Entre leones

Iceta y la reconciliación

Es verdad que a la mayoría de los militantes del PP le gusta más la letra y la música que Ciudadanos le está poniendo a la crisis catalana que la que sus dirigentes, con Rajoy a la cabeza, están interpretando.

El entusiasmo con la aplicación del 155, la mayor expresión de españolismo en esta DUI de cuarto de hora, lo ha hecho casi suyo el partido de Rivera.

Ni el ínclito Xavi García Albiol, con sus salidas patrióticas de tiesto habituales, ha podido con esa Inés Arrimadas arremangada hasta las ingles denunciando a diestro y siniestro todo lo que huele a independentismo catalán. Le ha faltado enmendar la crema catalana para completar el periplo revisionista que ha iniciado.

Visto así, lo normal es que Ciudadanos pesque en los caladeros tradicionales del PP y en los de Vox, que juegan muy pegados a la banda derecha.

También es verdad que hay muchos militantes socialistas que les gusta más el discurso de A por ellos de Ciudadanos que el del PSC.

En concreto, en Andalucía, donde el PSOE de Susana Díaz gobierna por obra y gracia del partido de Rivera, hay una corriente de simpatía más asentada hacia los naranjitos que en el resto de España.

Los teóricos del susanismo explican que coinciden en la centralidad, un palabro que viene a significar algo así como el centro de la leche frita.

Por ejemplo, Alfonso Guerra es un soterrado simpatizante de Ciudadanos. (Mira por dónde va a coincidir en algo con Felipe González).

En unas recientes declaraciones, ha defendido un pacto postelectoral del PSC con el PP y con Ciudadanos (para allanarle la presidencia de la Generalitat a Inés Arrimadas, si mi paisana es la más votada del bloque constitucionalista), y para cerrarle la puerta a ERC.

Y de camino ha advertido de las consecuencias negativas que tendría en el resto de España no apoyar un acuerdo con las otras fuerzas constitucionalistas.

¿De verdad cree Guerra que el PSC no se ha situado suficientemente en el bloque constitucionalista en esta crisis? ¿Desde cuándo un partido que pretende ganar unos comicios (ser al menos el primero entre los constitucionalistas) se dedica a revelar en plena campaña electoral sus intenciones de pactos postelectorales?

Guerra sangra por la herida de la Fundación Pablo Iglesias (nada es para toda la vida), y muestra una deslealtad con la dirección de su partido que empieza a ser marca de la casa de una parte de la vieja guardia socialista, más dedicada a los negocios, a asuntos familiares y a venganzas varias que al interés general.

Pero entre los socialistas, ya sean de Cataluña o en el resto de España, hay muchos –yo creo que son una clara mayoría- los que apoyan el intento transversal, moderado, socialdemócrata y reconciliador que están articulando Iceta (con el apoyo de Pedro Sánchez), que ha integrado en sus listas a exdirigentes democristianos de Unió, antiguo socio de Convergencia, y ex militantes comunistas del PSUC, para intentar empezar a restañar las graves heridas causadas por el procés en la sociedad catalana.

De todos los candidatos, Iceta es sin duda el que más entusiasmo reconciliador está poniendo en una Cataluña que necesita ahora más que nunca recuperar el seny.

Ya sea bailando Como una ola, de Rocío Jurado, o cantando Mediterráneo, de Serrat, o estando quieto y parado, es el único que está susurrándoles a todos los catalanes palabras balsámicas que curan el odio y moderan la pasión.

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