La revuelta de las neuronas

Los nuevos dinosaurios, el movimiento del primo de Rivera

movimiento_ciudadanoAlbert Rivera, líder del partido político catalán Ciutadans parece que se ha embarcado en una apuesta a nivel estatal con el Movimiento Ciudadano. Abrigado por el apoyo mediático del periódico El Mundo, pretenden llevar fuera de Cataluña el espíritu y los valores que en Cataluña tan buenos resultados les están generando. En gran medida esos buenos resultados y perspectivas que tienen en Cataluña, se deben a que es Ciutadans, quien mejor se está posicionado para recoger el descontento contrario a la movilización por el derecho a decidir, que tanto el PP, golpeado por la corrupción y los recortes en Madrid, y el PSC que se encuentra entre dos tierras, son incapaces de seducir. Aquí encontramos el motivo fundacional de la existencia de Ciutadans: la construcción identitaria española frente a la movilización catalanista y por el derecho a decidir. Lejos de no ser un grupo identitario, su razón de ser es la defensa del nacionalismo español frente al catalán, pero en ningún caso la superación de la disputa nacionalista.

El objetivo es entonces, escribir un relato identitario de tal forma que esa identidad eclipse cualquier otra y que ser nacionalista español sea lo natural y no una opción nacionalista. La ideología siempre está más presente cuando menos parece estarlo, aparece cuando más se asume como algo normal. A la pregunta en Intereconomía sobre cuáles son las diferencias entre Ciutadans y el PP respecto a las posiciones independentistas, la respuesta de Rivera fue explicar lo que a Ciutadans le diferencia del independentismo, pero no del PP. Dicen defender una España que reconoce su historia, por lo que la pregunta que nos tenemos que hacer es, ¿La España de quién, la historia de quién? ¿La historia que se remonta a 1492 y que pega un salto hasta 1978, donde parece más fácil reivindicar en 2013 un genocidio de hace 5 siglos, que homenajear la llegada de la II República? ¿Qué España? ¿La de las SICAV y las empresas del Ibex 35 que se van a paraísos fiscales, o la España de la precariedad y los desahucios? Izquierda y derecha es posible que ya no definan de manera muy clara las posiciones políticas, ningún problema, no son más que formas de expresar algo, pero lo que queda claro es que hay una España minoritaria de los de arriba y una España mayoritaria de los de abajo.

El Movimiento Ciudadano de Albert Rivera también pretende Enterrar a las dos Españas por arte de magia, simplemente por decirlo y no por tratarlo. Por ahora, enterrados solo lo están las víctimas del franquismo en las cunetas mientras esperan ser despedidos algún día por sus familiares. Ocultar la porquería debajo de la alfombra nunca ha sido sinónimo de una buena limpieza, solo sirve para esconder las evidencias durante un tiempo. En los antípodas de la justicia está pensar que se puede enterrar la sonrisa canalla de un torturador como Billy el Niño, en la misma tumba que el sufrimiento y dolor de sus víctimas. Pero en este país hablar de las dos Españas no solo tiene que ver con una clase de historia, es sobre todo hablar de la actualidad: la desigualdad entre unos pocos que acumulan la riqueza, que otros muchos generan mientras se quedan con la pobreza. Me cuesta encontrar el nexo que une a Emilio Botín o Rosell, con el aspirante a una oferta de de trabajo como reponedor 3 días a la semana durante 30 minutos al día cobrando a 4,87 euros brutos la hora. A lo mejor eso que nos une en el Movimiento Ciudadano de Rivera es lo mismo que nos unía en la campaña de UPyD: que todos tenemos un DNI. No hay que enterrar la realidad, hay que desempolvar la dignidad.

La puesta en escena del Movimiento Ciudadano busca mostrar mesura y concordia rechazando el desacuerdo y el conflicto, abrazando el consenso y la unión. El conflicto no es agradable, es mejor pensar en positivo, negar la realidad y unirnos todos sin discutir que unos pocos viven a costa del tiempo y esfuerzo de muchos. Negar que el desacuerdo y el conflicto son la base de la política, es negar la desigualdad existente y buscar una unión que no pone en discusión el marco asumido de las relaciones de poder: no sea que entremos en conflicto y se separe lo que nos une. El Movimiento Ciudadano parece alejarse de todas las ideologías porque politizan, pero abrazan sin tapujo alguno la ideología del mercado. Ideología cuya política es despolitizar la política, diferenciando lo que sucede con lo que es para no mezclar economía y política. La sociedad no es un sistema armonioso donde los conflictos pueden ser tratados con soluciones meramente técnicas, no se trata de la gestión de una empresa, se trata de la gestión y del reparto del poder entre sectores sociales muchas veces enfrentados.

Todos los puntos fuertes del manifiesto del Movimiento Ciudadano hacen hincapié en medidas que se asemejan más a una operación de cirugía estética, que a una a corazón abierto. Siendo cierto y deseable una mayor transparencia o una modificación de la ley electoral, la problemática de la crisis, la deuda, la casta dirigente, el empleo, la reforma fiscal, el aumento del 13% de millonarios en el último año y un 26% de pobreza infantil, no se solucionan con optimizar los protocolos de actuación, sino con la valentía e inteligencia que requiere enfrentarse a los poderosos.

Tomando prestada cierta estética del 15M en su logo y apelando al paso de la indignación a la acción y la ilusión, Rivera quiere así capturar el malestar ciudadano que se expresó en las plazas, que tiene lugar en las mareas o en la lucha contra los desahucios. Lo curioso es que dejan bien claro en su manifiesto que todo lo legal es lo legítimo, que ningún cambio puede ser democrático si surge fuera de la legalidad. Precisamente, cuando el 15M o la PAH forjaron su presencia y notoriedad ciudadana en su desobediencia a la legalidad defendiendo la legitimidad. Sin desobediencia, huelgas y manifestaciones es difícil pensar que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid hubiese fallado en contra de la privatización de la sanidad madrileña, o que el Tribunal europeo por los DDHH se hubiera pronunciado a favor de los pisos ocupados en Salt por la PAH. La democracia es la que da sentido a la ley, pero si pensamos que es al revés, que lo legal siempre coincide con lo legítimo, corremos el riesgo de justificar el totalitarismo. La ley no debe ser igual para todos, la ley debe buscar igualarnos a todos porque debe servir para mitigar el impacto de la desigualdad y no para potenciarlo o perpetuarlo. Mejor sigamos el consejo del filósofo Slavoj Zizek y cambiemos nuestra forma de soñar.

Sabemos que la alternativa política existente a día de hoy no es lo suficientemente ágil, rupturista y fresca como para enfrentarse a las emociones que pueden llegar a suscitar la figura del "emprendedor" en la política. Quien sea capaz de describir qué es lo viejo, cuál es el presente y proyectar un futuro, tiene muchas papeletas para ganar. Es hora de dejar atrás a los dinosaurios, ahora es cuando toca. Porque lo legal no siempre es lo legítimo, si así fuera nada en la historia hubiera avanzado, nadie hubiera desobedecido a la injusticia. Confiando en el consenso entre desiguales se perpetúan las injusticias, solo en el disenso y el conflicto se forja la democracia. Seamos demócratas.

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