Entre leones

La rebelión de los 'pegacarteles'

El toro está ya en la plaza de las primarias del PSOE. Es todo un alivio que se vislumbre el final de esta funesta interinidad, que arrancó el 1 de octubre de 2016 con el golpe político que un grupo de barones, encabezados por Susana Díaz, dio contra el entonces secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez.

Vaya por delante que espero y deseo que Pedro Sánchez las gane de forma clara o muy clara. Me parece que sería muy beneficioso para el PSOE y para la izquierda española en general que el madrileño le enmendara la plana a todos aquellos que participaron directa o indirectamente en uno de los espectáculos más bochornosos vivido por un partido político desde la restauración democrática.

Aparte de los barones –Susana Díaz, García-Page, Lambán, Fernández Vara, Javier Fernández y Puig-, me refiero a Felipe González, ZP, Rubalcaba, Bono, Pepiño Blanco, Eduardo Madina, Elena Valenciano, algún que otro banquero y varios empresarios y altos directivos de medios de comunicación. Y tampoco me olvido de todos los que traicionaron a Pedro Sánchez desde dentro...

Además, la victoria de Pedro Sánchez también sería el triunfo de la militancia, de los ‘pegacarteles’, frente a los todopoderosos aparatos, que creyeron que tirando del clientelismo y el miedo podrían imponer a Susana Díaz como secretaria general.

Sí, un clientelismo inmundo que llevó a los aparatos a imponer una especie de cuota a los cargos públicos en la recogida de avales de Susana Díaz y que ahora en la votación pretende exigirles un amarrategui pseudofascista al estilo ‘prietas las filas, recias marciales’.

Es el mismo clientelismo que ha convertido el carné del PSOE en un carné de colocación, de pleno empleo para la familia, y lo ha desposeído de su cuota solidaria, del compromiso social que la inmensa mayoría de la militancia socialista reclama para poder ganar el futuro.

Eso de "vota a Susana Díaz, que ella te recompensará" es la expresión de un nuevo caciquismo que debería morir en la playa del 21 de mayo con el triunfo de Pedro Sánchez, el único capaz de enfrentarse a cara de perro al consorcio de intereses que se unió para derrocarle y poner en la Moncloa a Mariano Rajoy.

Pero a lo que iba: siento alivio por la inminencia de estas primarias porque se acaba el periodo más oscuro del socialismo democrático español: han sido duros, demasiado duros, estos siete meses largos en los que la Comisión Gestora de Javier Autoridad Moral Fernández ha manejado los destinos del PSOE con una arbitrariedad y falta de neutralidad rayana en la desvergüenza. No digo que se hayan comportado como unos mafiosos, dios me libre de acabar como el alcalde de Calasparra. Pero que han emulado por momentos a los piratas del Caribe V, sin duda.

Y esta etapa de vámonos-que-nos-vamos ha sido demoledora sobre todo en las relaciones humanas. En el camino, por culpa de guerracivilismo interno que se implantó con la persecución de los pedristas hasta el exterminio –se puso al PSOE en modo ajuste de cuentas-, se han roto amistades e incluso se han sembrado diferencias en el seno de muchas familias socialistas. El día después hay que enterrar ese mal rollo, y dejar constancia que allí yace "un montón muy grande de mierda".

También siento alivio porque mañana espero que se acabe el bochornoso espectáculo que han dado la mayoría de los medios de comunicación durante las primarias. La debilidad financiera de las empresas periodísticas en España ha fragilizado el ejercicio del periodismo hasta convertirlo en muchos casos en una broma de mal gusto.

Especialmente doloroso me resulta el comportamiento de El País, que, de ser referente del periodismo serio durante los últimos 25 años, se ha convertido en un panfleto.

La campaña de portadas y editoriales contra Pedro Sánchez durante las primarias se estudiará, cuando se acabe esta especie de locura colectiva que afecta a casa Cebrián, en la Escuela de Periodismo de El País como un severo episodio de antiperiodismo.

Por ejemplo, la portada del pasado 19 de mayo me resultó insólita por el insuperable grado de manipulación y burda sutileza que exhibía. La apertura a toda mecha con unas declaraciones de Susana Díaz –entrevistada amigablemente en las páginas interiores- iba acompañada por una llamada también en primera página que decía: "Alejandro Sanz ‘dirige’ EL PAÍS por un día". Y lo explicaba así. "EL PAÍS tuvo ayer un colaborador de lujo a la hora de decidir su primera página. El cantante Alejandro Sanz, de visita a la Redacción, se sumó al debate".

Más que de ‘corazón partío’ es para tirarse por los bloques.

En fin, esperamos que el día después nos devuelvan El País, que nos lo robaron como a Manolo Escobar le birlaron su carro, con nocturnidad, alevosía, prepotencia y chulería.

Por último, siento alivio, un gran alivio, diría a estas alturas, que mañana se acabe este ‘Susana hasta en la sopa’, esta especie de NO-DO de la lideresa andaluza vendiendo la Giralda a los chinos, advirtiendo a los militantes contra las primarias, convirtiendo las becas estudiantiles en créditos bancarios o simplemente encadenando obviedades en entrevistas amigas y algo babosas, donde todo resultó ser nada de nada pero al 100%

PD: (1). ANNE HIDALGO. Algunos voceros del susanismo se han atrevido a atacar a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, por apoyar a Pedro Sánchez. Le han recordado, con ánimo de tacharla de perdedora, que apoyó al candidato del Partido Socialista Francés (PSF) a la presidencia de Francia, Benoit Hamon. Recordarles que Hidalgo ganó la alcaldía de París siendo hija de emigrantes socialistas andaluces. Un poquito de vergüenza torera, por favor, que vuestras andanadas y encargos se pagan con dinero de todos los andaluces.

(2). COMO ENGAÑAR A UN ALCALDE. Un amigo socialista gaditano me reveló el plan que tiene para quedar bien con el alcalde de su pueblo, socialista como él pero susanista, durante la votación.

Tras verse obligado a avalar a Susana Díaz por un asunto clientelar, mi colega tiene decidido entrar en la cabina con paso decidido, coger la papeleta de Pedro Sánchez y meterla en el sobre. Pero antes de depositarla en la urna, gritarle al primer edil: ¡Alcalde, yo siempre contigo y con Susana! La papeleta y la intención, dobladas, muy dobladas, por supuesto.

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