La revuelta de las neuronas

Escrache a la inversa

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Cuando una nueva tecnología irrumpe en una sociedad su uso puede estar pensado con un propósito definido, pero más tarde, una vez puesta en marcha, al descubrirse otras utilidades que no estaban previstas, se da lo que los economistas llaman General Purpose Technology. Desde que el escrache aterrizó en nuestro país importándolo desde la Argentina, con el objetivo de introducir un repertorio de acción colectiva rompedor e impactante para denunciar a los culpables que estiran el  alcance del drama y violencia inmobiliaria, hemos podido observar gratamente como su efecto empieza a desbordarse a sí mismo como medio de protesta ciudadana. La PAH lo ha popularizado con gran éxito encuadrándolo en un sentido concreto, pero es algo que ya sucedió tiempo antes, como el ejemplo de salud  democrática que ofrecieron en 2011 los vecinos en el pueblo de Mollet del Vallès sacándole los colores a su alcalde que se subió el sueldo. También en el ámbito universitario, cuando en 2012 la A.U Contrapoder en la Facultad de Políticas y Sociología de la Complutense, escracheó en plena clase al ex-asesor de Bankia, Moral Santín. La crisis del régimen del 78 se percibe agudamente en el momento que los profesores interinos del País Valencià, persiguen recientemente por la calle al grito de esquirol, a un sindicalista de CCOO y UGT encargados de haber firmado despidos a espaldas de los afectados.

En el caso de la PAH podemos trazar una línea que pasa de la forma defensiva parando desahucios, a la contraofensiva, trasladando el drama vivido a los representantes políticos que tienen la posibilidad de evitarlo pero no quieren hacerlo. Creo que todavía se le puede dar una nueva vuelta –o más-, a la idea del escrache, pero en esta ocasión ampliando el foco sobre la dimensión social y modificando la propia puesta en escena: el escrache a la inversa, o en positivo si se prefiere, se puede conjugar con el actual. Consiste en aunar más apoyos y generar una mayor presión sobre el resultado de la ILP, tratando de buscar sinergias cotidianas con el tejido comercial. En EEUU grupos de personas decidieron apoyar económicamente aquellos pequeños comercios y cooperativas amenazadas por los grandes conglomerados y franquicias, que como La perca del nilo, arrasan con el ecosistema existente. Este apoyo lo llevaban a cabo, gracias al uso de las redes sociales que anunciaban un "acoso" para ir a comprar a un determinado sitio, provocando una vez más que lo generado virtualmente tenga efectos en el mundo físico y viceversa.

Creo que la lógica utilizada es transportable a otras latitudes y que una buena manera de ponerla en funcionamiento, pasa por hacerla efectiva a través de la PAH a favor del ¡sí se puede! Se puede promover que a todos aquellos pequeños comercios, cooperativas y demás tejido terrenal –no un Starbucks-, que decidan colocar la pegatina del botón verde en la puerta en apoyo a la ILP, se les "recompense" yendo ahí a comprar. Se puede llevar a cabo a través de una buena campaña de difusión virtual y presencial, para que se pueda "mapear" en cada barrio  los locales que apoyen la iniciativa. Se podría incluso ubicar -¿con una app?- los comercios de cada zona geográfica en un registro público para que cada persona dependiendo de su ubicación, pueda elegir donde dejarse su dinero siguiendo este criterio. La intención, de llevarse a cabo, no finalizaría en ese punto, puesto que la mutación e impacto comunitario y subjetivo puede ayudar a construir vínculos sociales tan necesarios para enfrentarse al austericidio de la dictadura financiera.

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