Entre leones

Siempre nos quedará China

Antes de que la crisis se llevara por delante a los socialistas, Rodríguez Zapatero sacaba pecho ante los diputados del PSOE en el Congreso por los datos económicos de su Gobierno.

El paro se acercaba al 8% y España crecía por encima del 3%, y ZP se vino arriba ante una parroquia entregada: "Estamos en Champions League de la economía mundial. Solo China crece más que España".

Sentado a su siniestra, el diputado gaditano Rafael Román le preguntó a Alfonso Guerra cuando las palmas arreciaban: "¿Alfonso, si estamos en la Champions League de la economía mundial por qué el PP nos pisa los talones en las encuestas?".

Muy serio, el sevillano le respondió: "Rafael, por culpa de China".

Esta anécdota, que Rafael Román recoge en sus memorias, puede servir para explicar el fallido intento del Gobierno español de colocar a Luis de Guindos, uno ministros más presentables y con mejor talante, al frente de Eurogrupo.

Pese a sus errores en el rescate chipriota, el socialdemócrata holandés Jeroen Dijsselbloem resultó reelegido como presidente por dos años y medio más. De Guindos, que contaba con el férreo respaldo de Alemania, logró cinco votos menos que su contrincante según fuentes del Eurogrupo o uno según fuentes del Gobierno español.

Este es el segundo fiasco que cosecha la diplomacia económica española desde que el PP llegara al poder en 2011. Un año después de arribar a Moncloa, se quedó sin el sillón que España tenía en el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE).

La entrada en el consejo de seguridad de la ONU es uno de los pocos logros que puede exhibir la diplomacia española que dirige García-Margallo con más ruido que nueces.

Pero no sirve para tapar la incapacidad manifiesta que muestra el Gobierno español para rentabilizar, sobre todo en el escenario europeo, que España es el país que más está creciendo en Europa, que es la cuarta economía del euro, que es el quinto país más poblado, que dos de sus bancos están entre los más grandes del mundo, que cuenta con multinacionales que rompen la pana en el mundo mundial, que sus reformas son calificadas de ejemplares por todas las instituciones económicas internacionales.

Por ello, cabe preguntarse por qué si somos tan buenos, tan guapos y la tenemos tan larga no nos comemos un colín en la UE. Cabe preguntarse también quién ha sido en esta ocasión el país que no nos ha hecho la puñeta no reconociendo los méritos adquiridos en la senda del austericidio.

Desde Moncloa, culpan a Grecia e incluso al PSOE, que no ha querido influir a favor de De Guindos en un Eurogrupo de mayoría socialdemócrata.

A mí, sin embargo, me da que la culpa de este nuevo quiero pero no puedo de la Marca España la tiene Rajoy, que ha hecho tanto seguidismo de Alemania que empieza a caer también mal allende de nuestra frontera, que se ha convertido en más papista que la papesa Angela Merkel, que ha renegado de sus profundas raíces sureñas para alinearse con los bárbaros del norte.

En fin, si me equivoco, siempre nos quedará China para culparla de todos nuestros males.

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