El desconcierto

El barrido judicial del Partido Popular

El Partido Popular no gana para disgustos con los tribunales. Al torpedo Kitchen lanzado desde la Audiencia Nacional por el juez Garcia Castellón, que lo ha dejado muy tocado, hay que sumar desde ayer el de la Gürtel, disparado desde el Tribunal Supremo, que lo deja al pairo. Prosigue, pues, la limpieza judicial del PP sin que sus dirigentes den muestra alguna de voluntad de barrer la basura acumulada a lo largo del gobierno de Rajoy. Dos años después de ser arrojados de la Moncloa por la moción de censura de Pedro Sánchez, siguen con los brazos cruzados mientras los jueces los sustituyen limpiando Génova de polvo y paja delictiva.

Sorprende tal apatía, la Kitchen aún no ha terminado, ni tampoco la Gürtel puede darse por concluida. Cuando próximamente se abra la comisión del Congreso de la Diputados, para debatir la investigación del magistrado García Castellón, e ingresen en prisión los condenados por la Gürtel, volveremos a escuchar a Luis Bárcenas en el parlamento y a su señora en el juzgado. Asombra todavía más que Mariano Rajoy manifieste sentirse moralmente satisfecho por la sentencia, obviando que estamos en vísperas de que Luis el cabrón y su esposa estén a punto de recuperar la memoria sobre la identidad de un tal M.Rajoy que aparece en sus  mismos apuntes contables. Parece como si la Justicia volviese ciegos a todos los que tienen que enfrentarse al Tribunal Supremo cuando se muestran tan seguros de su veredicto de inocencia.

Quizá su condición de altos funcionarios del Estado, lo son la tríada directiva de la Gürtel, les permita verse como unos ciudadanos por encima de toda sospecha, hable lo que hable Bárcenas y diga lo que diga Martínez o el sursum corda. Hoy por hoy, Mariano Rajoy, Soraya Santamaría y Dolores Cospedal ya no controlan por la puerta de atrás el Tribunal Supremo, ni el Ministerio de Interior y, desde luego, mucho menos el CNI. Hoy, desde un sencillo registro de la propiedad, desde el bufete Cuatrecasas o desde la abogacía del Estado, es poco menos que imposible torear al Tribunal Supremo. Más aún, se encuentran en manos de quienes ayer violaban las leyes para protegerles.

La cláusula jurídica rebus sic stantibus– estando así las cosas– les permite eludir el pacto de silencio, dado que las condiciones en las que se pactó el entramado de la Gürtel han variado radical e imprevisiblemente. Así, quienes fueron sus ejecutores, colaboradores o meros cómplices desde la Administración, máxime si afrontan duras condenas, se disponen a romper la omerta que aún recubre el iceberg tanto de la Kitchen como de la Gürtel. Si, además, la trinidad no santa del presidente y las vicepresidentas se odia más que ayer y menos que mañana, y ese odio recorre toda la estructura delictiva, como se vio en las primarias del PP, que dieron paso a un inútil como Casado para cerrar el paso a Soraya o a Dolores, se impone el rebus sic stantibus.

Probablemente no esperaban una sentencia como la del Tribunal Supremo o, por lo menos, en los términos que ha sido redactada. Su familiaridad con las togas y puñetas judiciales, más su confesado control trasero del mundo judicial, expresado desde el ministerio de Interior del señor Fernández Díez, les hacía concebir más de una esperanza sobre un trato menos duro. Pero, ¡ay de los vencidos!, nadie está a punto de ensuciar su toga con una banda delictiva, convicta y confesa. Un juez es siempre un juez, y todavía quedan algunos en Madrid dispuestos a empurarlos. Luego, para sorpresa del trío en cuestión, la escoba judicial continúa barriendo hasta el último rincón de Génova.

Incluso la misma brigada Aranzadi, de la que tanto se jactaban en sus tiempos monclovitas, está también limpiando a fondo el PP. Destinada a blindarlos cuando estaban en la Moncloa, bajo la firme dirección de Soraya Santamaría, hoy se suman a desmontar el blindaje que los protegía. No se puede hacer mejor servicio a la derecha española, si se quiere quebrar ese binomio que une indecencia con el Partido Popular tras el sucio gobierno de los tres altos funcionarios del Estado vinculados a la Gürtel. La crónica anunciada de este barrido judicial aún no está escrita, faltan los mejores capítulos que alguien prepara en la sombra. Su epílogo puede llevarse por delante al Partido Popular.

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