O Asamblea Constituyente o Gran Coalición: una decisión de ciudadanos o de cobardes

O Asamblea Constituyente o Gran Coalición: una decisión de ciudadanos o de cobardes

El PP improvisa. Precisamente aquello de lo que acusaba al PSOE de Zapatero. Y no han pasado cien días. El Ministro De Guindos suelta globos sonda -privatizar la sanidad poco a poco- y el Partido Popular lo desmiente (que todavía no han aprobado la ley que equipara las protestas pacíficas del 15-M con la "kale borroka"). Por sorpresa, con la misma nocturnidad y alevosía que los mercados, Rajoy llama a la Moncloa a esas gentes que, perdido el enemigo socialista, no son sino una torpe caricatura de sí mismos, para anunciar recortes de 10.000 millones de euros en educación y sanidad. Aquello que se prometió no tocar. Y luego, otra vez el desmentido. Hasta que ya no sepamos si sí, si no o todo lo contrario.

Mientras, muere en Bilbao un joven que salía de un partido de fútbol, asesinado por una pelota de goma terrorista pagada con el dinero de todos los contribuyentes y disparada por la policía. Unos demócratas. ¿Por qué no hay objetores en la policía y sí entre los médicos? Otros tantos jóvenes están en aún en la cárcel por no haber acuchillado a una integrante de un piquete y, en cambio, haber optado por estar informando de la conveniencia de hacer una huelga general. Al demente del cuchillo le fue mejor y duerme en su casa.

Los mercados nos amenazan. Si fuera Bin Laden, ETA, los GRAPO o un grupo republicano de viejos nostálgicos de 1936, habrían sido acribillados en algún barrio de la periferia. Pero como son los mercados, aquí no hay fondo. Mientras, los banqueros alemanes o ingleses que mandan al país a la ruina, aprovechan los últimos rayos de sol de la tarde en Mallorca, en Almería o en Cádiz. Con la crisis, los mayordomos les van a salir infinitamente más baratos.

Todo apunta a que nadie entiende nada y toca, pese a la perplejidad -y precisamente por ella- a aceptar lo que venga. Como la protesta en la calle estará bien subida de tono, sólo quedan dos salidas: una gran coalición entre el PSOE y el PP (como las que acostumbra Alemania cuando no puede cobrarle a nadie su bienestar) o acorralar a la ciudadanía, encarcelarla, asustarla, para que no proteste. La gran coalición es lo mismo que ahora pero con beneplácito de los dos partidos. Siempre dirán que es mejor que ser intervenidos por la Comisión Europea, el BCE o el FMI. Enfrente, estará una ciudadanía que se dirá a sí misma: si están cambiando las bases del pacto social ¿no tenemos que volver a sentar nuevas bases? ¿No es momento de una asamblea constituyente española y luego europea? ¿No toca reinventarnos el marco mínimo de convivencia?

Si tardamos en pensarlo, está clara la solución que van a buscar los principales partidos políticos. Conviene darse prisa para frenar a los aparatos, tan amigos de cambiar lo que haga falta para que las cosas sigan en el mismo sitio. Porque si quien reacciona son los partidos y no los pueblos, vamos a seguir en las mismas.