Entre leones

El separatismo catalán y el PP; enemigos y aliados

En la presentación de El fin de ETA, el periodista José María Izquierdo, coautor del libro junto a Luis Azpeolea, manifestó claramente que "el PP se opuso a la negociación porque no lo consiguieron ellos y por una utilización política, sin ninguna duda". "Y en eso –agregó- temo ser muy duro, pero creo que la postura del PP en este sentido es indecente y hacen un uso partidista de las víctimas. Ver a Rajoy decir que se ha traicionado a los muertos me parece una canallada".

Izquierdo retrata sin pelos en la lengua a una derecha española, representada antes por Alianza Popular y ahora por el PP, que nunca ha desaprovechado la ocasión -sobre todo cuando ha estado en la oposición- para sacar rédito electoral en la mayoría de las numerosas encrucijadas políticas que han vivido España y los españoles desde el inicio de la restauración democrática.

En las últimas décadas, aparte del fin de ETA, el PP ha explotado sin ningún pudor la corrupción de otros y las tensiones territoriales.

Durante los últimos años de mandato de Felipe González, Aznar  golpeó sobre la corrupción generada por el PSOE cual martillo pilón, e insistió hasta la saciedad por lo mismo en "¡Váyase, señor González!" hasta que lo consiguió a empujones.

Ahora, sin embargo, con una corrupción en su haber que multiplica por diez la que generó el PSOE en su día, el PP de Rajoy sigue gobernando como si nada hubiera pasado, con la mayoría de los medios, paniaguados hasta las trancas, riéndole las gracias y publicando a veces como si fueran inserciones de obligado cumplimiento.

(La crisis financiera de los medios se ha llevado por delante la libertad de expresión y la libertad de prensa en España)

¿Se imaginan qué estaría publicando a diario la prensa de derechas y asociados si el PSOE, Podemos o cualquier otra fuerza de izquierdas fueran los protagonistas de tanta mangancia vitaminada? El apocalipsis de la corrupción, Alibaba y los 40 ladrones, los rojos reeditan el oro de Moscú, el marxismo se lanza al saqueo de España, etc.

En la escena territorial, ya estamos viendo cómo se maneja el PP con el problema catalán. Después de perder cinco años practicando el tancredismo, el toro del separatismo está en la plaza.

Pero España no se rompe -España solo se rompía en tiempos de ZP-. Ahora es el tiempo de "no nos va a temblar el pulso", tal como repiten Rajoy, Sáenz de Santamaría y los ministros como si estuvieran con el dedo en el gatillo, prestos a disparar por vía TC y otras instancias judiciales o Fuerzas de Seguridad del Estado, que están defendiendo el Estado de Derecho a golpe de prohibiciones, incautaciones de cachivaches electorales y otros desbarres que solo sirven para fomentar las ganas de votar.

Todo porque, ante un referéndum ilegal, se mire como se mire, los chicos del PP quieren mangar de nuevo votos en el resto de España, como si ellos no fueran políticamente tan responsables como los independentistas, como si ellos no hubieran estado gobernando en España durante los últimos cinco años, como si ellos no hubieran tenido nada que ver con el torpedo del TC contra un Estatut bendecido por los catalanes en un referéndum el 18 de junio de 2006. Por cierto, aquella operación político-judicial hizo saltar por los aires una solución para 25 años que hubiera evitado el choque de trenes que estamos viviendo en los días que corren.

Encima de la ruinosa gestión del procés que han hecho, ahora resulta que el PP y sus medios afines atacan sin pudor al PSOE de Pedro Sánchez. Por un lado, acusan al líder socialista de ponerse de perfil ante el 1-O; todo porque está siendo algo más moderado en el lenguaje, sabedor de que el 2-O habrá que intentar buscar una solución y no se pueden dinamitar todos los puentes poniendo dos huevos duros más a tanta descalificación gratuita.

Y también le aprietan para que obligue al PSC a romper en el Ayuntamiento de Barcelona el acuerdo de gobierno con Ada Colau, que cada vez parece más decidida a intentar la cuadratura del círculo; es decir, facilitar la votación pero sin comprometer ni a funcionarios ni a edificios municipales. Está en su derecho a jugar en el alambre.

En fin, a ver si de esta nos enteramos de una vez por todas no hay mejor aliado del separatismo catalán que el PP. Ambos mundos se odian pero se retroalimentan. Paradójicamente, son enemigos y aliados.

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