Entre leones

Demasiados pirómanos para Espriu

Hace poco, Aznar, el presidente del Gobierno de España que pasará a la historia por mentir en los españoles aquel trágico 11-M, reapareció públicamente para negar el cambio climático.

Para el artista de las Azores y Perejil, gran experto en desiertos lejanos y otras milongas, los científicos no pueden estar dando todos los días la matraca con el asunto ese como si fuera el apocalipsis (new), y mucho menos gastar millones y millones para paliarlo.

Debe entender, naturalmente, que esos dineros están mejor en las cuentas de resultados de las grandes multinacionales que están puliéndose la Tierra a dos manos. O, en el peor de los casos, en su propia cuenta corriente.

Aznar pinta poco en el PP. Ni Casado, que llegó de su mano, le hace mucho caso.

Pero el hombre que ponía los pies en lo alto de la mesa de George W. Bush ha creado escuela en Casa Génova.

Con él se forraron a dos manos por tierra, mar y aire, desde Valencia a Madrid, pasando por Mallorca, destacados gerifaltes del partido, conmilitones de medio pelo y hasta el tesorero, Luis Bárcenas, que era un mangante vitaminado sobrecogedor.

Menos mal que se quedó en contable a secas y no lo promocionaron, por ejemplo, a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE). ¿Se imaginan el desfalco en el Euríbor en un descuido de la cajera?

La verdad es que no es política ficción: Rato, el hombre del milagro económico español y me llevo 33, se subió en todo lo alto del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de Bankia, y ya se sabía que en una vida anterior estuvo emparentado con los hermanos Dalton.

Pero la herencia más importante que ha dejado Aznar en el PP es la falta absoluta de sentido de Estado, siempre que el Estado no sea propiedad de él y los suyos, claro está. Puro fariseísmo.

Rajoy, que llegó de su mano a la presidencia del PP, dio muestras de esta mala baba cuando ZP quiso poner punto y final a ETA. ¡Cómo se revolvieron aquellos populares para intentar impedirlo! ¡Hasta mancharon de sangre las manos del leonés!

Ahora, en este preciso instante, de nuevo vuelve a sacar su peor cara. Con Cataluña alborotada por la sentencia contra el procés, el PP, en vez de estar al lado del Gobierno, que está intentando que los más violentos no se imponga, comisiona a su

secretario general, Teodoro García Egea, para que lance metralla amiga contra el PSOE como si fueran huesos de aceituna.

Ellos, que son responsables políticos del lío de Cataluña desde el momento en que se opusieron por puro electoralismo a la reforma del Estatut con aquellas mesas petitorias por toda España, se nos presentan de nuevo como los salvadores de la Patria, como los bisnietos de Millán-Astray dispuestos a solucionar un problema político a golpes y a golpe de 155.

Por cierto, no me gusta nada la sentencia. Me parece excesiva, aunque reconozco que ha estado bien que el Supremo haya descartado la rebelión y todo se haya quedado en sedición y malversación de caudales públicos. Los dos años de prisión preventiva, en cualquier caso, ya nos ponían sobre la pista de que la pasada de frenada estaba servida.

Pero dicho esto, los disturbios organizados tras conocerse la sentencia no tienen justificación alguna, y ponen de manifiesto que Cataluña está en manos de algunos políticos empeñados en llevar de nuevo a la sociedad catalana a un callejón sin salida, donde no habrá ni contenedores que quemar, ni cristales que romper, ni carreteras que cortar, ni aeropuertos que tomar, ni futuro al que mirar.

Demasiados pirómanos para Espriu, ¿no?

Más Noticias