Fuera de lugar

Apuntes de acampadasol (6)

Apuntes de acampadasol (6)

Un periodista habla con un acampado de Barcelona justo después de las cargas: "esto es como volver al pasado, ¿no? A las cargas de la policía franquista". El acampado: "no, esto es el presente, que es una mierda".

 

¿Qué se proponía la policía en Barcelona? ¿Ha sido una operación tan torpe, tonta y bruta como parece? Un amigo recuerda una situación vivida en una manifestación del movimiento obrero autónomo en Barcelona durante la Transición. De pronto, un coche de la policía se abalanzó sobre los manifestantes sin motivo ninguno. "Ahí me di cuenta de que la policía tantea y prueba cosas: ¿qué pasa si hacemos esto, cómo reaccionan ellos?" Lo que aquí se habría puesto a prueba es el arraigo real del compromiso del movimiento con la noviolencia activa.

 

No encuentro a nadie en el campamento que se describa a sí mismo como "indignado". Es una etiqueta mediática, no un gesto de autorrepresentación.

 

Da vértigo desplazarse diez metros desde Sol: la vida y el capitalismo se reproducen con total normalidad. ¿Cómo nos relacionamos con esto los que nos hemos salido del quicio?

 

Un amigo me dice: "no es que haya asambleas en Sol, sino que Sol es un medio asambleario: te sientas en cualquier lado para charlar con un amigo y enseguida brota una asamblea".

 

El mismo amigo: "uno de los efectos de Sol es la disminución radical del cinismo. Se nota que todo el mundo se cree lo que dice, lo que hace y dónde está".

 

Un descubrimiento increíble: el otro no es sólo un enemigo, un obstáculo o un extraño, sino que también puede ser un cómplice.

 

Todo marcha razonablemente bien en la asamblea de mi barrio: escucha, paciencia, buen humor, inteligencia, consensos. ¿Por qué siento entonces este desasosiego? Ya lo tengo: me falta el campamento. El campamento es el ejemplo vivo de lo que queremos, lo que nos lleva más allá de la mera protesta, lo que articula palabras y gestos, la pequeña ciudad que interpela a la grande, lo que da sentido a todo lo demás. ¿Cuáles van a ser los "campamentos" de las asambleas de barrio? Ahí está ahora nuestro desafío.

 

No volvemos a los barrios de siempre, sino a los barrios conmovidos por Sol. Hacer que ni los barrios ni las universidades sean iguales que antes, que las asambleas de barrio y de universidad no sean como las de antes, extender el acontecimiento Sol, ¿va por ahí el movimiento?

 

¿Cuál es la naturaleza de este movimiento? ¿Se trata de un movimiento revolucionario que propone la autogestión generalizada? ¿Se trata de un movimiento liberal que pide una representación política del pueblo más representativa? Una amiga cita la fórmula siguiente de un antropólogo francés: control político de la economía, control social de la política.

 

Cada asamblea dura varias horas. Pero de allí no se mueve nadie. Parece haber desaparecido como por arte de magia el mayor de los problemas de la vida cotidiana: la falta de tiempo.

 

Un amigo me pregunta: "¿no decías que el problema de la democracia era el consenso? Pues aquí todo es por consenso, todo el mundo tiene que estar de acuerdo en todo, consenso es la palabra más repetida en las asambleas". Respondo rápidamente que no es lo mismo, que en las asambleas no hay límites a priori de lo posible (consenso malo), que se llega a acuerdos haciendo dialogar los desacuerdos (consenso bueno). Pero la verdad es que la pregunta me sigue rebotando en la cabeza...

 

Un amiga me dice: "este movimiento no sigue el modelo red, sino un modelo cadena". Se ve muy claramente en las asambleas: o todos o ninguno, todo el mundo es importante, debemos avanzar todos juntos, etc. Hay un cuestionamiento implícito del modelo red que los que lo hemos estado pensando los últimos años debemos considerar.

 

Un amigo me cuenta la anécdota siguiente. Los partisanos yugoslavos de Tito durante la segunda Guerra Mundial tenían la máxima siguiente: no abandonar a ningún herido, a ninguno. Por supuesto la realidad les obligaba a hacerlo una y otra vez, pero la máxima seguía valiendo. Ni la máxima es una ley que se debe cumplir en todos los casos, ni solamente hay casos sueltos. Este movimiento encuentra su fuerza en proponerse una y otra vez como un espacio de cualquiera, pero hay que aprender a moverse en la tensión entre esa máxima y la realidad.

 

Otro amigo: "lo que funciona en las asambleas no es el formato-asamblea, sino una energía que viene de otro sitio: de la necesidad y el deseo de estar juntos y seguir juntos. Sólo así se aguanta la cosa, eso es lo que hay que cuidar más".

 

Sol es un espacio de cualquiera, pero lo importante es el protagonismo del cualquiera, no el espacio.

 

En los grupos y las asambleas (organizadas o improvisadas) se dice mucho que "hemos despertado". Lo entiendo bien, pero lo comparto sólo a medias. ¿Estábamos completamente dormidos? ¿Dónde se ha "cocinado" entonces el 15-M?

 

¿Dónde está el pensamiento de Sol? ¿Dónde hay que buscarlo? ¿En la producción de discurso y contenidos, en los dispositivos formales y organizativos, en la idea-fuerza del respeto, en los mil gestos de cuidado de la plaza, en la comunicación con el afuera? Me pregunto cómo pensar lo que está pensando en Sol y cómo pensar con lo que está pensando.

 

"El movimiento no es la acampada"

 

"Lo mejor que puede hacer Sol por el resto de acampadas es mostrar cómo la energía puede transformarse, extenderse y complejizarse sin extinguirse. Todos debemos partir, y llevar el cambio con nosotros" (Ramón Moverak).

 

Manifestación del 15-M, acampada, ahora las asambleas de barrio... Un amigo me dice: "no se trata de pensar siempre igual o todo diferente, sino de que cada vez hay que pensar".

 

En la asamblea del domingo alguien dice: "no hay que levantar el campamento, eso es lo que quieren ellos". Pero, ¿no decíamos que nosotros no éramos anti-sistema, sino que el sistema era anti-nosotros? En ese caso debemos hacer lo que queramos hacer, no lo contrario de lo que quieran ellos.

 

"No a la guerra", 13-M, V de Vivienda, movimiento contra la Ley Sinde... Politizaciones que no se definen por una pertenencia común (a una clase, una categoría social, una identidad, una ideología), sino por una com-parecencia o presencia común.

 

"Prisa y definición son nuestros enemigos", dice alguien en una asamblea. La fuerza del movimiento consiste en su ambigüedad y su poder de indefinir: no es esto ni lo otro, no se dirige a estos o a aquellos, sino que interpela y se abre a cualquiera. Ahí está la potencia y la gracia de ese lenguaje que muchos consideran demasiado plano, genérico, humanista o  apolítico. Despolitizarse para politizarse (y para entender algo de lo que ocurre).

 

Pregunta de un amigo: "¿Estamos ante un acontecimiento que ya fue o ante un movimiento por venir?"

 

No te preguntes qué puede hacer por ti el movimiento (ser más así o más asá), sino qué puedes hacer tu por el movimiento.

 

Ilustración de Amanda, 4 años: "República de Sol"

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