglesias, junto con sus direcciones, deben dar ahora una respuesta contundente a esta desesperada maniobra oligárquica tras su doble fracaso en romper las tres derechas y disciplinar a Rivera. Las urnas han dejado bien claro la voluntad soberana de la mayoría de los españoles y los posteriores sondeos la confirman aún mucho más. La alternativa es clara. Continuar los últimos nueve meses de estrecha colaboración del PSOE y Podemos corrigiendo errores a la vez que intensificando objetivos sociales, es la mejor respuesta a quienes hoy intentan que los progresistas luchen entre sí en vez de luchar contra la involución preconstitucional de toda la derecha.

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