Entre leones

Malas maneras

Vaya arranque de verano. De entrada, los británicos se marcan un Brexit. Como dijo Felipe González, Cameron quiso salvar los muebles del partido conservador y le metió fuego a la casa común del Reino Unido. Y, claro, se ha quedado sin muebles y sin casa, sentencia el sevillano.

Pero más allá del valor democrático que tiene una consulta de estas características por muy pirómana que parezca, a mí me preocupa el triunfo de Brexit esconda una carga xenófoba y racista tan tremenda.

El miedo de los inmigrantes, que asalta en el Reino Unido incluso a los de primera generación, está detrás de la tocata y fuga a la UE que ingleses y galeses han impuesto al resto de los ciudadanos del Reino Unido.

Este tipo de miserias, que tienen como abanderados a Donald Trump en EEUU y a Marie Le Pen en Francia -por citar dos países más del G-6-, abonaron en parte el fascismo que trajo la II Guerra Mundial. Malas maneras de tropezar de nuevo en la misma piedra.

Por cierto, pese al impacto que el Brexit está teniendo en la economía mundial –el tsunami aún no ha llegado a las costas financieras-, nuestro ministro de Asuntos Exteriores en funciones, el tal Margallo, se lanza de nuevo en cruzada gibraltareña y, en vez de estar preocupado por los diez mil trabajadores españoles que trabajan en el Peñón, se embarca en la cosoberanía.

Alguien le debería decir que él, precisamente él, es la persona menos idónea para sacar tajada del Brexit. En fin, malas maneras se mire por donde se mire y ni una pizca ni de inteligencia ni de diplomacia.

Tras el Brexit llegó el 26-J. Los españoles reforzaron al PP y a Mariano Rajoy y Pedro Sánchez salvó al PSOE del ‘sorpasso’ que Pablo Iglesias daba por seguro para Unidos Podemos.

Pues como dicen en Cádiz, a mamarla. Cuanto más mangan, más escaños cosechan en la calle Génova. Malas maneras de encauzar la democracia española.

Y después llegó la masacre de Niza a manos de un islamista exprés. Malas maneras de matarnos.

Entre tantas desgracias y patinazos, lo mejor de este verano me llegó a través de un grupo tarifeño llamado Malamanera. Versionan la canción del verano de los últimas décadas con un estilo rumba-reggae y un ritmo infernal. Su vocalista empapa camisas al mismo ritmo que bebe rebujito. Tocan en ferias de pueblo, verbenas de barrio y bodas, sobre todo en bodas con novias a la fuga. Sencillamente, espectaculares.

Vibrando con Malamanera me olvidé por un momento de un verano de levantera que anuncia un futuro chungo.

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