Entre leones

Vuelta de tuerca

Tras perder 2,6 millones de votos en las pasadas elecciones europeas, el PP lanzó su particular ‘Houston, tenemos un problema’. En el Parador de Toledo, encerrado con su comité de dirección en una especie de retiro espiritual muy del gusto de esta tropa, Rajoy anunció que no habría más medidas duras con coste político y adelantó que la baza para recuperar el terreno electoral sería la reforma fiscal.

El objetivo es contentar fiscalmente a los suyos, que mayoritariamente buscaron refugio en la abstención, y girar al centro suavizando la Ley del Aborto de Ruiz-Gallardón. Según el análisis de Arriola y Wert, que sociológicamente son como Isabel y Fernando, que ya se sabe el dicho, la cosa no le ha ido tan mal al PP: UPyD y Ciudadanos, sus particulares desagües políticos, no han pescado en el río revuelto de la derecha y lo normal es que tiendan a la irrelevancia.

Además, según estos gurús de la cosa pepera, peor le ha ido al PSOE, que se ha desangrado vía IU y Podemos. Para ellos, el partido de Pablo Iglesias ha dividido aún más el voto de la izquierda y se ha convertido en una amenaza estructural para los socialistas –y para los izquierdistas- de cara a los próximos comicios autonómicos y municipales.

Después de rezar 19 padrenuestros y 500 avemarías y coronar al nuevo Rey de España como si fuera exclusivamente suyo, el PP ha tirado por la calle de enmedio. Así las cosas, todo hace indicar Ruiz-Gallardón no tendrá más remedio que incluir la malformación del feto como uno de los motivos para abortar. Es lo mínimo que se despacha en giro al centro. Previsiblemente, en julio llegará el anteproyecto de ley al Consejo de Ministros con esta modificación y no se  descarta que pueda incluir otras para alejar aún más al PP del integrismo y el fundamentalismo que rezuman la norma. Y puede que incluso se aparque sine die para recuperar totalmente el perfil centrista ante la cruzada antiabortista de Ruiz-Gallardón.

Hasta ahí, la nueva hoja de ruta del PP para desandar lo andado iba más o menos bien hasta que el pasado lunes compareció el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para dar detalles de la reforma fiscal. De entrada, anunció que a partir del próximo viernes los despedidos tributarán por sus indemnizaciones. Eso sí, estarán exentos de pagar los primeros 2.000 euros por año trabajado para no perjudicar aún más a los caninos.

De facto, este ministro de desgracias y noticias funerarias dio con esta medida una vuelta de tuerca más a la Reforma Laboral que Fátima Báñez ideó para abaratar el despido y para aligerar los salarios. Ahora, la mayoría de los despedidos tendrá que dejarse en la gatera del IRPF un pellizco para engordar la Hacienda Pública, que había mermado con tanto enchufado en el Tribunal de Cuentas y tantas subvenciones de Exteriores a FAES.  O pactar con sus patronos indemnizaciones a la baja, que de esto trata esta engañifa de tomo y lomo.

Para Montoro, con esa risita sádica que le viste y calza, la broma persigue que no se abuse de los despidos improcedentes que pactan trabajadores y empresas. ¡Y es que no se puede permitir tanto despilfarro y tanta indiscreción, coño! Mejor hacerlo bajo cuerda y en ‘b’, siguiendo las instrucciones precisas del manual sobrecogedor que dejó Bárcenas en un zulo de Génova.

En fin, más que un giro al centro es un claro ejemplo de cómo la cabra tira al monte sí o sí, ya sea de Agamenón o de su porquero. Si uno estuviera aforado, sería para hacer un juego de palabras con su apellido. Pero no, que esto del aforamiento es todo para el Rey, que está el pobre mío muy necesitado y lo que te rondaré morena.

Eso sí, después de hundir al cine y al teatro español a golpe de IVA, ahora Wert, harto de que le pongan a caer de un burro en los Goyas, se ha decidido a darles unas ayuditas para financiarles la extremaunción. Debe ser porque, por fin, le ha gustado una película española. ‘Ocho apellidos vascos’, con los del Río poniendo banda sonora a una vasca montada en un carruaje de caballos, ha debido reconciliarle con una industria de la que debió desertar cuando el Cinemascope y el NODO.

Menos mal que en la farándula patria siempre nos quedarán los Bardem para dejarle claro al ministro del ramo que ni muertos, ni quitándole una calle a su madre en Sevilla para dársela a una Virgen por puro sectarismo, ni lanzándoles los perros mediáticos de la derecha para aflojarlos, dejarán de acordarse de los que siguen pasando los lunes al Sol.

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