Entre leones

Refugio de canallas

 

Como muchos españoles y catalanes, el pasado 26 de octubre respiré aliviado al filtrarse que Puigdemont tenía decidido convocar elecciones autonómicas. Al fin y al cabo, con el adelanto electoral se iba a evitar el choque de trenes que todos venimos anunciando bajo el formato de crónica de una muerte anunciada.

Pero a medida que se fue retrasando la comparecencia del presidente Puigdemont, y viendo que la presión iba in crescendo en la calle y en las redes sociales –Rufian, delatado de nuevo por su apellido, lo llegó a llamar Judas por elegir el camino de la sensatez-, me temí lo peor.

Así las cosas, cuando el president, en un acto de inconsistencia política clamoroso, anunció ya por la tarde que no se daban las condiciones para una convocatoria electoral, comprendí que no había nada que hacer, que los independentistas proclamarían la DUI y el Gobierno activaría el artículo 155.

Fracasados los intentos de mediación de Urkullu e Iceta (la de Pablo Iglesias no me la creí), el 27 de octubre seguí las sesiones del Senado y del Parlament. Se confirmaron mis peores temores: la DUI y el 155 estaban servidos. Pero me sorprendió cómo unos y otros festejaron la tragedia.

En el Parlament, los diputados de la CUP y de ERC, principalmente, rebosaban alegría tras protagonizar una declaración de independencia ruinosa, ilegal y antidemocrática. Y valientes, muy valientes no fueron al esconderse bajo los faldones del voto secreto, ¿no?

Me indignó tanta inconsciencia política que mi tristeza se convirtió en rabia. ¡Qué mierda celebraban!

En el Senado, el discurso de Rajoy defendiendo la aplicación del 155 fue aplaudido por los senadores populares hasta con las orejas, como si llevarse por delante la autonomía catalana fuera una acción política divina de la muerte. Hasta lo obligaron a saludar al tendido. Quiero creer que al presidente del Gobierno, que se ha resistido a aplicarlo pese a las presiones de su extrema derecha –Aznar, Rivera, etc.- no le gustó tanto derroche y que atendió a sus conmilitones con desganas.

En cualquier caso, otro golpe de desvarío político en las formas que tornó mi rabia en tristeza. ¡Qué cojones estaban festejando!

Por la tarde, aunque estaba cargado de razones tras el viaje a ninguna parte del independentismo, cuando Rajoy anunció las primeras medidas que enviaría al BOE –destitución del presidente y del vicepresidente de la Generalitat, asunción de las competencias de las consejerías por parte los ministerios, extinción de organismos encaminados a crear estructuras de Estado y de embajadas, etc.-, no tuve ninguna duda del carácter inconstitucional de muchas de ellas.

El libre albedrío del Ejecutivo, plasmado blanco sobre negro sobre un 155 con piel de chicle. O eso se deduce de todos los poderes que el Senado otorgó a Rajoy para cesar, fulminar, cortar y pegar, y cómo los utilizó para cesar, fulminar, cortar y pegar para intentar que el Estado español no resulte fallido en Cataluña como lo fue el 1-O.

Además, pensar que el TC puede enmendarlo da un cierto vértigo. ¿Se imaginan el pifostio constitucional?

Menos mal que la convocatoria electoral el 21 de diciembre, es decir, dentro de algo más de 50 días, limitó temporalmente el daño que la aplicación del 155 va a hacer junto al DUI a la convivencia en Cataluña.

Pero ahora, liquidadas las instituciones, roto el diálogo y con Puigdemont en modo resistencia pacífica y democrática (¿?) mientras tapeaba en Girona, sólo queda el peor de los escenarios: la calle, un territorio muy peligroso repleto de banderas con sus respectivos mástiles –he ahí el peligro real de todas las enseñas- y abonado aún de pasión e ignorancia (Emilio Lledó dixit). Un caldo de cultivo ideal para las cafradas más execrables en nombre de la Patria, que, como es sabido, es también el último refugio de los canallas (Samuel Johnson dixit).

PD: ¿Se puede saber quién aconsejó a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que compareciera a media tarde el 27 de octubre en San Telmo para darle al Gobierno todo el apoyo de la Junta de Andalucía? Por un momento creí que era para anunciar un plan de empleo andaluz, una reforma sanitaria andaluza o nuevas medidas para mejorar el sistema educativo andaluz. No, en el fondo del fondo, era para dejar claro que el PSOE-A es una especie de república soberana e independiente dentro del PSOE.  Cada vez más de Ikea y de saldo, desgraciadamente.

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