El desconcierto

La asignatura pendiente de Errejón

Errejón se ha convertido en el centro de una campaña electoral que aún no ha comenzado. Al dividir el voto de la izquierda, en la misma proporción política que está dividido el de la derecha, proyecta inevitablemente el fantasma del palacio de la Cibeles sobre el palacio de la Moncloa. Pero hay que señalar que las encuestas publicadas hasta el momento, sobre la intención de voto del 10 de noviembre, carecen de valor, porque ahora hay un sexto partido en el escenario electoral. Aunque, probablemente, se presente únicamente en una docena de provincias, su repercusión irá  va mucho más allá de cual sea su proyección en escaños. Que una escisión de Podemos se constituya como partido compitiendo por el mismo espacio de  Unidas Podemos cambia el mapa político.

En un principio fue el verbo conjunto de Errejón e Iglesias, conjugado de modo distinto por ambos desde que en febrero de 2015 lanzaran, en el madrileño Teatro del Barrio, Podemos. Dos conjugaciones diferentes que no tardaron en convertirse en antagónicas desde su entrada en el Congreso de los Diputados. Ninguno de los dos trató de buscar una síntesis y, lógicamente, aparecieron dos Podemos con lecturas e interpretaciones que no tardaron en chocar abiertamente. Mientras Iglesias se blindaba con el 70% de los votos de los inscritos en el congreso de Vistalegre II, Errejón se arropaba con la mayoría de los votos de los electores en las recientes elecciones de la Comunidad de Madrid.  Esta lucha interna acabó con el regalo de la Cibeles a las tres derechas.

La profunda irritación social generada por la total ausencia de un acuerdo progresista es vista hoy como una oportunidad de oro por Errejón para abordar su asignatura pendiente. De la misma forma que el cabreo social del 15–M estuvo en el origen del movimiento de Podemos, que en 2015 puenteó a Izquierda Unida, ahora, en 2019, se trata de puentear a Unidas Podemos con Más País y con la ayuda del malestar social del 23–S. O de intentar recuperar, en la concepción de Errejón, el proyecto inicial de Podemos adulterado por Iglesias, siempre según la visión de Más País. En este mismo enfoque, Unidas Podemos debe ser sustituida, absorbida o fagocitada como lo fuera hace unos cinco años aquella Izquierda Unida de Cayo Lara.

Máxime cuando más del 45% de los electores de Unidas Podemos, según las encuestas, apoyaban pactar con el PSOE un programa común aplicado por un gobierno progresista, defendido también por  Errejón. Que duda cabe que la cadena de errores morados, basados en una incorrecta evaluación de la correlación de fuerzas, va a ser esgrimida en este nuevo episodio de la lucha de tronos, más exacto sería decir de sillones, que hoy se desarrolla entre Errejón e Iglesias. Sobre todo, cuando no es el programa lo que separa a uno de otro, sino el control del poder interno. Esa asignatura pendiente desde 2015, continuamente aplazada, es la que explica la gestación de Más País. O sea, más Errejón, menos Iglesias.

Es ese cara a cara, Errejón contra Iglesias en el ring electoral de Madrid, el que va, sobre todo, a determinar el asalto de Más País a Unidas Podemos. No solo se juegan media docena de escaños, se juega si  Iñigo Errejón podrá o no reeditar su victoria en la comunidad madrileña donde Iglesias, por persona interpuesta, sólo pudo sacar unos 7000 votos. Ese es el desafío pendiente, desde hace un largo quinquenio morado, que Errejón busca abordar el 10 de noviembre. No comparto la opinión de Gabriel Rufián, cuando llega a tuitear que el nuevo partido ha decidido vengarse, pero en cambio, sí creo que Iñigo Errejón desea saldar una asignatura pendiente con  Pablo Iglesias. La pregunta es: ¿Qué Podemos es el original?

Una vez saldada, nada cambiará sustancialmente en el escenario político salvo, quizás, para una Unidas Podemos  más desunidas e impotentes. Afortunadamente, la Moncloa  no es hoy Cibeles, ni sus inquilinos son los mismos, por lo que no cabe hoy riesgo alguno de repetir el regalo a las tres derechas habido en Madrid. Puede que la pelea morada tenga un coste electoral para el PSOE, en la medida en que Errejón frene el trasvase de voto morado a Ferraz , pero se verá muy compensado por el beneficio político de poder avanzar hacia una salida portuguesa después del 10 de noviembre. Sobre todo, porque la actual coyuntura política empujará a los tres, Pedro Sánchez, Errejón e Iglesias, a la consecución de un pacto programático. Cuanto antes se salde esta asignatura pendiente entre los que crearon Podemos, mejor para todos los progresistas.

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