Entre leones

Una recogida de velas con cascabeles

Después meterle palos en la rueda a Pedro Sánchez hasta en plena campaña electoral para que no ganara las elecciones, Susana Díaz, la lideresa andaluza del PSOE, ha mostrado en un programa de Canal Sur Radio su apoyo y su confianza a su secretario general para conformar una "alternativa" a Rajoy. E incluso ha pronunciado el nombre completo de su líder y secretario general: "Pedro Sánchez".

Como única línea roja, Susana Díaz, muy bajita de voz y de espíritu, reiteró que negociar con esos mixtolobos (rojos y peligrosos) que defienden el derecho de autodeterminación (Podemos y sus mariachis) nanay de la china.

Y ha cargado contra ellos también por el intento de constituirse en el Congreso de los Diputados con cuatro grupos parlamentarios diferentes: "Todo el día dando lecciones de moral y quieren cobrar cuatro veces más que los demás".

A Pablo Iglesias, con quien hace algo más de un año tonteaba políticamente, le dejó un par de recaditos tras ubicarla el líder de Podemos a la derecha del PSOE o, mejor dicho, como la derecha del PSOE.

Después de este brochazo ideológico y de los puntazos, todo fue lo mismo: trágala y más trágala. ¿Secretaría General? "No se ha abierto y no toca". ¿Congreso en febrero? "Imposible e inviable".

¿Qué ha pasado para que la lideresa andaluza se esté comportando ahora con la lealtad que le debe a su secretario general? Pues muy fácil: le ha visto las orejas al lobo y ha iniciado una recogida de velas con cascabeles.

El lobo es que su intentona de llevarse por delante a Pedro Sánchez después del 20-D le ha salido como la rehabilitación del eccehomo de Cecilia Giménez. Y su imagen de heredera de Felipe González ha quedado reducida al resultante pop del cuadro de Borja.

Pero lo peor de todo es que su obsesión enfermiza por hacerse con la Secretaría General empieza a tener recorrido. Hay quien se pregunta cuánto tiempo le dedica al Gobierno andaluz si está todo el santo día conjugando el verbo conspirar.

También hay ya quien se pregunta por qué tiene tantas ganas de salir corriendo de Andalucía ahora cuando hace un año le declaró amor eterno a los andaluces.

En fin, Susana Díaz, que de tonta no tiene un pelo –tampoco era la Reina Saba-, ya se está adaptando a las nuevas circunstancias, y no sería extraño que próximamente, para reubicarse, mandara por tabaco a sus asesores y consejeros con más capacidad de bote en un gesto de pragmatismo.

 

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