Entre leones

IDA y la decencia

La semana ha sido para vestirse de luto: desde el mangazo que han dado tres diputados murcianos al adelanto electoral de la pistolera trumpista y nerviosa llamada Isabel Díaz Ayuso. Pero hay que tomársela a cachondeo y rescatar colores primaverales para no caer en la depresión y en el cutrerío. Por eso, cuento un chiste y me explico.

Un gabacho, a lomos de su Harley Davidson, llega a la entrada de un pueblo de la España profunda y se le estropea la moto. Después de la enésima patada intentando arrancarla, un cabrero sabio que andaba por las cercanías le grito con toda su alma: "¡A moto está rota!"

Sorprendido, el franchute se acercó al paisano y le preguntó en la lengua de Molière: "Parlez-vous français?". Y el cabrero le contestó a quemarropa: "A lengua también está rota".

Este encuentro lingüístico internacional es casi imposible en la España de hoy por las restricciones que nos hemos impuestos por la COVID-19. Excepto en Madrid, donde abundan los ciudadanos franceses. Más que rompeolas de las Españas pareciera el patio de recreo de las Francias.

Sin ir muy lejos, -yo doy fe de ellos-, este pasado sábado presencié una conversación muy parecida entre una pareja de turistas con varios guardias de seguridad de la Torre de Moncloa. Los primeros, que hacían una gira museística en patinete, querían entrar a golpe de francés en la peculiar atalaya del Parque del Oeste, y los segundos les respondieron que unos nones en español porque la atracción paisajística estaba cerrada a cal y canto.

Por supuesto, eran franceses. Están por todos lados gracias a la presidenta de la Comunidad de Madrid, que los atrae como la miel a las moscas.

Estoy convencido de que si hubiera sido por ella, les hubiera dejado entrar y les hubiera explicado que, como es sabido mundialmente, la Torre de Moncloa es en realidad una nave alienígena. Por supuesto, les hubiera prohibido llevar mascarillas, y les hubiera animado a compartir aerosoles boca a boca en una las numerosas terrazas madrileñas, en una nueva versión libre de "relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor".

Al final, emulando a Brevaheart ante el patíbulo, Ayuso les hubiera gritado, como guinda de una exhaustiva visita guiada: "¡Libertad, libertad!".

Según Ayuso y sus acólitos, la libertad moja pan en Madrid, como lo hizo en la revolución americana contra la opresión inglesa, en la revolución francesa contra la monarquía absolutista y en la revolución bolchevique contra los zares. En esas comparativas estamos.

En realidad, tanto postureo histórico no deja de ser una golfada, si tenemos en cuenta que la juerga permanente contra la COVID-19 esconde una de las tasas de mortalidad más alta de toda España. Pero para entender la broma de querer ayudar a los hosteleros y a los pequeños comerciantes de forma tan sádica –por cierto, la convocatoria electoral les birlará 1.000 millones de vellón-, solo cabe recurrir al refranero español para retratarla como Dios manda: el muerto al hoyo y el vivo al bollo como nueva proclama neoliberal y maricón el último como plan de emergencia infalible.

Detrás de esta burla de mal gusto, con la muchachada tomando terrazas y los políticos regionales actuando como bomberos pirómanos, está Ayuso, IDA para invocarla en un aquelarre de weekend. ¡Después se quejan de tanta fiesta ilegal!

Pues ella sola –y MAR, este de Rasputín abstemio y posmoderno- desenfundó el otro día antes que nadie y convocó elecciones anticipadas a sabiendas de que los jueces aplaudirían con las orejas. Pero no debió hacerlo sin consultar a las altas instancias de Génova pendiente de mudanza, porque la moción de censura en Murcia contra el PP, principal detonante de su maniobra repleta de nocturnidad y alevosía, se estropeó con el desmarque in extremis de tres diputados de Ciudadanos. Dicho sea de paso, no entiendo por qué estos honradísimos parlamentarios pasan por ser unos perfectos sinvergüenzas.

Qué poca fe la de Ayuso ante la contrastada capacidad persa de su partido. Donde hubo tamayazo, siempre habrá manteca colorá, querida. El PP cambiará de sede, pero siempre llevará en su ADN esa capacidad para corromper y corromperse ante una investidura o una moción de censura, reina. Y en b, por supuesto, que quien lo hizo una vez, lo repetirá 33. Quien nace lechón, muere cochino, ¿no? Dichoso refranero.

Frente a Ayuso y el sumando con VOX para hacer un gobierno de derechas y trumpista, pues tenemos lo que tenemos: una izquierda dividida, sobre todo a la izquierda del PSOE. Ya les vale a Iglesias y a Errejón:  han sido hasta ahora los principales aliados de la carcundia en Madrid por no dejar de jugar a Juego de Tronos en reinos enfrentados. Por lo menos podrían redimirse en los próximos comicios pasándose al mus por parejas.

Pese a que la cita está más difícil que Susana Díaz repita como cabeza de cartel socialista en Andalucía, yo confío en el candidato del PSOE madrileño, Ángel Gabilondo, que posee algo que ni Ayuso ni los suyos podrán jamás atesorar ni comprar ni robar: decencia, toneladas de decencia.

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