La revuelta de las neuronas

Yes we trash!

barrenderos 1El millonario pesa demasiado, altera la armonía de los intereses, rompe el equilibrio de los derechos, aplasta a los pobres.

 Le  Rèvolte (Periódico francés de finales del siglo XIX)

 

Las constructoras que gestionan el servicio de limpieza en Madrid y el propio ayuntamiento con Botella a la cabeza, han tratado de manera conjunta de reventar la huelga de los barrenderos y jardineros, combinando la táctica de las expectativas engañosas junto con una operación de dudosa legalidad que se ha encargado de ir recogiendo la basura. Se perfilan dos claros equipos. Por un lado un ayuntamiento y las constructoras que protegen la rentabilidad de estas últimas, por otro lado, los y las trabajadoras de limpieza y la ciudadanía de Madrid que protegen el bien colectivo. Los primeros apuestan por el paro, la precariedad y la denigración del servicio de limpieza. Los segundos defienden sus puestos de trabajo, rechazan convertirse en siervos y apuestan por un Madrid donde se anteponga la limpieza para todos antes que el beneficio económico para unos pocos. Ana Botella y la patronal han querido jugar sucio, el preacuerdo inicial se había revelado como una artimaña que buscaba encajonar a los y las trabajadoras para desactivar su lucha. La huelga ya no ha sido una huelga más, lo ha sido de toda la ciudadanía contra todo un modelo de gobierno asentado sobre la corrupción y las prácticas mafiosas. 12 días de huelga han bastado para que los de arriba empiecen a violar leyes, para que salgan a contratar esquiroles porque en su opinión la legalidad hay que defenderla a capa y espada mientras garantice el expolio, pero no dudan en saltársela en cuanto atisban que puede perjudicarles.

La suciedad de hoy garantiza la higiene de mañana, pues para que un servicio de limpieza sea de todos, hoy deben ganar los trabajadores frente a las constructoras: las huelgas molestan, pero los culpables no son quienes las convocan, sino quienes las provocan. La huelga de basura en Madrid ha sido la huelga de todos los demócratas. Han querido jugar sucio, pero el temor  a recibir más suciedad ha sido mayor, porque saben que no hay esquirol para tanto solidario ensuciando. Hacía mucho tiempo que un Madrid tan lleno de mierda no se convertía en una ciudad tan bonita, tan desbordante de vida y que despierta tanta ilusión. Cada bolsa de escombros, cada papelera rebosante de basura, representa un síntoma de vitalidad democrática, de defensa por la dignidad, aquello que describe lo valioso de la vida humana. Esta suciedad simboliza que todavía quedan personas que quieren ser libres, que desobedecen, que saben que en ocasiones llenarlo todo de mugre es la mejor forma de defender la higiene. Son paradojas de la vida, como el hidrógeno y el oxígeno, átomos que juntos forman la molécula del agua y cada uno por separado pueden ser inflamables. Yes we trash!

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