El desconcierto

El menage a trois de Arrimadas

La quinta investidura de  Pedro Sánchez lleva camino de ser tan larga, áspera y tortuosa como lo fueron las anteriores en las que no fue investido porque no tuvo los escaños de Unidas Podemos. Buena prueba de ello es la propuesta de un menage a trois político -PSOE, Ciudadanos y Partido Popular- que Inés Arrimadas ha enviado a la Moncloa como prólogo a una reunión con el actual presidente de gobierno en funciones. Llama la atención que Pedro Sánchez, aún fresca la tinta con la que firmó el preacuerdo con Pablo Iglesias, no le haya devuelto la carta y que incluso manifieste el deseo de reunirse con la nueva líder de Ciudadanos, pese a que está repartiéndose el ajuar gubernamental con Unidas Podemos antes de consumarse la boda.

Quien vea una voluntad adúltera o una vocación de infidelidad en Sánchez se equivoca. No es nada personal contra Iglesias, ni contra el preacuerdo del PSOE con UP, lo que sucede es que los escaños de la fiel pareja Sánchez& Iglesias son insuficientes y  hay que buscar el trío natural con la izquierda soberanista de ERC. Pero los republicanos son duros a la hora de pelar la pava como se está constatando en las reuniones públicas y, sobre todo, en las privadas, en las que también coparticipa la izquierda populista. No es nada fácil, aunque no sea imposible, armonizar el conocido manual de resistencia de Pedro Sánchez con el desconocido manual de desobediencia civil de los sociólogos estadounidenses Engler, los dos hermanos Paul y Mark, que aplica Junqueras.

Ya es un hecho que a Sánchez e Iglesias no les va a tocar el gordo en la lotería de Navidad. Ni siguiera los reintegros. Su décimo no encuentra comprador, al menos por el momento, en la izquierda soberanista. Pere Aragonés habla de semanas de negociación, en las que tampoco se vislumbra un  resultado positivo de tales reuniones, justo cuando el socio preferente de la Moncloa apremiaba al  pronto pacto para no crear malestar. Luego, el distinto timing político de las dos izquierdas españolas con la izquierda catalana impide ahora no solo la cena de Nochebuena sino también la de Nochevieja de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias en la Moncloa mientras que el líder de ERC cena en la celda de Lledoners.

Aunque aplazar sea una forma diplomática de negar, no es el caso de Esquerra Republicana. Sorprende mucho que en la Moncloa se haya manejado esa posibilidad teniendo en cuenta que el  próximo  19 se conocerá si  el Tribunal Europeo reconoce el derecho de inmunidad parlamentaria del eurodiputado Junqueras y que, además, dos días más tarde, el sábado 21,  se celebrará uno de los más cruciales congresos de Esquerra Republicana. Quizás el caudillismo imperante hoy en toda la política madrileña obnubile la visión sobre una plural realidad catalana que cabalga además sobre un movimiento de masas desconocido desde hace años en Madrid. No les queda más remedio que esperar a los Reyes Magos para ver si les regala la Moncloa o les trae el carbón de unas terceras elecciones.

El menage a trois  que sugiere Inés Arrimadas busca justamente, antes o después de que ERC se mantenga en sus trece -nunca mejor empleada la expresión-, evitar que ese carbón negro electoral sea depositado en la Moncloa. Probablemente no solo en la forma que propone sino mediante otras fórmulas que resucitarían el non nato gobierno del PSOE con el Ciudadanos de febrero de 2017, que fue el primero de los cuatro fracasados de Sánchez impedidos por Iglesias. La iniciativa de  Inés Arrimadas es mucho más importante por lo que no dice que por lo que dice y abre camino, puesto que va a acudir a una reunión política con el inquilino provisional de la Moncloa, a todo tipo cambios en el invierno.

Habrá que esperar a ver las reacciones de los políticos llamados a compartir extraños compañeros de cama. En el mismo PSOE, donde Borrell se ha marchado a Bruselas manifestando su incomodidad con ERC, o en el PP, donde incluso Esperanza Aguirre propone ayudar a que Sánchez gobierne en solitario; por no hablar del PNV, que incluye el derecho a decidir consensuado con el Estado español en su actual anteproyecto de Estatuto. De repente, Sánchez encuentra al final del otoño los escaños que no pudo hallar al final del verano. Entonces nadie le echó una mano. Se vio obligado a convocar elecciones por el error estratégico de los que hoy ya le han dado su apoyo como Unidas Podemos  o se lo van a dar si tienen oportunidad como Ciudadanos o el Partido Popular. Por ello, casi un mes después del 10 de noviembre, Pedro Sánchez no sabe aún con  certeza con quien gobernará, cuando formará gobierno y cuanto tendrá que pagar por formarlo.

 

 

 

 

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