Mi país de hambre, fútbol y falsas esperanzas

Mi país de hambre, fútbol y falsas esperanzas

En Málaga hay hambre. Y fútbol. El hambre y el fútbol los sostienen los mismos. Los muchos. Los de abajo. Si no hubiera hambre ¿habría tanto fútbol? El hambre moviliza a las malagueñas y malagueños en colas para recibir alimentos. Caridad. Es la diferencia entre un Estado social y la beneficencia. En el Estado social, comer es un derecho. En la España del PP y del PSOE, comer es un acto de generosidad de los poderosos. Si les perjudicase, no lo permitirían. La pobreza tiene que disciplinar. Dice el rey que hay que cerrar las heridas. Sus amigos de caza y negocios las abren cada día. Las abren cada noche. Colas para comer. El fútbol también hace colas. Para firmar en apoyo de una empresa privada, un club de fútbol. Identidades populares en manos de contratistas, de constructores, de financieros. Ellos cobran comisiones. El pueblo recibe las migajas de un gol. Antes, James Bond era un espía. Ahora es un asesino. El capitalismo en crisis se quita los velos. Jesucristo antes era un revolucionario. Hoy es un futbolista.  Quieren que la identidad financiada por un jeque, que sostiene a jugadores extranjeros de astronómicos salarios, no sea castigada por infringir las reglas. Tienen razón cuando recuerdan que los grandes clubes evaden sus responsabilidades. Pero no quieren entender que son ellos, los grandes, quienes pintan la mentira de colores. Sin sus oropeles, no hay negocio. Para ninguno de ellos. No es igual el Banco de Santander que la Caja Rural de Almendralejo. Lo triste es que la Caja Rural no quiera cambiar las cosas, sino recibir apenas la caridad de los poderosos. Que le perdonen, que le permitan vivir, que le pongan algo en la boca. Como al pueblo con hambre. Tan afín a nuestra historia. Jocosos con el poder pero obedientes. Resignados, porque así lo manda la iglesia. Con miedo, porque aún están las cunetas llenas de cadáveres republicanos. Individualistas, porque lo público lo dinamitaron oligarcas, caciques, políticos clientelares. ¿Qué es robar un carro de comida en una mutinacional en comparación con ir con tu familia a hacer una cola para que te alimenten con lo que le sobra al sistema?

Mi país de hambre, de falsas esperanzas. Mi país resignado que cuando despierta lo hace con espasmo de rabia acumulada. Feliz, quizá, 2013.