Principio de incertidumbre

Andalucía da impulso a la huelga

Andalucía da impulso a la huelga

Captura de la edición digital de 'ABC' a las 00:30 de la noche

Mariano Rajoy se fue a dormir anoche confiado. Podemos imaginarlo cenando pronto, fumando un puro después del postre y fantaseando entre aros de humo -de verdadero humo- con un gobierno conservador en Andalucía por primera vez en democracia. Tan claro lo veía que no necesitaba esperar el recuento. Así que se metió en la cama abrazado a las encuestas, los resultados de noviembre y la lápida de Griñán, cuyo cadáver ya se descomponía en la maraña de los ERE y las décadas de desgaste socialista. Para qué preocuparse, debió de pensar. Pero a media noche el teléfono del presidente sonó. Era Javier Arenas: "No he conseguido la mayoría absoluta", le oyó decir. Se miró los pies y el agua le llegaba a los tobillos: se había abierto una fuga en su estrategia de gobernar sin mancharse los zapatos.

Basta comprobar la portada digital de ABC horas después de conocerse los resultados electorales definitivos (capturada en la imagen que encabeza este artículo), para constatar la incredulidad del entorno conservador ante lo sucedido en la jornada electoral de ayer. Y es que el PP salió al balcón a celebrar una victoria que olía a muerto, a Arenas concretamente, quien siempre dijo que la gloria sería gobernar y no ganar sin más, aunque fuese después de 30 años. Es por tanto, y salvo improbable Domingo de Resurrección, un político derrotado en su cuarto intento de asalto al trono de la Junta. Aunque siempre le quedará el consuelo de saber que los electores no le miraban a él. Miraban a los ojos de Rajoy.

Porque ¿qué ha cambiado en este tiempo para que Arenas se lleve semejante chasco? Griñán era el mismo Griñán, la crisis de Andalucía también y las encuestas que coronaban absolutistamente a Arenas no tenían excepción. Sólo ha cambiado una cosa: los españoles ya saben qué pretendía hacer Rajoy. Así lo atestiguan los más de 400.000 andaluces que han retirado su apoyo al PP desde las Elecciones Generales y un Javier Arenas de cuerpo presente.

Hasta ahora tenía Rajoy las cosas dónde las quería. Su plan estaba fijado: los incumplimientos electorales (reforma laboral y subida de impuestos), en la adormidera de los cien primeros días de Gobierno; más tarde, puntilla a la izquierda en las elecciones andaluzas; después (sólo después) nuevos Presupuestos con más recortes. Y entre medias, debilitar hasta la anemia a los sindicatos, arrinconándolos hacia una huelga general temprana e imposible de ganar entre el desconcierto general y el miedo de los trabajadores a caer en la barra libre del despido fácil y barato.

Pero ahora se le ha abierto una brecha. Una que puede que hayan estrenado los andaluces y que puede revitalizar la huelga del próximo jueves. Rajoy contaba con seguir explotando la calculada narcolepsia general que queda después de unas elecciones. Ahora ya sabe que los recortes y las políticas "agresivas" no van a salirle gratis.

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