Ciudadana en el Congreso

¿Podemos parar el reloj?

Siempre he creído importante actuar con coherencia. Es importante decir lo que se piensa y hacer lo que se dice. Sobre esto, y el momento político que vivimos en nuestro país me gustaría reflexionar hoy.

Desde las elecciones del 20 de diciembre se han escrito muchas páginas de periódicos, horas de radio y programa de televisión. Días de sumar escaños, trabajos de negociación, llamadas entre los grupos parlamentarios, cruces de papeles y proyectos, e incluso, un acuerdo.

Y mucha, mucha, muchísima atención ciudadana a las decisiones y pasos que dábamos sus señorías.

Soy una de ellas, tengo el honor de estar viviéndolo en primera persona. Un honor, sin duda. Pero también una responsabilidad muy importante, quizás más importante que en otros momentos.

La situación es inédita. El encargo que tenemos es gestionar una aritmética  imposible. Pero nadie nos dijo que esto iba a ser fácil. Cuando se adquiere el compromiso de ser representante de la ciudadanía que te vota, no se puede circunscribir a lo sencillo.  Tenemos encomendado gestionar sus deseos expresados en las urnas.

Y en un sistema parlamentario como el nuestro, toca al Congreso de los Diputado elegir Presidente del Gobierno, para lo que se precisa de una mayoría de votos de la cámara.

Y como ustedes, bien saben, en esto estamos.

Ha sido Pedro Sánchez, y el Partido Socialista, quien ha tenido la valentía y responsabilidad de asumir este proceso de investidura, tras la negativa al Rey del Sr. Rajoy.

Sí, valentía y responsabilidad. Y vuelvo a la coherencia.

Coherencia, porque dijimos que nosotros éramos la alternativa al Partido Popular.

Coherencia, porque dijimos  nuestro objetivo era revertir las políticas de la derecha en los último cuatro años.

Coherencia,  porque dijimos que trabajaríamos para el cambio político en España.

Por eso, por coherencia, y a pesar de las dificultades, hemos propuesto un gobierno de cambio. Un cambio progresista y reformista.

Y coherencia es lo que eché en falta en el debate de investidura de estos días.

Faltó coherencia al  presidente de gobierno en funciones,  que no ha asumido que su tiempo ha pasado, y que desde el escaño asistía a un debate que por respeto a sus votantes él tendría que estar protagonizando.

Y faltó coherencia al Sr. Iglesias y a Podemos, que decían que venían a cambiar  la política y protagonizó uno de las intervenciones más broncas, subidas de tono, insultante y fuera de lugar que se recuerdan en los últimos tiempos.

Faltó coherencia en quien decía que venía a cambiarlo todo y con su voto decidió que todo siga igual.

Esto podría quedar así, como un retrato de incoherencia de ambos personajes, sino fuera que de lo que se trataba es muy importante. No para el PSOE, no para Pedro Sánchez. Lo que ayer se debatía es importante para el país.

Ayer millones de personas nos miraban. Millones de personas cuyas esperanzas, anhelos o ilusiones dependen de las decisiones que nosotros adoptáramos.

Más de 700.000 familias sin ningún ingreso  pendientes de nuestra propuesta para un ingreso mínimo vital. Trabajadores en precario a los que proponemos recuperar poder adquisitivo y derechos laborales. Estudiantes condicionados por una beca.  Jubilados que necesitan liberarse de los copagos. Tantos y tantos, que precisan de un cambio de gobierno. Tantas y tantas personas con las que nos comprometimos a cambiar la situación durante la campaña electoral.

Hoy podríamos  estar celebrando  el fin al gobierno del PP  y de Mariano Rajoy. Pero no es así. Pareciera que ahora que podemos, no queremos.

O sí. Estamos a unas horas de una nueva votación.  Recuerdan: "Tic, tac, tic, tac... comienza la cuenta atrás para el Gobierno de Rajoy". No es mío, esto del tic tac, es del Sr. Iglesias. Coherencia.

No podemos parar el reloj. Pero sí podemos  cambiar  el gobierno de nuestro país, para cambiar la vida de  la gente.

 

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