Solución Salina

Españoles, España ha muerto (el teatro, no)

Patricia de Lorenzo y Miguel de Lira, protagonistas de Curva España, la nueva otra de teatro de la compañía Chévere.

La chica de la curva no se ha IDA. Madrid se desenmascara y la periferia amordazada aterriza en la capital para explicarnos qué es España. Un año y pico sin echar un baile —que corra el aire—, ni pisar un cine, ni asistir a un concierto, ni ver una obra de teatro, pero llega Chévere a las Naves del Español y uno se agencia una FFP2 —que suena a aquella CCCP— para ver su último espectáculo, Curva España, que es eso mismo, un espectáculo, o sea, una gozosa e inquietante representación para nuestro deleite y estupor. Medidas preventivas en la sala madrileña Max Aub y comportamiento ejemplar del público: sí se puede, hay que volver al teatro o esto —cine, música, arte— se muere.

La compañía gallega transita una nueva senda tras la caminata de Citizen Ortega —Amancio, no Gasset— y Eurozone —una tarantinada financiera que ponía en solfa el tiburoneo del capitalismo salvaje y las dentelladas de los Reservoir Dogs financieros— que la lleva a la investigación, al periodismo, a la crónica, al documentalismo —y también al mockumentary—, al cine dentro del teatro y al teatro dentro de sí mismo, a la autoficción transmedia, al vídeo animado hecho a mano en directo, al true crime de aldea global, a la denuncia aderezada de humor, al making-of en tiempo presente —así se está haciendo lo que estás viendo— y a las pequeñas grandes historias apegadas a la tierra.

Como ya habían plasmado en Eroski Paraíso, de lo local a lo universal, en el buen sentido del término geográfico, pues en el gran poblachón manchego piensan que Madrid es el centro del universo, o sea, de sí mismo. Madrid es metaficción onanista y jaula de espejos, aunque ahora no toca hablar de quien pone en duda que le respondan con una pregunta —desconfíen de quien solo ofrece respuestas—, sino de estos locos gallegos que se valen del enigmático accidente de un ingeniero que trabajaba en la línea ferroviaria entre Puebla de Sanabria y Ourense para perfilar la reconstrucción de un crimen, cuya víctima es —además de la libertad de expresión— el territorio exiliado de sí mismo a la fuerza, lo que ahora llaman la España vaciada.

Mejor no destripar la obra, de gira por el Estado, porque conviene sentarse en la butaca como el mejor aceite: virgen extra. Simplemente un par de apuntes: la forma está a la altura del fondo; y magnífico Miguel de Lira, un actor que desborda naturalidad, y espléndida Patricia de Lorenzo, una actriz a la que se echa de menos en las producciones cinematográficas y televisivas de reciente factura. Aunque a la intérprete —aunque sea por decisión propia— quizás le pase como a ese Verín olvidado al que incomprensiblemente nunca llega el tren, premisa, macguffin o metáfora del españoles, España ha muerto.

@solucionsalina

Chévere, siempre vanguardista, celebró este viernes el Día Mundial del Teatro en As Pontes. Es decir, (tendiendo puentes) un día antes que el resto del mundo.

Curva España, el 29 de abril en Soria y el 30 en Logroño. Más actuaciones.

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