Entre leones

El presidente del Gobierno y Rajoy

¿Es la misma persona el presidente del Gobierno y Mariano Rajoy? Sin duda, pero hay alguna diferencia que no está mal subrayar.

En teoría, el presidente del Gobierno representa aquí y ahora a todos los españoles, incluidos los catalanes. Ante el desafío independentista, desde la orilla constitucionalista, donde se sitúan la inmensa mayoría de la sociedad española y la mayoría –algo más de la mitad- de la catalana, no cabe otra que apoyarle en la hoja de ruta que ha diseñado y pactado con el PSOE y Ciudadanos para frenar de forma firme y proporcionada esta huida hacia ninguna parte de la mayoría del Parlament, gracias a los votos de JxSí y la CUP.

Así las cosas, el presidente del Gobierno merece, como principal defensor del Estado de derecho, todo el apoyo a la suspensión de la resolución independentista y a la advertencia penal decretadas por el Tribunal Constitucional a 21 altos cargos del Parlament y de la Generalitat. Una decisión que, sin duda, forma parte de esa hoja de ruta aunque el TC sea un órgano judicial independiente del Gobierno más o menos.

Y lo seguirá mereciendo si, como ha anunciado la vicepresidenta del Gobierno catalán en funciones, los independentistas continúan pasándose la legalidad vigente por el forro de los pantalones y desoyen las órdenes del TC. A partir de ahí, si hiciera falta, hasta la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que supondría la dolorosísima suspensión de la autonomía catalana.

Lo dicho: llegados al choque de trenes en vivo y en directo que estamos sufriendo, no cabe otra que estar al lado del presidente del Gobierno en defensa de la legalidad.

Pero apoyar al presidente del Gobierno en estos momentos tan delicados no significa que haya que respaldar la actuación de un Mariano Rajoy que en los últimos cuatro años ha sido incapaz de frenar políticamente este proceso independentista y que es corresponsable de esta situación tan grave y excepcional que vive la democracia española.

Es verdad que Artur Mas ha podido matar a Manolete. Pero no es menos cierto que Rajoy no ha hecho nada para impedirlo.

Su forma tan peculiar de ejercer la acción de gobierno, dejando pasar el tiempo a la espera de que los problemas se resuelvan por sí solos o se pudran; su alergia al diálogo democrático, desprestigiando o ninguneando a los discrepantes para no tener que sentarse con ellos; su visión cuasi iluminada del mandato popular que recibió en 2011, dilapidado a golpe de decretos leyes y recortes; su control de la mayoría de los medios de comunicación hasta convertirlos en correas de transmisión de sus consignas –quien paga, manda-; su desprecio por la independencia de los órganos autónomos del Estado...

Por todo ello y mucho más, Rajoy no merece el respaldo de los creen que todo esto podría haberse evitado con otra persona al frente del Gobierno de España.

En cualquier caso, a partir del 20-D, los españoles estamos obligados a poner al frente del Gobierno a una persona que no sea Mariano Rajoy. Si sigue como primer inquilino de La Moncloa, malo, muy malo para nuestra democracia, que necesita savia nueva para regenerarse y vacunarse contra políticos que dejan crecer los problemas para presentarse luego como la solución, como salvadores de la Patria y de sus propios culos.

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