El desconcierto

El disputado voto de Feijóo

Pese a presentar su renuncia a encabezar una candidatura en las primarias del Partido Popular, que hubiera derrotado a las demás, el voto de Albert Feijóo se perfila como muy decisivo en la elección del nuevo dirigente de la principal formación política del centro derecha. Tanto que todos los restantes candidatos, sobre todo Cospedal como Santamaría, intentan obtener el nihil obstat del presidente de la Xunta de Galicia cuando no su apoyo abierto. Todos reconocen la autoritas de Feijóo en busca de alcanzar la potestas imprescindible para entrar en Génova. No va a ser rey, pero sí ayudar a coronar a quien vaya a serlo.  Del disputado voto de Feijóo depende el desenlace de las primarias.

Galicia es como una isla en el océano negro del Partido Popular. La mayoría absoluta de Feijóo es la excepción que confirma la regla de la desgracia política fuera de la comunidad gallega. ¿Cómo ha logrado mantenerse en la  cresta de la ola que ahoga a los populares? Es seguro que, además de las diversas razones sociológicas e históricas que pueden explicarlo, cuenta y mucho las personalidad del presidente de la Xunta. Tan cierto que el PP en Galicia es hoy como el PSOE en Andalucía, como que su líder ha sabido retomar el liderazgo de Manuel Fraga en unas circunstancias bastante más desfavorables para los conservadores. No en vano los barones del PP siguen con la vista puesta en Santiago.

Por mucho que el candidato Margallo busque un debate de ideas, no lo va a encontrar. Sólo son pocos matices los que separan a los cinco candidatos. El Partido Popular no ha sido desalojado de la Moncloa, no se olvide, por su programa sino, esencialmente, por la corrupción. La sombra de Aznar no se cierne sólo sobre Casado, ni la del aparato sólo sobre Cospedal o la de Rajoy sólo sobre Santamaría. Decir lo contrario, es puro marketing de primarias. Lo que hoy está en cuestión en el Partido Popular es un serio problema de liderazgo. Existen los votos, disminuidos pero vivos, los cuadros, bastante decepcionados pero esperanzados y los diputados, desnortados pero en busca de una brújula.

Cospedal, Santamaría y Casado tienen un único enemigo común apellidado Rivera. Los electores populares que han huido de Génova, desde que el Ibex cometió el error de importar Ciudadanos desde Barcelona a Madrid, y los que puedan huir mañana, si continúa la algarabía de los populares, podrían volver a su sigla si las primarias resuelven la crisis de dirección del PP. Desde hace tres años Rivera ha sido un incordio permanente que ha roto a los populares tanto como ha favorecido al PSOE y son muchísimos, dentro y fuera del Partido Popular, los que siguen pensando que aún no ha terminado el zig-zag de Ciudadanos como, probablemente, pueda verse tras las próximas elecciones generales.

No parece probable, aunque sí es posible, que el PSOE caiga en esa pésima tentación, ni tampoco en la que cayó François Mitterrand cuando presidía Francia: potenciar a la extrema derecha para poder obstaculizar una alternativa de centro derecha. Pero el peor de todos los patriotismos posibles, el de partido, está siempre bien presente en todas las formaciones políticas y, tras siete años de Mariano Rajoy, algunos "progres" nada desearían más que enviar al Partido Popular a los infiernos electorales. Sería un grave error, como demuestra el crecimiento de Marine Le Pen, que se ha llevado por delante al centro derecha galo como al mismo Partido Socialista francés.

A lo largo de este mes de julio, que para el PP empieza el día 5, veremos si se impone la orientación de Feijóo o, por el contrario, los populares entrarán en un período de llanto y crujir de dientes. Nada sería más lesivo, puesto que toda la sociedad española necesita que el centro derecha salga lo menos dañado posible, como partido político, de la corrupción que lo ha expulsado de la Moncloa. Hubiera sido muy conveniente que Feijóo se hubiese presentado a las primarias, algún día explicará los motivos personales por los que ha dado un paso atrás, pero es indudable que, sin presentarse, cuenta y mucho en el PP de hoy y de mañana. Justamente por ello, todos los candidatos, incluso quien le apuñaló con daga de papel, se disputan su voto.

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