Entre leones

Conspiración en curso

Esto del periodismo se está poniendo cada vez más difícil. No me extraña nada que estén desertando tantos lectores, que se están pasando del tirón a la ciencia ficción o a la novela bélica ante la proliferación de mentiras y trincheras que se hallan en los tabloides.

Antes, a través de una oración simple compuesta por sujeto, verbo y predicado, se enteraba uno divinamente de todo si la fuente era clara. Ahora, hay que tener un politicólogo o un experto en comunicación al lado para enterarse si la fuente es turbia o interesada.

Eso me ocurrió cuando leí la portada de El País del lunes pasado. Un día después de la encuesta de Metroscopia, que situaba al PSOE como primera fuerza política con un 27% en intención de voto, por delante de Podemos (25%) y el PP (20%), este rotativo madrileño abría con la siguiente noticia: "Dirigentes del PSOE atacan el protagonismo de Pedro Sánchez". Y añade: "Los líderes territoriales piden menos promoción personal y más ayuda en las municipales".

Un coscorrón en toda regla contra Pedro Sánchez. Sorprendente forma de celebrar en las filas socialistas un incremento de la intención de voto, la fidelidad y la confianza, ¿no?

Pero más insólito aún resulta que los barones críticos pidieran al medio de comunicación en cuestión no revelar su identidad. Bueno, tras desmarcarse Guillermo Fernández Vara, que apoyó públicamente a Sánchez un día después, al menos sabemos que no todos "los líderes" están en esta estrategia algo rarita de atacar al líder cuando el partido parece que empieza a remontar.

Tras leer atentamente la información, y consultar con varios politicólogos, y comunicólogos, que, por supuesto, me han pedido que no desvele su identidad, todos coincidimos que la filtración a El País tiene su epicentro en Andalucía, donde la secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, está inmersa en una campaña de desgaste de Sánchez en colaboración con algunos barones de su partido –y miembros destacados de la Ejecutiva Federal y castas mediáticas- para ocupar más pronto que tarde el primer sillón de Ferraz.

Como en Andalucía difícilmente volverá a ganar por mayoría absoluta después de la irrupción de Podemos, Díaz espera coger el segundo tren a la secretaría general del PSOE tras lograr para su partido una clara victoria electoral en las próximas elecciones municipales en la comunidad autónoma andaluza.

Y, por supuesto, para que la jugada le salga redonda, necesita una severa derrota de Sánchez en el resto del territorio nacional. Así, dando el salto antes, también eludiría presentarse a unas autonómicas cada vez más inciertas.

Todo esto explicaría que desde estas baronías socialistas se le exija ahora a Sánchez que "debería volcar todo su enorme esfuerzo y trabajo en beneficio de todo el partido y no solo en su promoción personal", y se exprese el temor de que ‘de nada vale que a él le vaya bien si eso no se traduce en el resultado municipal y autonómico’. ¿Desde cuándo un liderazgo político sólido y valorado por la ciudadanía no ayuda a ganar elecciones?

En fin, un desbarre, una conspiración en toda regla, repleta de celos y caprichitos y atestada de correveidiles, desleales, paniaguados y traidores. Es como si estuvieran preparando el terreno para culparlo al minuto siguiente de una derrota electoral que, visto lo visto, es casi deseada y forma parte de una hoja de ruta que tiene como principal objetivo impedir que Pedro Sánchez gane las primarias del próximo mes de julio y se convierta así en el candidato socialista a la presidencia del Gobierno en las elecciones legislativas de 2015.

Con estas estratagemas algo quintacolumnistas de intentar desgastar a Pedro Sánchez por haber reforzado su liderazgo de cara a los ciudadanos, Susana Díaz solo va a lograr debilitarse a sí misma.

El ‘efecto Susana’ no es lo que era. Y la gestión de su Gobierno, que es manifiestamente mejorable por mucho que lo tape con propaganda, la obliga a aumentar su nivel de atención sobre los asuntos que le competen como presidenta de la Junta de Andalucía. Por ejemplo, no estaría mal que conspirara contra el paro, la pobreza y la falta de expectativas de los jóvenes. A lo mejor, le suena la flauta.

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