Salud mental en tiempos difíciles

Emigrar: de derecho a delito

El siglo XXI está trayendo consigo una grave erosión del derecho a emigrar. Derecho que se ha convertido en poco menos que retórico para gran parte de la humanidad, a pesar de estar recogido nada menos que uno de los primeros artículos (artículo 13)  de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de diciembre de 1948 en el que se dice textualmente que "Toda persona tiene derecho a circular libremente y a fijar su residencia en el territorio de un estado.... y a salir de cualquier país incluso del propio y de regresar a su país"   

Pero no solo el derecho a emigrar está cada vez más restringido sino que emigrar se está convirtiendo incluso en delito, tal como comenzó ya a suceder en Italia el 2009 con la denominada ley Maroni,  así como con las políticas de otros países lideradas actualmente por Donald Trump en Estados Unidos,  y con la tendencia incluso a considerar delito ayudar a los inmigrantes indocumentados 

Como señalaba Angela Cabrera lo que debería ser delito es que se den las causas sociales que obligan a la gente a emigrar 

De suyo, ya desde hace años el derecho a emigrar se ha monetarizado. Si se tiene dinero todas las fronteras son de papel. Si alguien tiene la solvencia de poder comprar una vivienda en otro país las puertas se abren. Podemos decir que si el inmigrante  "se acuerda" de coger el talonario y lleva medio millón de euros puede ser ciudadano de cualquier país del mundo. Si no , que se prepare  para vivir la migración en situación  extrema

 A esta monetarización del derecho a emigrar  le he llamado el "Efecto Jericó" en relación al conocido episodio bíblico en el que los hebreos llevan tiempo rodeando las invencibles murallas de Jericó, sin éxito. Pero cuando se organiza una procesión alrededor de las murallas y comienzan a sonar las trompetas, las murallas caen con estrépito. Algo así ocurre con las murallas contra la migración, que al sonar el tintineo del dinero hasta los más altos muros caen inmediatamente

 Cada vez más, tal como están evolucionando las políticas migratorias en gran parte del mundo es previsible que en no mucho tiempo emigrar con derechos sea una opción solo asequible para ricos, algunos profesionales muy delimitados y poco más.  Los demás tendrán que conformarse como mucho con ir de turistas el tiempo asignado o arriesgarse a vivir homéricas odiseas, viviendo incluso la criminalización de la migración,  dando lugar a un duelo migratorio extrelo, lo que he denominado como Síndrome de Ulises  

 Es obvio que la migración, como todos los temas complejos de la vida social requiere acuerdos entre todas las partes, normas consensuadas, planificación para proteger los derechos y el bienestar de todos los sectores implicados. Pero lo que no es aceptable es que vayamos hacia la práctica supresión para la mayoría de la humanidad  de este derecho humano fundamental reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos 

Así pues, la emigración ha pasado en apenas 70 años, de derecho a delito

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