Entre leones

Los moderados

Está uno tan harto de políticos chillones, populistas sin escrúpulos, demagogos de poca vergüenza, vendedores de chochonas, mangantes vitaminados, traidores por un plato de lentejas y dos pisos en Sabinillas, bandidos con acta de diputado, cargos públicos en b, tránsfugas a sueldo de constructores, etc., que un ser humano moderado, educado, civilizado y honrado representa un hallazgo extraordinario. ¿Una rara avis con esa mochila para la cosa pública? ¿Dónde hay que votarla?

Esta convicción la tengo desde siempre, pero desde que Donald Trump irrumpió en la escena pública en EEUU., y empezó a inseminar la mente de paletos, incautos y fascistas -¿y tú AR me preguntas qué es un fascista?- y surgieron los trumpistas por todas partes como champiñones, estoy enganchado a los políticos tranquilos, probos, justos y sensatos, cuyo ideario pasa toda su cosecha de proyectos, propuestas y ocurrencias por el tamiz del sentido común.

Joe Biden, por ejemplo, es un buen ejemplo de político moderado en el amplio sentido de la palabra, aunque últimamente le fallen algo las piernas. Desde luego, ante el supremacista de Trump, el actual presidente de EEUU es el contrapunto perfecto para que podamos preservar el punto del gazpacho y el resto del planeta Tierra.

Otro que puede mandar por tabaco a Jair Bolsonaro en las próximas elecciones en Brasil, es Lula da Silva, ahora que la justicia ha hecho por fin justicia con él y lo ha exonerado de la montaña de mierda que le echó encima injustamente la extrema derecha judicial. Por la vida del ex presidente brasileño, antaño revolucionario como Dios manda, las aguas bajan ahora mansas y su verbo solo se deja acompañar de adverbios de futuro.

En España, la secta de Trump tiene como principal seguidora a Isabel Díaz Ayuso –y también a Pablo Casado por dejación de funciones-, que tiene por bandera el tremendismo y la oposición frontal al Gobierno de Pedro Sánchez.

A lomos del disparate, IDA se ha jugado en Madrid una ciega grande y ha convocado elecciones anticipadas para el próximo 4 de mayo. Frente unas encuestas aliñadas por sus secuaces –y que solo contemplan evasión o victoria-, estará Ángel Gabilondo, otro político moderado 100 por 100, de la misma pasta de Biden o Lula.

El ex ministro de Educación, muy criticado incluso desde el PSOE por su oposición demasiado educada y contemporizadora hacia Ayuso, es la única oportunidad seria para el electorado de centro izquierda –el gesto de Pablo Iglesias es loable pero poco más- de pararle los pies a la deriva trumpista de Madrid, de impedir que nos roben la palabra libertad, de poner en la Puerta del Sol a un político decente, de situar de nuevo a Madrid en el centro de la España de la concordia, de instaurar una respuesta seria sanitariamente contra la COVID-19, de acabar con esta feria de barra libre que supone uno de los índices de mortalidad más altos de las Españas, de volver a respirar aire limpio y no las soflamas de la seguidora de Lina Morgan en su papel estelar.

Con otras claves y en otro territorio, Andalucía, se va a dilucidar una disputa interna en el seno del PSOE en los próximos meses que tiene muchos de los avíos de los pucheros políticos anteriores.

Ante el peronismo trianero de Susana Díaz, otrora ‘abrazaabuelos’ y ‘besabebés de teta’, sobrina política de los Alierta y Fainé, usuaria de un día sí y otro también del AVE Sevilla-Madrid –pasó más tiempo en él que en el sillón de San Telmo- desleal entre los desleales contra su secretario general, conspiradora hasta contra su sombra, gestora del Tercera Regional, se presentará Juan Espadas, otro político del universo de la moderación y la sensatez, y buen gestor.

De hecho, el primer edil sevillano es la única esperanza del centro izquierda andaluz de desbancar a la alianza PP-VOX –los Ciudadanos de Juan Marín están medio alistados en las filas de Juanma Moreno- en los próximos comicios electorales. Susana Díaz, por el contrario, representa la certeza absoluta de que la derecha y la extrema renovarán por cuatro años en la Patria de Blas Infante.

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