Entre leones

Ciudadanos en la cueva de Alibabá

Los dirigentes del PP se quejan de que ningún partido quiere pactar con ellos. Es verdad. Ni Ciudadanos, que se mueve teóricamente en el mismo espectro ideológico, está por la labor de asociarse fácilmente con una marca en franca decadencia tras gobernar España a su antojo en los últimos cuatro años. Sin ir más lejos, en las últimas elecciones municipales y autonómicas perdió 2,5 millones de votos.

Pero el frentismo del que se quejan –PSOE y Podemos dejaron claro su negativa a pactar con el PP- se lo han ganado a pulso. El despotismo que contiene esa recuperación económica a tiempo parcial con salarios de mierda y la chulería con los que se han manejado en los últimos cuatro años, han cimentado su aislamiento político.

La descalificación y la exclusión del contrario, ya fueran asociaciones ciudadanas –sus más destacadas víctimas son las defensoras de la sanidad y la educación públicas-, contrincantes políticos o simples ciudadanos discrepantes, han empujado al PP a encontrarse más solo que la una.

Ni en la Comunidad de Madrid, donde la formación de Albert Rivera formaría con el PP una cómoda mayoría, está resultando fácil un pacto de investidura.

La imputación de dos nuevos consejeros madrileños, Lucía Figar y Salvador Victoria, lo ha complicado, y eso que Rajoy, presionado por Cifuentes, los ha forzado a dimitir en un tiempo récord.

Rivera, que tiene la cabeza en las elecciones legislativas de finales de año, se ha apuntado el tanto del descabalgamiento por la vía rápida. Pero la verdad es que no me lo imagino comprometiendo la integridad moral de su partido apoyando al PP en una comunidad autónoma emblemática por los numerosos y gravísimos casos de corrupción, y lo que te rondaré morena.

Con un eventual acuerdo, si además hace lo propio en Andalucía con el PSOE, Rivera podría presumir de utilidad y centralidad política.

Pero, por mucho que rubrique un pacto anticorrupción que allane el entendimiento con el PP en Madrid, corre el peligro de dejarse en la gatera gran parte de la contundencia verbal y programática empleada hasta ahora contra esta lacra social y política, que, según la última encuesta del CIS, es la segunda preocupación de los ciudadanos españoles.

Madrid, con la Comunidad Valenciana como principal sucursal, es la cueva de Alibabá del PP, y merecería un cordón político-sanitario de todas las formaciones políticas de la oposición para poner fin a 20 años de gobiernos interrumpidos de mordidas que arrancó con el tamayazo y no la componenda que Ciudadanos podría ofrecer para prolongar la vaina.

Si Rivera traga finalmente, meterá a Ciudadanos en la misma cueva de Alibabá pero con distinta encargada. Un lugar triste, húmedo y oscuro donde habitan las montañas de dinero fruto de los saqueos y la impunidad, y donde la decencia se vislumbra apenas en los restos de unas pinturas prehistóricas.

Más Noticias