Entre leones

Cameron de la Isla

Poco después de que se conociera la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que arrojó un empate técnico entre PP y PSOE, el fiasco generalizado cosechado por las empresas demoscópicas en el Reino Unido, donde todas pronosticaban una situación similar a la española, le sirvió a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para felicitarse por la mayoría absoluta lograda por los conservadores británicos y para vaticinar que en España ocurrirá algo similar.

Es verdad que en el terreno económico existen ciertas similitudes entre España y el Reino Unido. En ambos países, la supuesta recuperación económica ha pasado por la misma fórmula neoliberal: la austeridad y los recortes salariales.

Pero no es menos cierto que existen diferencias muy importantes entre ambas gestiones económicas. Por ejemplo, el Reino Unido, por debajo del 6%, roza el pleno empleo, mientras que en España la tasa del paro está por encima del 23%.

Junto a Grecia, nuestro país está a la cabeza del desempleo en la UE, cuya tasa está en torno al 11%. Seis territorios españoles –Andalucía, Canarias, Ceuta, Extremadura, Castilla-La Mancha y Melilla- están entre las diez regiones de la Eurozona con más paro.

El salario mínimo interprofesional en el Reino Unido está actualmente en 1.379 euros, mientras que en España no llega a los 649 euros. Más del doble. Desde 2012, el Gobierno de Cameron lo incrementó en 211 euros, mientras que el de Rajoy apenas lo subió en 7,2 euros.

Pero la diferencia principal estriba en la forma de afrontar los casos de corrupción, en la asunción de responsabilidades política. El Partido Conservador británico se presentó a los comicios sin grandes corruptelas gracias a la estricta cultura de dimisión que impera en el ejercicio de la política en el Reino Unido.

Esta forma de afrontar responsabilidades llevó al secretario de Defensa, Liam Fox, a ordenar una investigación sobre su relación con un lobbista, a pedir perdón y a abandonar el cargo cuando se demostró que había mezclado relaciones personales con asuntos políticos.

El diputado conservador Derek Conway se quedó sin el paraguas de su partido, quedándose como independiente, cuando se demostró que había contratado como investigadores y asistentes a uno de sus hijos y a su mujer. Pese a que no era ilegal, el Comité de Normas y Privilegios del Parlamento británico lo investigó.

El tesorero adjunto del propio Partido Conservador británico, Peter Cruddas, dimitió de forma inmediata cuando un periódico londinense descubrió que cobraba hasta 250.000 libras por facilitar el acceso a Cameron y al ministro de Economía, George Osborne.

Por su parte, en el PP no dimite ni el apuntador, y se presenta a los próximos comicios con casos de corrupción en la mayoría de las comunidades autónomas en las que ha gobernado.

Tanto es así que Esperanza Aguirre, cuyo Gobierno en la Comunidad de Madrid se vio salpicado por el caso Gürtel y se ha salvado de un incidente de tráfico que a cualquier españolito de a pie le hubiera costado la ruina, tiene serias opciones de convertirse en la nueva alcaldesa de la capital de España.

Y Mariano Rajoy, presidente de un partido que ha operado durante casi dos décadas con una caja b, será el candidato de los populares a la Presidencia del Gobierno en los próximos comicios legislativos.

En el Reino Unido, ambos dos estarían desde hace tiempo en el redondo de la calle, fuera de la política, purgando sus pecados políticos y ejerciendo la ética de la responsabilidad. Aquí y ahora se erigen sin el más mínimo rubor en salvadores de Madrid y España, respectivamente.

En cuanto a las encuestas, no estaría mal que en el PP dejaran de hacer trampas en los solitarios electorales. El sistema británico elige a 650 diputados en 650 circunscripciones unipersonales, en 650 elecciones parciales de listas abiertas. Hasta Cameron y Miliband han tenido que ganarse su escaño.

En el español, el sistema electoral elige 350 diputados, en listas cerradas, en 52 circunscripciones.

A efectos demoscópicos, acertar en el Reino Unido resulta mucho más complicado que hacer lo propio en España.

Pero eso al PP le importa bien poco. Los medios afines ya han convertido a Rajoy en Cameron y a España en el Reino Unido. Menos mal que Gallego y Rey lo han puesto en su sitio: ¡Con todos ustedes: Cameron de la Isla!

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