El pasado 17 de enero tuve el privilegio de presenciar, en vivo y en directo, la expectación que había levantado el acto de presentación de Podemos. Fue en el Teatro del Barrio, en pleno Lavapiés madrileño, y cuando llegué al lugar poco antes de las nueve y media de la mañana, en la calle Zurita había ya cientos de personas que empezaban a asumir lo difícil que les iba a resultar asistir en directo a tan concurrida presentación "en sociedad". La rueda de prensa, porque ese era el formato del que se trataba, se había convocado temprano pero ni la hora, ni el frío ni la dificultad para hacerse con una de las doscientas butacas del teatro habían impedido que gentes de toda edad y condición decidieran estar presentes allí aquella mañana. Pudieran entrar o no.
Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero salieron a la calle para dirigir unas palabras a todos los que se habían quedado fuera y les agradecieron el apoyo y la complicidad. Entendí entonces que estaba asistiendo al nacimiento de una fuerza poderosa, la fuerza de quienes llevan mucho tiempo buscando y no encuentran, de quienes querían hacer y no sabían a través de quién, de quienes creen que es tiempo de opciones nuevas, de apuestas nuevas, de modos y lenguajes diferentes en política y pensaban que no iban a llegar nunca.
Pocos días más tarde, en la Sala Mirador, un debate entre Alberto Garzón y Pablo Iglesias volvió a dejar a cientos de personas con las ganas de presenciarlo en directo: por cada persona que consiguió entrar, tres nos quedamos en la calle y los que de ninguna manera queríamos perdernos el acto tuvimos que recurrir a intentarlo por streaming. Igual ocurrió en el Ateneo de Madrid, que colocó el cartel de "No hay billetes" cuando "Espacio Público" promovió un debate para analizar si es posible una mayoría social de progreso.
Desde aquellos días de primeros de año, cada acto que convoca Podemos, cada lugar donde se anuncia la presencia de Pablo Iglesias, Teresa Rodríguez, Lola Sánchez o Tania González acaba rebosando. ¿Por qué ocurre esto? Pues yo creo que porque, en el fondo, llevamos bastante tiempo soñando con la irrupción en política de alguien que expresara en voz alta, con claridad y solvencia, lo que tantos pensamos. De alguien que le diera vidilla a esto de una puñetera vez.
Hay muchas ganas, muchas, de una política distinta, hay ganas de cambio, de darle una buena lección a los de siempre, de poner sobre la mesa de una vez y sin remilgos todos aquellos asuntos que quienes protagonizaron la llamada "Transición" política española han conseguido mantener como tabú durante más de 35 años... Ya iba siendo hora de hablar sin tapujos de la monarquía, de los abusos de los partidos hegemónicos, del cuento que le echan tantos y tantas que convirtieron la política en su única profesión y que llevan viviendo de ella toda la vida. Ya era hora de desenmascarar a tanto catamañanas e impedir que se continúe haciendo política contra los ciudadanos. Esto no puede ni debe continuar así.
La aparición y el despegue de Podemos ha llegado justo en ese momento. Con mensajes frescos, claros, contundentes y documentados. Y con un programa, aquí está el link, que yo me he leído con detenimiento y que os invito a que lo hagáis. Son gentes con la cabeza pero que muy bien amueblada. Gentes que debaten en las teles con argumentos y solvencia, que se organizan democráticamente en círculos y que, ante la falta de medios económicos, saben utilizar con provecho y eficacia las posibilidades que las nuevas tecnologías ponen a su alcance (webs, twitter, facebook, blogs...) Son gentes a las que primero ignoraron, luego calumniaron y ahora intentan combatir, cuando las encuestas les han visibilizado. Que les ataquen es el síntoma más evidente de que están haciendo pupa. Como decía Gandhi, cuando te combaten después de ignorarte, es que ya has ganado.
No es mala cosa que la media de edad de la mayor parte de las cabezas visibles de Podemos esté por debajo de los 40, y hasta de los 35 años. No me cabe la menor duda de que me pueden defraudar, hay muchas cosas de las que dicen con las que no estoy de acuerdo y me rechinan algunos términos de los que emplean pero, hoy por hoy, les compro el mensaje. Consiguen que conecte con ellos, que vibre con sus propuestas, sus análisis, su vehemencia y su determinación. No soy el único, a juzgar por el interés que despiertan allá por donde pasan en campaña.
Solo por eso, porque han sabido despertar la curiosidad de muchos escépticos, y porque han devuelto la ilusión a tanta gente que, como yo, estábamos apunto de tirar la toalla, creo que merece la pena darles un voto de confianza.
Suerte, compañeros de Podemos, espero poder celebrar con vosotros un buen resultado este domingo.
Comentarios
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