La revuelta de las neuronas

Gracias, Alfonso Rojo

ROJO

El problema de Alfonso Rojo no son solo sus declaraciones, sus insultos, sus formas, sus argumentos o la falta de ellos. El problema es que representa con sus apariciones (su colega Inda compite por el primer puesto), la mediocridad de un periodismo que insulta a todos los y las buenas profesionales y a toda la ciudadanía que lo escucha. Alfonso Rojo es la metáfora de lo peor en este país. Encarna en la televisión esa cultura asociada al pelotazo urbanístico, al del puro soltando fascistadas en el bar, proyecta con su presencia las posiciones más serviles incubadas en el sentido común por la derecha más rancia. Alfonso Rojo es al periodismo lo que Arturo Fernández es a la patronal, caspa y casta.  Nos hemos acostumbrado a sufrir la política expuesta con el formato de la prensa rosa, el griterío, la falta de preparación, el insulto y la infantilización de la audiencia. En esta salsa se cuecen personas como Rojo.

Primero se obsesionó con Pablo Iglesias, el candidato de Podemos, utilizando el plató de la Sexta Noche para soltar espuma por la boca, mentiras y acusaciones sabiéndose incapaz de rebatirle. Tanto es así, que algunos de sus trabajadores en su periódico, seguramente mantengan su puesto gracias a la persecución incansable que hacen de Iglesias buscando cualquier cosa con la que puedan atacarle. Llegó un punto en el que Rojo tuvo que recurrir a los insultos desbocados y se le desencajó la mandíbula, cuando Iglesias le recordó que ya había sido condenado con una multa de 18.000 euros por mentir en su periódico. Agüita fresca Alfonso. Pero Rojo es un tío con un par de pelotas que no se achanta con nada y no ha dudado en continuar con su estrategia de recurrir a los insultos cuando es incapaz de hablar y solo le queda ladrar. Utiliza el insulto machista y la indecencia para atacar a la decencia personificada en Ada Colau.

Pero a quien es un mercenario todo esto le trae sin cuidado, quien no tiene vergüenza se da el lujo de llamar al resto piojosos por seguirla en twitter. Seguramente estará pensando lo que ya declaró en una entrevista, que los programas de TV son un show business, puro espectáculo y que por eso da todo igual. Lo que da menos igual es que te desahucien de tu casa y te quedes en la calle, tampoco da igual escucharle decir que pensar en condiciones de trabajo dignas a día de hoy  es ponerse exquisito. Rojo no vive en otra realidad, vive en lado opuesto de la realidad que padece la mayoría social, no es desconocimiento sino desprecio a la democracia y a la gente lo que destila. Con todo, aunque no es agradable, creo que hay que darle las gracias a él y a toda la casta de tertulianos cuando actúan de esta manera. Su presencia no es deseable, pero resulta ser el mejor ejemplo del necesario cambio que necesita este país para dejar de pensar y vivir al revés. Un cambio que ya fermenta en las calles y en las opiniones, un cambio que anteponga la vida de la gente por encima de los beneficios de los especuladores y la banca. A un lado del plató, Inda y Rojo, al otro Iglesias y Colau, cinismo contra dignidad. Gracias Rojo.

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