Juegos sin reglas

Cambios pandémicos en el consumo. De Discoplay a Spotify

David Pac Salas

Profesor de sociología

En el libro Incertidumbres en tiempos de pandemia. Una mirada hacia el futuro se señala que las consecuencias de la pandemia mundial de la Covid-19 atraviesan la sociedad actual en múltiples dimensiones. Tres palabras que empiezan por la letra "I" nos ayudan a definir este momento histórico: Incertidumbre, Inexperiencia e Interdependencia. En primer lugar, estamos en un contexto de incertidumbre radical. La incertidumbre es en gran medida el resultado de nuestro conocimiento incompleto e imperfecto del mundo, lo que nos dificulta conectar nuestras acciones presentes con sus resultados futuros. No es solo que no sabemos lo que sucederá; a menudo ni siquiera sabemos el tipo de cosas que podrían suceder. Por otro lado, se trata de un escenario inexperimentado. La anterior pandemia mundial se produjo hace más de 100 años, teniendo en cuenta, además, que el mundo de 1918 no se parece en nada al actual. Y por último, estamos en un momento de gran interdependencia de actores, países, empresas, etc. Durante la pandemia hemos visto los problemas de abastecimiento de material sanitario, la escasez de mascarillas y equipos de protección individual, que han puesto de manifiesto los problemas de la división internacional del trabajo. Por otra parte, la investigación, producción y distribución de los productos sanitarios (medicamentos, vacunas, etc.) están mostrando las debilidades y fortalezas de las interdependencias a nivel global.

Atendiendo a estos tres fenómenos, podríamos concluir que la pandemia como un "hecho social total", en términos maussianos. Y es que el coronavirus es un fenómeno que pone en juego la totalidad de las dimensiones de lo social, a imagen de lo que sucede con el consumo, ya que este atiende a la complejidad de la dimensión de la producción material (objetos y servicios) y de la producción simbólica (sentido y valores). En este sentido, la pandemia ha modificado el consumo mundial, algo que, fijándonos en nuestro país, queda demostrado por la caída del consumo de los hogares, que ha supuesto un 12,6% del PIB.

Esta afección de la pandemia en lo social está dibujando un nuevo tipo de sociedad, que podríamos denominar como "sociedad sin contacto", marcada por los confinamientos domiciliarios, la restricción de movimientos y de horarios, además del mantenimiento de la distancia física que restringe la co-presencia corporal tan necesaria en nuestras sociedades. Pero si volvemos nuestra mirada hacia el consumo, podemos observar que se está produciendo una aceleración de las tendencias y transformaciones que venían produciéndose desde principios de siglo.

Este fenómeno se ve intensificado por lo que Byun-Chul Han denomina como efecto descorporizante del proceso de digitalización, al debilitar el vínculo comunitario. En este sentido, hemos asistido a una transformación clave en la práctica del consumo: la emergencia del homo suscriptor, es decir, un consumidor por suscripción. Durante este confinamiento el entretenimiento online a través de plataformas creció exponencialmente; por ejemplo, Disney + logró en cinco meses lo que a Netflix le costó 7 años. Hemos visto más películas y series en streaming a través de plataformas, se ha escuchado más música en streaming con Spotify, etc.  El modelo del consumo por suscripción se ha visto incrementado durante la crisis de la Covid-19 y marcará una parte del consumo futuro.

Además, en esta sociedad sin contacto, se vislumbran otras dos predisposiciones al alza: el consumo a través de aplicaciones de app (plataformas digitales) y el comercio electrónico. Dos procesos que están teniendo un extraordinario impacto en las formas de consumo. Tanto las plataformas digitales como el consumo on-line van a seguir comiendo una porción importante del pastel del consumo. Por otro lado, las formas de pago electrónico se están incrementando. Además, como tendencia de más largo plazo, hay que apuntar que la digitalización y el uso de los nuevos medios de pago supondrán una importante reducción del dinero en efectivo. Hemos pasado del dinero en estado sólido (billetes y monedas), al estado líquido (tarjetas de crédito, etc.), además, vamos aproximándonos hacia el dinero en la nube, podríamos decir, en estado gaseoso (Bizum, criptomonedas, etc.).

Finalmente, otro rasgo destacable es el incremento del consumo por uso/consumo de experiencias, más que la propiedad de los productos. Se ha pasado del consumo de productos al uso de los productos. En la década de los 80 del siglo pasado, el ritual mensual de la llegada del Boletín Informativo Mensual de Discoplay nos permitía a los jóvenes del medio rural la estilización del alma a través de la cultura. Nos permitió estar en contacto con el mundo de la cultura, música, libros, etc. En el marco actual las cosas no se consumen, ni se gastan, sino que se usan. Hemos pasado de Discoplay a Spotify.

 

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