Entre leones

No pongas tus sucias manos sobre mi secretario general

Con la pandilla de ex presidentes y barones a la violeta que pueblan el PSOE en los días que corren, Pedro Sánchez se tiene ganado el cielo.

El aguante y la prudencia de los que está haciendo gala Pedro Sánchez frente a la jaula sociata de grillos, que no para de meterle ruido al proceso negociador, son para cantarle una saeta.

Uno de los que está sudando más la camiseta antipedrista es Emiliano García-Page, adalid de la españolidad en la versión cañí de Pepe Bono. No ha parado de insinuar que Pedro Sánchez podría poner en peligro la unidad de España. Hasta en radio-taxi lo ha lanzado. ¿De verdad se cree tamaña patraña?

Pero últimamente han tenido un especial protagonismo los dos ex presidentes socialistas, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

El sevillano concedió un entrevistón en El País para intentar arreglar lo que dijo en una reunión privada en uno de los muchos conciliábulos de Madrid, donde defendió que el PP y Ciudadanos deberían gobernar gracias a la abstención del PSOE. ¡Ole tus cojones!

Después, en el periódico de Cebrián, matizó que ni el PP ni el PSOE debían pisarse la manguera. El resto era pura farfolla. Una pena: Felipe se parece cada vez más a Mario Vargas-Llosa, tan liberal y tan recalchutado. Por el camino que va, de mayor le darán un Nobel y llegará, como aventuró Carlos Cano, a ser un gran torero como Velázquez y Gregory Peck. Pero ahora mismito es para darle una patada en todo su jarrón chino.

Pero el que se ha llevado la palma ha sido ZP. Después de esgrimir su silencio como muestra de esa sensatez suya tan impostada en todo el lío de la investidura, el ocurrente Rodríguez Zapatero lo rompió poco después vaticinando que habrá nuevas elecciones. ¡Pura volatilidad!

Curiosamente, al poco, ayer mismo, la lideresa andaluza se reunió con Pedro Sánchez para expresarle sus dudas, temores y sospechas. En verdad, lo que quería era que el PSOE facilitara con su abstención la investidura de Rajoy, tal como se le escapó al tal Rodríguez Villalobos. Pero se tendrá que conformar con defender que el PSOE no pacte ni con el PP ni con Podemos y, por tanto, tatachán, haya nuevas elecciones.

En el Comité Federal de hoy sábado intentará rematar en plancha esta jugada de yo me lo guiso, yo me lo como. O seguramente recogerá de nuevo velas ante la deriva derechista en la que está embarcando al PSOE-A.

Entre medias, en El País, José Andrés Torres Mora y Máximo Díaz Cano, dos hombres muy próximos a ZP y a Susana Díaz, firmaban el viernes un artículo tan emotivo como cínico e inconcluso, titulado No pongas tus manos sobre el PSOE.

Emotivo porque apelaba al orgullo socialista para desacreditar las exigencias del PP y de Podemos sobre el PSOE: "Unas por el bien de España, otras por el bien de la izquierda, son muchas las personas que exigen estos días el sacrificio del PSOE".

Cínico porque meter en el mismo saco a PP y a Podemos es forzar mucho la estrategia de atar a Pedro Sánchez de pies y manos. De entrada, la coalición de Iglesias no es corrupta, y por eso el PSOE, salvo en Andalucía, mantiene con ella numerosos acuerdos en ayuntamientos y comunidades autónomas, ¿no?

E inconcluso por la ausencia de referencias a la cosa interna. Conociendo el paño, a Torres Mora y a Díaz Cano habría que sugerirles que, en un segundo artículo, desarrollaran una evidencia muy evidente por la sangre que dejan las puñaladas traperas: la conspiración continuada e injustificada –incluso durante la campaña electoral- que viene sufriendo Pedro Sánchez. A buen seguro que estos dos esforzados teólogos de la cofradía socialista tienen más de una experiencia personal que contar.

Un amigo muy PSOE me ha sugerido que el titular para esta segunda entrega podría ser el siguiente: "No pongas tus sucias manos sobre mi secretario general". Militancia en estado puro.

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