Entre leones

Quien se acuesta con niños

Demasiados desmentidos para creerles. Después de que el pequeño Nicolás ha revelado en sendas entrevistas en El Mundo y Telecinco que colaboraba con el CNI, Moncloa y Zarzuela y que se codeaba con Aznar, Botella, Esperanza Aguirre, Ignacio González, Moratinos, etcétera, le han llovido los contradichos.

Tan contundentes y rápidos han sido los refutados, que no me los acabo de creer. Excepto Moratinos, todos lo han negado antes de que cante el gallo.

Si como intuimos este jovenzuelo es un trolero de quinta división, por qué se molestan en desmentirle, cómo es posible que se le quiera matar a cañonazos desde las más altas instituciones del Estado cuando es una simple mosca cojonera con una imaginación de elefante. ¿No será que, entre mentiras y medias verdades, este mixto lobo, con ADN del Lazarillo de Tormes y el Dioni, ha dejado caer alguna que otra verdad?

Ya que en su relato hay cuestiones que nos afectan a todos, no estaría mal que, en aras a la sacrosanta transparencia a la que ahora se apuntan todas las instituciones democráticas, alguien investigara hasta el final si es verdad eso de que el CNI pincha ilegalmente teléfonos a ciudadanos que pudieran representar "un problema para personalidades del Estado".

O si es verdad que negoció con los Pujol para abortar la consulta soberanista del 9-N. O si es verdad que pasteleó con Manos Limpias para evitar que la Infanta Cristina fuera imputada en el caso Nóos y hasta la susodicha le agradeció los desinteresados servicios prestados. O si es verdad que habló con el Rey y se wasapeó con él como si de un colega de su barrio se tratara.

Tampoco estaría mal saber quién lo invitó a la recepción que ofrecieron en el Palacio Real los nuevos reyes de España tras la coronación. O quién le habilitó la entrada en la sede central de del PP, en la calle Génova, la noche de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy. O que se confirmara o se desmintiera si se paseó en más de un coche oficial pagado con dinero de los sufridos contribuyentes.

Lo de que celebrara su cumpleaños en el ático esteponero de Ignacio González o que Aznar le permitiera que le llamara simplemente Jose, sólo forma parte del morbillo que generan estos personajes en presunto contacto con el pequeño Nicolás.

Bueno, a mí personalmente, me hubiera gustado saber si el actual presidente de la Comunidad de Madrid tenía colgado en las paredes del dúplex un retrato de Enrique Cerezo. Es solo para confirmar si, como sospecho, González es del Atleti desde los tiempos del ladrillo.

En fin, en condiciones normales –llevamos desde 2008 en crisis de casi todo-, el pequeño Nicolás hubiera pasado casi desapercibido. Como mucho, unos cuantos días de cachondeo nacional, como ocurrió en su momento con Bartolín, aquel concejal del PP de La Carolina (Jaén) que se autosecuestró a manos de ETA para salir en el telediario. Y salió pero entrando en la cárcel.

Pero como he dicho antes, los desmentidos me han hecho dudar de que estemos ante un trolero que cabalgaba por las moquetas del poder en solitario.

Después de que El País entrara el lunes sorprendentemente en el caso y publicara en portada una especie de información exculpatoria de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, no me creo absolutamente nada.

Eso que su jefa de gabinete, la eficiente María Pico, llamara por teléfono al pequeño Nicolás para advertirle que lo que estaba haciendo podría ser constitutivo de delito, me huele no mal, sino peor.

¿A cuántos ciudadanos españoles llama la jefa de gabinete de la vicepresidenta para advertirle de que ha cogido una presunta senda delictiva? ¿No hubiera sido más lógico llamar directamente a la policía? ¿Fue realmente ella la que le llamó?

En fin, ya se sabe, quien se acuesta con niños, amanece meado.

Pero a lo mejor me equivoco, y la culpa es de Mortadelo y Filemón, que colaron al pequeño Nicolás en las cañerías del Estado tras conocerlo en el 13, Rue del Percebe, a dos pasos del palacio de La Moncloa, a tres de la sede del CNI y a cuatro del palacio de La Zarzuela según el google maps dibujado por Ibáñez.

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