El desconcierto

Melilla, la cabra y el perejil de Casado

No es la primera ocasión que el amable vecino de enfrente, como reza el eslogan turístico de Marruecos, reclama su soberanía sobre Melilla y Ceuta, ni tampoco será la última mientras que el gobierno del Reino Unido continúe negándose a reconocer que Gibraltar forma parte de España. Nada suena tan lógico como las palabras de Saadeddine El Othmani, primer ministro del Reino alauita, al decir que "Ceuta y Marruecos son marroquíes como el Sahara", sobre todo tras el apoyo de los Estados Unidos a la postura de Rabat por el contencioso de dicho territorio, y que, luego también en la misma lógica, el presidente Sánchez exija hoy explicaciones por dichas declaraciones. Desde que Pedro de Estopiñán conquistara Melilla, en septiembre de 1497, para los Reyes Católicos, tanto la reclamación como la explicación han sido toda una constante histórica.

Ocurre, sin embargo, que Pablo Casado sueña con repetir en el verano del 2021 el desastre de 1921, la grave crisis de Annual, que acabó generando la dictablanda de Primo de Rivera y la posterior caída de la Monarquía de los Borbones. De casta le viene al galgo, al igual que su mentor, Aznar, pone los pies sobre la mesa de la diplomacia exigiendo a Pedro Sánchez que defienda la integridad territorial tras enjuiciarle por una supuesta debilidad internacional de España. Nada más idóneo que un buen perejil, como el aliñado por Trillo cuando con fuerte levante procedió a liberar las cabras montesas del peñote Perejil, para aderezar la supuesta traición del gobierno progresista vendido a los catalanes y marroquíes.

Pero si se lee bien, atentamente, las declaraciones del señor Saadeddine El Othmani a una cadena de comunicación egipcia, después del anuncio del presidente Trump asumiendo las tesis de Marruecos sobre el territorio saharui,  es evidente que solo se limita a señalar que llegará el día en que se tendrá que reabrir el asunto de Melilla y Ceuta, una vez que se arregle definitivamente el "conflicto del Sahara que es nuestra prioridad absoluta" Más claro y más alto, no se puede decir. Lo que es esencial para el primer ministro marroquí no es Melilla ni Ceuta, sino la postura definitiva de España sobre el Sahara, que bajo la dictadura del general Franco, hay que recordarlo, llegó hasta a ser una provincia española con varios procuradores en las Cortes franquistas.

Lo realmente peculiar de estas dos comunidades autónomas de soberanía española, en el norte de Africa, es que no están cubiertas por el paraguas del tratado militar hispano-norteamericano, ni tampoco por la cobertura de la OTAN. En el corto conflicto militar de Ifni, durante el otoño de 1957, las Fuerzas Armadas españolas se vieron impedidas de poder utilizar los aviones españoles suministrados por los estadounidenses contra los combatientes marroquíes. Algo similar habría ocurrido, en el otoño de 1975, si alguien hubiese tenido la mala tentación en el Pardo de intentar detener la marcha verde de Marruecos sobre el Sahara.  Si alguien piensa que el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Biden, en su política anti Trump va a abandonar a Marruecos, va apañado.

Hoy por hoy, no queda más opción que la diplomacia. Marruecos y España están condenados a entenderse como vecinos que son. Cierto que la relación no pasa por su mejor momento, pese a que Marruecos es un socio prioritario en materias tan importantes como la lucha contra las mafias de las pateras y la ofensiva yihadista. Incluso, en la misma cuestión de Melilla y Ceuta donde, a pesar de las reclamaciones territoriales, cabe concertar acuerdos beneficiosos para los ciudadanos de Melilla con Nador, o los de Ceuta con Tetuán o Tánger.    Al fin y al cabo, a través de estas dos comunidades el Reino de Marruecos es ahora frontera con una Unión Europea donde Paris es, si cabe, su aliado más importante, por encima de Washington.

Ya puede Casado olvidarse de la cabra de la Legión y del perejil de Trillo. Quedan atrás los tiempos en que el general Queipo de Llano, utilizando unos cuatro camiones repletos de marroquíes, conquistaba ayer Sevilla.  Franco pudo hacerlo, tanto Paris como Londres miraban para otro lado, mientras Roma y Berlín cerraban filas con él durante la Guerra Civil. Ninguna de esas capitales, y mucho menos Washington, están por la labor de facilitarle a Casado la labor de encontrar un atajo hacia la Moncloa. Más le vale que haga política, porque los marroquíes bien la hacen a costa de la frivolidad Borgen de algunos políticos españoles. Como bien se decía en el Protectorado Español en la Zona Norte de Marruecos: caballero musulmám, saber manera.

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