La revuelta de las neuronas

España, pero ¿Qué España?

"Hay una España que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra quinterrogacione bosteza."

Antonio Machado.

La identidad española proyectada por las élites observa en la democracia una tara. Cuando se pone encima de la mesa la posibilidad de preguntar a la ciudadanía catalana, automáticamente preguntan, ¿pero tú te sientes español? Es decir, que si apuestas por resolver un problema político por vías democráticas, esto es, que vote la gente que reclama votar, eres sospechoso de no ser un buen español. Un problema en gran medida provocado por la incapacidad de esa idea de España para construir una nación que consiga integrar la pluralidad, en lugar de despreciarla. Pesan sobre el cerebro de los vivos los lastres de un pasado, que todavía arrastra una calidad democrática bastante deficitaria. Esta idea de España no se levanta sobre lo que define a España, sino sobre lo que se identifica como la anti España. Eres español, en tanto y cuanto observas en la diversidad, la pluralidad, la diferencia, un peligro en lugar de un maná y riqueza. España una y no cincuenta y una es el slogan. España vista así es un fetiche para justificar las posiciones dominantes, lo cual impide que España pueda convertirse en una forma de ejercer la igualdad en el acceso a la decisión. Nación viene de nacer, reivindica la igualdad de nacimiento compartida. La pregunta es, ¿quién y desde dónde se define esa igualdad? ¿Acaso la diferencia impide la igualdad? Quien habla desde la altura y describe al resto lo que es y no es España, se hace un traje a medida de sus intereses. La igualdad no significa eliminar la singularidad, no es un plano liso, precisamente porque solo hay igualdad si se tienen en cuentan las diferencias.

Una España plurinacional es una España con futuro, porque solo una forma de entender España expresa una única forma de sentir. España una, ¿pero quién define esa una? A veces bajo la reivindicación de una igualdad de "todos los españoles" se está reivindicando una profunda desigualdad. Una igualdad impuesta por una solo opinión de lo que es España, no es igualdad, es la reducción de lo complejo y lo distinto bajo un mismo patrón de medida, patrón que diseñan solo unos y dejan fuera a muchos. Un proyecto de futuro para España, es un proyecto levantado sobre el entendimiento y  la gente tomando la palabra. Un proyecto sólido de una España orgullosa de no tener miedo a nada, una democracia reforzada, en lugar de una España debilitada, gris y cerrada. Todos los ropajes patrióticos desparecen cuando toca defender la vida digna de la gente que habita en España. Cuando se habla de educación, de sanidad, de derechos, de salarios, de oportunidades, de derechos civiles recortados, de desigualdad, ahí no se les ve.  Solo saltan para hablar de soberanía cuando toca hacer electoralismo con Catalunya, pero la desechan cuando es el pueblo quien la ejerce. Hay que rehacer ese hilo  recuperando lo mejor de nuestra historia, una que  reivindique el legado de Jovellanos, al general Torrijos y  Riego, pasando por Ferrer i Guàrdia, Pi i Margall a Clara Campoamor o las mujeres olvidadas de la generación del 27, como Ernestina de Champourcin. Una pasado que sirva de suelo, para un futuro de alegría y democracia.

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