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Lo que sucede cuando muere un sistema operativo

En el ámbito privado estamos más que habituados a que, cada cierto tiempo, Microsoft deje de dar soporte a nuestro sistema operativo. Llegado ese punto, tenemos dos alternativas: en primer lugar, obviar el anuncio y seguir tan contentos con nuestra versión de Windows en el PC. El problema que es la falta de soporte incluye el adiós a las actualizaciones de parches de seguridad, lo que con el tiempo deja a nuestro equipo expuesto a las crecientes amenazas de malware.

Dicho de otro modo que, como ha sucedido con el discontinuado Windows XP, nos podemos encontrar con cientos de miles de ordenadores vulnerables que pueden extender relativamente fácil virus y software malicioso. Imaginen: un mes antes del fin del soporte de XP, todavía había más de 200.000 empresas en España sin haberse actualizado (piensen como será en los hogares).

La segunda alternativa es hacer caso al fabricante y proceder a lo que en el ámbito tecnológico se conoce por ‘migrar’ a la nueva versión. ¿Cuál es el problema de esta opción? Además del desembolso al que tenemos que hacer frente, tener que actualizar el resto de aplicaciones que, por lo general, no son baratas. Hablo de editores de vídeo, fotografía, problemas de diseño... etc. A ello se suman, además, los drivers de otros dispositivos (grabadoras, impresoras, teléfonos móviles, cámaras de vídeo...), esto es, los programitas que permiten que funcionen e interactúen con nuestro ordenador. Se puede dar el caso de que no exista driver o controlador para la nueva versión y, por tanto, nos quedemos con una grabadora o una impresora muerta al no poderla conectar al PC.

Pues bien, de la misma manera que vemos esta discontinuidad de sistemas operativos para el hogar, sucede lo mismo para el mundo empresarial, con exactamente las mismas problemáticas, con la salvedad de que los efectos pueden salpicar a un elevado número de clientes o, en el caso de la Administración, de ciudadanos. Hace unos meses, por ejemplo, inquietaba escuchar a Francisco Ramón García Lombardía, director de Innovación, Procesos y Proyectos Estratégicos de la Dirección General de Sistemas de Información Sanitaria del SERMAS (Servicio Madrileño de Salud), asegurar que en la Sanidad madrileña contaba con "unos 50.000 PC, de los cuales alrededor de un 40% no va a soportar la migración a Windows 8.1".

¿Cuál es el problema? Que no sólo afecta al PC, sino también a otros equipos sanitarios como analizadores, sistemas de radioterapia, etc., que se controlan desde los ordenadores y, lamentablemente, "no están preparados para soportar los drivers de Windows 8.1".

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En los próximos meses (el 14 de julio) veremos el fin del sistema operativo para servidores Windows Server 2003. Aunque Windows acapara el 51% de los sistemas operativos de servidores en la Administración General del Estado (AGE) –frente a un 8% de Linux-, según los últimos datos oficiales de la AGE, de los casi 24.000 servidores que hay instalados, el 7% de los servidores todavía corre WS2003, es decir, casi 1.700 equipos. Aunque la AGE no desglosa sistema operativo por ministerios, lo que sí sabemos es que entre Empleo y Seguridad Social, Economía y Competitividad y Defensa suman el 53% de todos los servidores instalados.

La buena noticia es que, estadísticamente hablando, los ministerios menos afectados serán algunos tan sociales como los de Educación, Cultura y Deporte o Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que únicamente absorben el 2%, respectivamente, todo el gasto informático en la AGE. Aún es peor –y paradójico- en el ministerio de Industria, Energía y Turismo, que no pasa del 1%.

 

Hilo indirecto con los jefes

Desde los departamentos de Informática de la Administración, me consta que reman contra el viento para tener a punto los ministerios tecnológicamente hablando, pero se topan con una barrera muchas veces infranqueable. Carlos Maza, subdirector general de Tecnologías de la Información y Comunicaciones en, precisamente, el ministerio que menos gasta en tecnología (Industria, Energía y Turismo) contaba no hacen mucho que "es muy difícil llegar a personal directivo para contarle tu problemática de gestión de expedientes o tus problemas con la base de datos. Todos esos problemas, que consumen mucho presupuesto de las unidades de Tecnología, en el fondo son ignoradas por el personal directivo porque no está entre sus prioridades".

¿Cómo se convierte la Tecnología en una prioridad para los peces gordos? Cuando necesitan algo para ellos personalmente. Para muestra, la propia experiencia de Maza: "En una legislatura anterior, me llamó el jefe de Gabinete de un ministro porque quería tener BlackBerry y le dije que no sabía, que tenía que estudiarlo, ver el tema de instalación de servidores y demás. Me llamó al día siguiente y me dice "oye, ¿lo tienes ya hoy?". "No", le contesté, "lo tendrás en 24 horas". Era su manera de broma de presionarme. Y efectivamente, tardó un pelín más en funcionar pero al día siguiente ya teníamos los terminales".

Así funcionan las cosas, al parecer, habiéndose convertido el móvil en crucial: "El móvil es lo que te permite tener interlocución con el alto cargo, seguramente para tonterías, para preguntar "cómo puedo ver una película (a lo mejor es un video de trabajo) que me han enviado y que lo quiero ver en el móvil". Y raíz de eso, es consciente de la existencia de la unidad de Informática y le puedes hacer llegar tus demandas y tus problemas".

 

 

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