Entre leones

Las Arrimadas y los Errejones

 

Inés Arrimadas, una auténtica desconocida hace cuatro años en Cataluña y ganadora indiscutible el pasado mes de diciembre de las elecciones catalanas encabezando la lista de Ciutadans, se está convirtiendo en un problema para el líder de su partido, Albert Rivera.

Un problema en tanto en cuanto Arrimadas tiene mucho más tirón electoral que Rivera y eso cada día va a ser más evidente.

La jerezana es directa, clara y valiente y cae bien, mientras que el barcelonés es directo pero no es tan claro ni tan valiente y cae regular.

Es la frescura de Arrimadas frente a un Rivera colgado siempre de un verbo tan fluido que parece impostado.

La moderación de una, centrista, casi socialdemócrata, frente al neoliberalismo, de derechas sin complejos, de otro.

Arrimadas cuenta con el respaldo de la calle y de la gente, mientras Rivera se mueve mejor por las moquetas de los despachos del Ibex 35 y gusta a los medios conservadores y no tan conservadores (quieren convertirlo en el Macron español)

La irrupción de Ciudadanos como primera fuerza política en algunas encuestas, por delante del PP y el PSOE, se debe a Arrimadas, que en Cataluña ha navegado más sin Rivera a su lado que en los comicios anteriores y que ha tirado de su partido hasta levantar una olita electoral que se ha hecho notar en los sondeos nacionales.

En un partido tan presidencialista y tan joseantoniano como Ciudadanos, esta evidencia generará tarde o temprano sus tensiones, y el PP, muy preocupado por el sorpasso demoscópico, las difundirá a través de su potentísimo altavoz mediático y de sus voceros de media jornada.

Pero este caso, que es el típico del segundo que resulta ser mejor que el primero, no solo ocurre en Ciudadanos.

En la otra formación emergente, Podemos, Íñigo Errejón, relegado a la Comunidad de Madrid por las bases podemitas, siempre ha tenido más tirón electoral que Pablo Iglesias, que ahora, para colmo, está inmerso en una decadencia política evidente (y muy preocupante en tanto en cuanto está socavando las expectativas electorales de la formación magenta).

Arrastrado por los errores cometidos en Cataluña por él y por sus socios los comunes, con esa insistencia en apoyar un referéndum inviable con la actual Constitución, Iglesias ha puesto Podemos a los pies de los caballos y ha resucitado a Errejón como posible recambio.

En el PSOE, Pedro Sánchez ha salido también trasquilado de Cataluña, pero ha recogido velas raudo y veloz, ha aparcado la plurinacionalidad y se ha puesto a hablar de los problemas que preocupan realmente a la ciudadanía: las pensiones, los salarios, etc.

Si finalmente recompone la unidad del PSOE, tendrá sus opciones a costa de concentrar el voto de izquierda frente a una derecha dividida.

Además, Susana Díaz está embarcada en las elecciones andaluzas, que se adelantarán sí o sí a la primera de cambio, sin necesidad siquiera de la excusa que le dio la otra vez Izquierda Unida.

En función de los resultados, la lideresa andaluza, a quien las encuestas vuelven a sonreír tras centrarse en cuerpo y alma en Andalucía, se verá si intenta de nuevo dar el salto a Madrid. Ahora parece totalmente decidida a mejorar incluso los resultados logrados en las últimas elecciones andaluzas.

En el PP, por mucho que el ascenso de Ciudadanos preocupe y la corrupción les siga deteriorando, Rajoy se mantiene sólido y líquido. Depende si sube o baja.

Apenas si algunos se han atrevido a sugerir la entrada en el Gobierno de Núñez Feijóo y Alonso como signo de malestar. Pero en Génova no hay noticias de sucesores ante un Rajoy que aguanta más que un buzo bajo agua (que dijo Pepote Rodríguez de la Borbolla cuando estaba acosado como presidente de la Junta por el guerrismo) y que no es un mal hombre.

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