Entre leones

Mal negocio, cariño

En su reciente visita a Moncloa, Susana Díaz le arrancó a Mariano Rajoy el aval para tres importantes proyectos de infraestructuras para Andalucía: el corredor de la Costa del Sol, la electrificación de la línea ferroviaria Algeciras-Bobadilla y el rescate del peaje de Cádiz.

La reactivación de estos proyectos y la no devolución de los 426 millones de euros que el Gobierno le reclamaba al Ejecutivo andaluz, justifican sobradamente que Susana se viera las caras con Rajoy. Lo primero, Andalucía, es lo primero. Ahí están sus competencias y sus responsabilidades.

Sin embargo, la presidenta de la Junta desaprovechó una buena ocasión para poner fin a la crisis interna soterrada que sufre el PSOE por la inexplicable e inoportuna campaña que ha promovido para descabalgar al secretario general, Pedro Sánchez, tras las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo.

Que declare que "no hubiera tolerado" que Rajoy hablara mal de Sánchez –bueno, del secretario general, que nunca se refirió a él por su nombre y sus apellidos-, es un acto de cinismo en toda regla. ¡Faltaría más! No sé cómo los periodistas presentes en la rueda de prensa no reaccionaron al unísono con una gran carcajada.

No en vano, muchos de ellos han sido testigos, en vivo y en directo, de cómo ella o algunos de sus corifeos han puesto a Sánchez a caer de un burro con reproches a veces infantiles y de poco calado político. ¿Quién ha sido la primera en abrir la veda contra su secretario general? ¿Quién ha dicho que o se muere o lo matamos? Y van dos.

El asunto interno –"el PSOE no está para distraerse en cuestiones internas", dijo- lo intentó zanjar dando una larga cambiada a las primarias de julio: "Habrá un proceso de elecciones primarias en verano y en el mismo se presentarán los compañeros y las compañeras que quieran".

Pero, teniendo en cuenta que Sánchez ya ha anunciado que se presentará a dichas primarias, la lideresa andaluza, con estas manifestaciones, no ha hecho sino reforzar la sensación de que el PSOE está en una etapa de interinidad cuando debería estar inmerso en una de cambio profundo para recuperar la credibilidad perdida con Rodríguez Zapatero y Pérez Rubalcaba, combatiendo al miura de Podemos desde la unidad y en torno a su secretario general.

Pero entonar el ‘yo soy la salvaora’ de España en turné regional tiene sus riesgos. Por lo pronto, IU está preparando el terreno para romper el Gobierno de coalición en Andalucía después de las elecciones municipales y autonómicas al constatar el lío interno en el que se ha metido ella solita.

La debilidad del PSOE-A tiene ahora que ver con las reflexiones realizadas por la lideresa andaluza "en las que decía no saber cuál era su futuro", según resalta IU cada vez que puede. A esa misma conclusión ya han llegado también en el PP y Podemos, que ven en el tocata y fuga de Susana un flanco tan grande como el Cañón del Colorado para colarse y para poner fin a más de 30 años de gobiernos socialistas en Andalucía.

Por otro lado, la solidez y la unidad del PSOE-A en torno a Susana, uno de sus grandes logros tras llegar a la presidencia de la Junta, también peligra. En cualquier momento, Pedro Sánchez, con el hashtag #socialistasandalucesconpedrosanchez o similar y un acto en Antequera o similar, va a mover ficha en Andalucía aunque sea para defenderse y para defender a la propia marca de su principal reino taifa. La prudencia tiene un límite.

Y acabará haciendo lo propio en el resto de España, donde la presidenta andaluza no tiene tantos simpatizantes por mucho que alardee de un patriotismo español que ni Fraga en sus mejores tiempos exhibió.

Y, finalmente, no le va a resultar tan fácil vender ante la militancia socialista que Pedro Sánchez es el único responsable de un eventual batacazo en mayo. Los palos en la rueda que sin pausa y con prisa ha ido metiendo –y seguirá metiendo- en la estrategia de Pedro Sánchez la delatan.

En fin, llevada por un yoísmo superlativo que nubla la inteligencia y vigoriza la soberbia por lo general, Susana puede acabar desvistiendo un santo para amortajar a otro. Hasta su espejito mágico se lo dirá si le pregunta: mal negocio, cariño.

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